Cultura

El Ballet Flamenco de Andalucía lleva su 'Metáfora' a Las Cocheras

  • La compañía ofrecerá en las tablas onubenses dos funciones, hoy y mañana, en el marco del ciclo Flamenco viene del Sur

El baile como "una alegoría a la vida". Este es el leitmotiv sobre el que Rubén Olmo, director artístico y coreógrafo del Ballet Flamenco de Andalucía, ha construido Metáfora, la nueva producción que llega a las Cocheras del Puerto de Huelva y de la que hay programadas dos funciones, hoy y mañana a las 21:00, en el marco del ciclo Flamenco viene del Sur. Ayer presentaron el espectáculo la directora del Instituto Andaluz del Flamenco, María Ángeles Carrasco; el delegado provincial de Cultura, Ángel Romero; la presidenta de la Autoridad Portuaria, Manuela de Paz; y el director artístico y coreógrafo del Ballet, Rubén Olmo.

Este último definió el espectáculo como un universo vital -en el que la danza "da alas al cuerpo y la mente"- que se articula sobre "un claro homenaje a lo que fue y es" esta disciplina. Metáfora está concebida como "una alegoría de la vida" y, pese a no tener argumento, según sostiene el coreógrafo sevillano, es un espectáculo que cuenta con "mucho argumento de danza, ya que aquí la danza se convierte en el impulso necesario para el cuerpo y la mente".

Olmo se ha inspirado para la obra en unos textos de Nietzche, "que hablaban de la danza como una metáfora del pensamiento". Además, el coreógrafo ha querido recordar a los grandes bailaores que han marcado su trayectoria artística: "Es como un homenaje a todos los grandes. Me acuerdo de la danza, de dónde venimos. Me sale solo. He creciendo con ellos, viendo sus vídeos, e irremediablemente Metáfora recordará a Pilar López, Antonio El Bailarín, Matilde Coral, Farruco… a los ballets de antes". No en vano, la producción del Ballet Flamenco de Andalucía recupera la danza estilizada, pero también, números que recuerdan el folclor tradicional andaluz.

Metáfora es el perfecto pretexto para que su director y coreógrafo ponga en escena "una alegoría de la vida", puesto que la danza se convierte en el impulso necesario para el cuerpo y la mente. De ahí que, para la escenografía, Juan Ruesga haya ideado dos elementos: una neurona como símbolo intelectual y el espacio de un patio morisco que conecta con las raíces. Lo primero está relacionado con el valor que Nietzsche da al baile; lo segundo toma como referencia la obra de Lorca.

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