Cultura

Alfabetización a lomos de un asno

  • El libro '¡Arre, burro, arre!', de Carmen de la Rosa, se inspira en el Platero de Juan Ramón Jiménez para contribuir a un proyecto de educación infantil en las zonas rurales de Colombia

Juan Ramón Jiménez convirtió en 1914 a Platero en vehículo transmisor de cultura y ahora, un siglo después, siguen naciendo plateros, como el libro ¡Arre, burro, arre!, de Carmen de la Rosa, con el fin de contribuir a promover la alfabetización de zonas rurales de Colombia.

Coincidiendo con el centenario del nacimiento literario de ese burrillo moguereño y universal, como su autor, ve la luz esta obra que también tiene a este animal como protagonista y que, al igual que el libro del nobel, lo convierte en el mejor compañero de vivencias, en este caso, las más inesperadas y divertidas aventuras.

Para encontrar el origen de este libro hay que viajar hasta Colombia, concretamente a las zonas rurales de La Gloria-Magdalena en Santa Marta, donde hace años el maestro Luis Soriano puso en marcha un proyecto cultural que hoy día es un importante proyecto social, Biblioburro Sin Fronteras, contando incluso con una fundación homónima.

El objetivo fundamental era hacer llegar la literatura a unos niños que de otro modo no podrían descubrirla, contribuyendo a que puedan escapar de la lacra del analfabetismo y adquieran una formación humana e intelectual que les capacite en la vida adulta para enfrentarse al mundo.

La labor de Soriano no hubiera sido posible, en sus inicios, sin Alfa y Beto, dos plateros de carne y hueso que son los encargados de llevar esos libros, convirtiendo sus serones en una biblioteca andante que recorre esas zonas rurales colombianas para compartir con todos las historias y sueños que contienen los libros.

Y precisamente Alfa y Beto son dos de los protagonistas del libro de la sevillana Carmen de la Rosa, quien conmovida por esta labor en pro de la cultura, se sumó a ella escribiendo cinco historias de burros, desarrolladas cada una de ellas en un continente diferente y todas con un profundo trasfondo ético de educación en valores. Los fondos logrados con su venta serán destinados al proyecto del maestro Soriano.

Junto a Alfa y Beto, que como no podía ser de otra forma viven sus aventuras en La Gloria, donde son raptados y rescatados por los niños de esta zona, se encuentran el europeo Otelo, un burrito musical que es contratado por el tenor de una compañía artística con cuyos hijos vive una serie de aventuras desde Almería, de donde es natural, y Sevilla a Omán, pasando por Salzburgo.

Mallorca es el protagonista, junto a su dueño y un chico de la calle, de la historia que llega desde Oceanía, un cuento sobre la fiebre del oro y los kauris milenarios que se desarrolla en el siglo XIX.

Genghis Khan, el de la asiática, un kulan o asno salvaje con cosquillas en los ijares que vive en las estepas de Mongolia y al que un rapto a manos de unos bandidos lo lleva a miles de kilómetros de allí.

A todos ellos se suma el burro de Abdul, el jardinero de un hotel de Marrakech, quien participa en el desenmascaramiento de unos mafiosos que estaban a punto de cometer un atentado.

¡Arre, burro, arre! fue presentado ayer en la Fundación Zenobia Juan Ramón Jiménez de Moguer, un lugar señero para un animal como el burro, gracias a Platero y yo y más aún en este año del centenario, en un acto que servirá de hermanamiento entre esa obra cumbre de la literatura universal protagonizada por ese burro de cien años y la labor de una fundación que empezó su andadura precisamente a lomos de dos asnos.

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