Visita de Merkel a Polonia

La "vergüenza" de Merkel en Auschwitz

  • La canciller visita el campo de concentración nazi por primera vez: "No rehusamos asumir la responsabilidad"

La canciller alemana, Angela Merkel, accede ayer al campo de concentración de Auschwitz junto al primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki (2º derecha)

La canciller alemana, Angela Merkel, accede ayer al campo de concentración de Auschwitz junto al primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki (2º derecha) / ANDRZEJ GRYGIEL / efe

Angela Merkel ha visitado este jueves el antiguo campo de concentración nazi de Auschwitz (Polonia), donde confesó sentirse "profundamente avergonzada por los crímenes atroces que cometieron los alemanes" en ese recinto, que "van más allá de todos los límites imaginables". "Cuando se recorre este lugar, una sólo puede guardar un respetuoso silencio -afirmó la canciller- porque no hay palabras para describir toda la tristeza y el sufrimiento de quienes fueron asesinados, torturados y humillados aquí", dijo tras su recorrido por Auschwitz, en el que estuvo acompañada por el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki.

Merkel, al frente del Gobierno alemán desde hace casi 14 años, estuvo ayer por primera vez en este antiguo campo de concentración, el mayor puesto en marcha por la Alemania nazi durante la II Guerra Mundial y donde fueron asesinados más de un millón de prisioneros, en su gran mayoría judíos.

También aprovechó Merkel su visita para afirmar con contundencia que Alemania, donde el pasado octubre fueron asesinadas a tiros dos personas en el intento de asalto a una sinagoga, "no tolerará ningún acto de antisemitismo". "La gente en Alemania y en toda Europa debe sentirse segura y como en casa", subrayó; por eso "debemos recordar que la dignidad humana es inviolable" y que "la libertad, la democracia y el Estado de derecho pueden ser fácilmente dañados si no perseveramos en su cuidado".

"Corresponde a los gobiernos y a los políticos proteger y fortalecer estos valores", insistió la canciller, quien hizo estas declaraciones frente al jefe del Gobierno polaco, señalado por la UE por vulnerar la democracia con sus polémicas reformas, entre ellas la del sistema judicial, y por rechazar recibir refugiados en 2015.

También teniendo en cuenta que se encontraba en Polonia, Merkel quiso subrayar el hecho de que Auschwitz operó entre 1940 y 1945 "en la Polonia ocupada" por los nazis (que la habían anexionado en 1939, cuando comenzó la II Guerra Mundial), "por lo que no queda lugar a dudas de que Auschwitz es un campo de concentración alemán, dirigido y administrado por alemanes".

"Quiero enfatizar eso y dejar claro que nosotros (Alemania) no rehusamos asumir la responsabilidad por los hechos que tuvieron lugar aquí", añadió. Con esta afirmación, la canciller se sumaba a la lucha del Ejecutivo de Polonia por evitar que medios e historiadores usen el término "campo de concentración polaco" cuando se refieran a Auschwitz, algo que incluso está penado por la legislación en Polonia.

Merkel es el tercer mandatario germano que visita este campo de concentración, después de Helmut Schmidt en 1977 y Helmut Kohl en 1989 y 1995. Durante su visita, hizo una ofrenda a los fallecidos en Auschwitz y guardó un minuto de silencio junto al muro donde miles de prisioneros fueron fusilados.

Merkel había sido invitada a visitar el antiguo campo de concentración por la Fundación Auschwitz-Birkenau, la organización que administra el fondo de conservación de lo que hoy es el museo-memorial de Auschwitz.

Alemania es el mayor donante de esta fundación, que ayer conmemoró sus diez años de existencia, y Merkel aprovechó su visita para comprometerse "plenamente" con la financiación de los trabajos de mantenimiento del recinto para evitar su deterioro.

"Este lugar, sus torres de vigilantes, sus cámaras de gas, sus barracones, todo es testimonio de lo que no puede volver a suceder y es importante preservarlo para que las nuevas generaciones puedan visitarlo y conocer la barbarie que aquí tuvo lugar", afirmó la germana. Auschwitz es hoy un gran museo que sirve para recordar una de las páginas más negras del Holocausto.

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