La carrera hacia la casa blanca La cita clave del martes en Pensilvania no aclarará el panorama

La batalla de los 'superdelegados'

  • Ante la imposibilidad de Clinton y Obama de desmarcarse, será la élite demócrata quien designe el candidato final

Tres meses después del inicio de las primarias para designar al candidato demócrata a la Casa Blanca, la incertidumbre sobre quién se medirá al republicano John McCain sigue viva. A falta de diez citas y 689 delegados por repartir, ni Hillary Clinton ni Barack Obama van a lograr la cifra mágica de los 2.025. Los 1.486 delegados de la senadora y ex primera dama y los 1.625 del senador afroamericano quedan lejos de alcanzar, matemáticamente, esta cota antes de que culmine el proceso, el 3 de junio.

Ante esta situación, la última palabra la tendrán los superdelegados. Son 796 congresistas, senadores, gobernadores y altos cargos del partido (ex presidentes, vicepresidentes…) cuyo voto no está comprometido. Su importancia fue establecida en 1982, cuando se les concedió una influencia adicional en la nominación y, en esta ocasión, serán los que inclinen la balanza hacia un lado u otro.

Pero muchos temen que si eligen al candidato con menos apoyo popular se desate una "revolución" similar a la de la convención de 1968 en Chicago, cuando en plena guerra de Vietnam también hubo una gran división.

"Clinton tiene más superdelegados comprometidos, pero su número ha bajado. Muchos son congresistas y, si sus votantes han elegido a Obama, cambian su voto", asegura Gil Carbajal, representante del Partido Demócrata en España. "Clinton es más conocida por sus años como primera dama y tiene muchas relaciones con líderes del partido. Obama ha conseguido un apoyo bastante insólito en la carrera por la nominación. Ha ganado en los caucus, una fórmula peculiar y polémica que se celebra, sobre todo, en estados pequeños. Las campañas mejores organizadas suelen dominar en ellos, y ésa ha sido la genial maniobra de Obama. Clinton tiene menos organización, pero su esperanza es que gana en los grandes estados", explica.

En la campaña de Obama sostienen que los superdelegados se inclinarán por el candidato con más voto popular, mientras que los asesores de Clinton creen que éstos esperarán a que la situación se aclare y recuerdan su capacidad para ganar en estados grandes como Ohio.

La impresión de que esta lucha se está volviendo muy tóxica y amenaza una posible victoria demócrata en noviembre explica el que cada vez sean más los superdelegados que divulguen sus preferencias. "Si el tema no quedase zanjado, es posible que esta pugna entre Clinton y Obama favorezca a los republicanos. No obstante, en España, donde se ha votado mayoritariamente por Obama, estamos de acuerdo en apoyar al candidato que salga elegido", afirma Carbajal.

La respuesta lógica de los superdelegados sería apoyar al que ha obtenido más respaldo popular. "Es difícil que el voto de los superdelegados sea contrario a la decisión mayoritaria emitida en las primarias, pues son conscientes de las opiniones de sus votantes. Pero hay que entender por qué se creó este estatuto, para que el partido no se deje guiar por un personaje con carisma pero con pocas opciones de ganar. Existe mucha presión, aunque lo más importante será el voto popular", sostiene Carbajal. "Ningún candidato va a salir sin el apoyo decidido de la mayoría. Los superdelegados son conscientes de las decisiones del partido".

No obstante, han surgido voces demócratas pidiendo a la ex primera dama que se retire, argumentando que Obama le gana en delegados, estados e intención de voto, y evite así un desgaste de cara a las elecciones en noviembre.

El temor de la dirección del partido, entre ellos de su presidente, Howard Dean, es que la pugna se prolongue hasta la convención de agosto en Denver, donde tendrá lugar la votación. De ahí que tanto Dean como Nancy Pelosi, presidenta del Congreso, hayan hecho un llamamiento a los más de 300 superdelegados que aún no han hecho públicas sus preferencias para que se pronuncien.

"Se ha sugerido la posibilidad de que, tras las últimas primarias, los superdelegados se reúnan para decidir los apoyos y no llegar a Denver sin un candidato", dice Carbajal.

De lo que no cabe duda es del potencial de los aspirantes. "Una combinación sería imbatible, los jóvenes de Obama y los mayores de Clinton. Una opción sería que Clinton sea presidenta con Obama como vicepresidente durante cuatro años y luego le ceda la Presidencia. Por edad, sería más lógico que Clinton encabezara la fórmula, y por su prestigio como senadora, cargo en el que lleva más tiempo", especula Carbajal. "Pero habrá que esperar a los resultados de Pensilvania", concluye.

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