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La ONU se inquieta por el destino de los habitantes de la asediada Homs

  • La responsable de las operaciones humanitarias se declara "traumatizada" tras su visita a la devastada ciudad · Los testimonios de los supervivientes que huyen al Líbano hablan de represión generalizada

La responsable de las operaciones humanitarias de la ONU, Valerie Amos, declaró ayer en Ankara que está "anonadada al constatar que las partes de la ciudad siria de Homs visitadas el miércoles se encontraban totalmente devastadas". "No hay nadie allí y escasas las personas que están ahí buscaban sus pertenencias. Es importante saber lo que pasó", agregó.

Según un último balance del Observatorio sirio de derechos humanos (OSDH), la violencia causó 8.458 muertos, en su mayoría civiles, desde el inicio de la revuelta hace cerca de un año.

Aseguró que intentó "negociar con las autoridades sirias para alcanzar un acuerdo que permite llevar ayuda humanitaria" a Homs. "Es importante saber qué le ha ocurrido a la gente", subrayó Amos, en referencia a la desolada situación de los barrios que fueron escenario de combates entre el Ejército sirio y las fuerzas guerrilleras, compuestas en parte por desertores, que luchan contra el régimen de Bashar al Asad.

Pero no pudo concluir un acuerdo, lamentó la coordinadora de Naciones Unidas. "El Gobierno sirio quiso más tiempo para examinar la propuesta que les presenté. Es muy importante llevar la ayuda humanitaria sin obstáculos", insistió Amos.

Matizó que las autoridades sirias "aceptaron evaluar" su propuesta, "en un marco con ciertas restricciones", y como parte de un acuerdo entre las instituciones sirias y la ONU, lo que ayudaría a conocer qué ha ocurrido en Homs.

La coordinadora humanitaria, recién llegada de Homs, visitó ayer los campos de refugiados sirios que Turquía ha establecido en la provincia meridional de Hatay, y que albergan alrededor de 12.000 personas.

Los testimonios sobre lo que está pasando en Siria se acumulan en los países fronterizos. Um Hasan supo al instante que iba a recuperar un cadáver cuando la llamaron del hospital de Talbisé, cerca de la ciudad siria de Homs, para decirle que pasara a buscar a Hasan, su hijo mayor.

"Era de mañana. El teléfono sonó. Un oficial de seguridad me dijo que fuera a buscar a Hasan al hospital", cuenta Um Hasan, una viuda de 65 años, que el fin de semana pasado llegó al Líbano, huyendo de la violencia que azota a Siria. "Supe que estaba muerto", agrega, resignada.

"Cuando llegué al hospital me condujeron a la morgue donde había cuatro o cinco refrigeradores. El cuerpo de Hasan estaba en uno de ellos y en su cabeza había la marca de una bala", dice. El cadáver había sido encontrado en una cuneta y estaba cubierto de basura. "Me desmayé cuando lo vi", dice.

Hasan fue detenido en su casa de Talbisé, en febrero pasado, durante una operación de rastreo. "Dos oficiales se quedaron en la puerta y otros tres subieron al primer piso para detener a Hasan. Se lo llevaron con las manos atadas detrás de la espalda y una venda en los ojos", cuenta su madre.

Unos 2.000 refugiados afluyeron al Líbano desde el último fin de semana, señaló el Alto Comisionado para los Refugiados de las Naciones Unidas (Acnur), que hasta ahora ha censado más de 7.000 sirios refugiados en este país fronterizo desde el inicio de la rebelión hace un año.

"Ya no hay tiendas y todas las casas han sido alcanzadas por los disparos", cuenta Mohamed, que huyó hace una semana con su mujer y sus tres hijos. Las fuerzas de seguridad de Bab Amr "detenían a los hombres arbitrariamente para obtener informaciones sobre la oposición. Si el detenido no da ninguna información, lo matan. Con suerte lo sueltan", asegura Mohamed.

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