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Kabul cambia de cara en el primer mes de los talibanes en el poder

  • Afganistán sufre una crisis humanitaria y la incertidumbre sobre el rumbo que tomará el Gobierno

Una patrulla de las fuerzas talibanas, ayer en Kabul.

Una patrulla de las fuerzas talibanas, ayer en Kabul. / efe

Un mes después de la conquista talibán de Kabul, Afganistán se enfrenta ahora a una crisis humanitaria y a la incertidumbre sobre qué rumbo adoptará finalmente el nuevo Gobierno, mientras el aspecto del país vive una profunda transformación.

Muchas cosas han cambiado, especialmente en la capital afgana, desde que los combatientes fundamentalistas se hicieron con el poder al término de una fulgurante campaña militar y con la retirada final de las tropas de EEUU y de la OTAN como telón de fondo.

Eslóganes en blanco y negro ensalzando la victoria de los talibanes ocupan ahora el lugar de los coloridos murales que salpicaban las aparatosas barreras de cemento en Kabul, instaladas a lo largo de los años para limitar el daño de los atentados.

Las grandes fotografías del depuesto presidente Ashraf Ghani, ahora exiliado en Emiratos Árabes Unidos, o de iconos como el difunto guerrillero Ahmad Shah Massoud, el león del Panjshir, también fueron retiradas, al igual que la bandera republicana.

Sin embargo, el tráfico de la ciudad, propenso a los atascos masivos, circula ahora con más fluidez debido al éxodo de un buen número de afganos a otros países y a la salida final de las tropas extranjeras.

Pero uno de los mayores cambios se encuentra en la ropa de los habitantes de Kabul, que ante la llegada de los fundamentalistas han abandonado en buena parte los pantalones vaqueros y las camisetas en favor de ropas más tradicionales. O, en el caso de las mujeres, que cubran más.

"Para ser honesto, tengo miedo de los talibanes así que ya no llevo pantalones ni camiseta, y me he dejado crecer la barba. Tenemos que ajustarnos", dijo a Efe Sher Khan, que trabaja como guardia de seguridad para una compañía de telecomunicaciones.

Las bodas afganas, que pueden llegar a acoger a cientos de personas en grandes salas, se han visto silenciadas por temor a los islamistas.

Los talibanes llegaron a prohibir la música cuando gobernaron el país entre 1996 y 2001, además de relegar al hogar a las mujeres en base a su estricta interpretación del islam y prohibirles trabajar o ir a la escuela, algo que por ahora no ha sucedido abiertamente.

Los medios de comunicación afganos han dejado también de emitir programas musicales.

Muhammad Anwar, que regenta un pequeño establecimiento de intercambio de divisas en la capital, afirmó a Efe que la seguridad en la capital ha mejorado y ya no tiene que preocuparse por los atracos a mano armada tan corrientes durante el Gobierno de Ghani. Los atentados de los talibanes, ahora en el poder, también han parado. Pero la inestabilidad ha terminado por afectar a su negocio, y ha pasado de ganar unos 2.000 afganis diarios (unos 19,5 euros) a cerca de 500 (unos 5 euros).

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