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Irán se radicaliza (aún más)

  • El acoso al presidente Ahmadineyad por parte de los ultraconservadores del régimen podría trasladarse al Parlamento y, con ello, provocar cambios importantes en materia económica, política y exterior

El acoso al presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, y su entorno, por parte de los ultraconservadores del régimen islámico, fieles al líder supremo, Ali Jamenei, crece al acercarse las elecciones legislativas de hoy, que pueden llevar a una mayor radicalización del país.

Si los comicios confirman un Parlamento aún más radicalizado, copado por los cercanos a Jamenei, es previsible un golpe de timón en materia económica, política y social, y, sin duda, una política exterior más enconada, si cabe, frente a Occidente, y en especial los dos grandes enemigos de Irán: EEUU e Israel. Podrían incluso cesar los tímidos guiños del ministro de Asuntos Exteriores, Ali Akbar Salehi, y otros miembros del Gobierno a Occidente, en especial a la UE, dada la postura beligerante de los más radicales.

Jamenei, el hombre que controla la política de Irán desde 1981, primero como presidente y desde 1989 como líder supremo, tras la muerte del fundador de la República Islámica, el ayatolá Ruhola Jomeini, tiene una especial inquina a los occidentales, que ha mostrado sin tapujos.

Los poderosos clérigos chiíes y los mandos militares, en especial los surgidos de la Revolución y la guerra con Iraq (1980-1988), saben que la vía de enfrentamiento a Occidente es la del poder.

Por eso, en la cuestión nuclear, las diferencias sobre las condiciones de supervisión de sus instalaciones atómicas con la comunidad internacional pueden ampliarse y propiciar más dudas razonables, en opinión de Occidente, sobre las intenciones de Teherán, agravando un conflicto ya preocupante.

La UE y EEUU han reforzado sus sanciones a Irán por la sospecha de que su programa nuclear puede tener una vertiente armamentista, mientras Washington y Tel Aviv han amenazado con ataques militares, lo que podría iniciar un conflicto de consecuencias imprevisibles en una región clave para el suministro de energía al mundo.

En cualquier caso, lo anodino de la campaña, iniciada el 23 de febrero y en la que la población no muestra interés y el régimen tampoco, al menos de cara al público, pues casi no hay propaganda en las calles ni actos convocados, hace que estas elecciones se vean como un combate interno dentro del sistema islámico.

Los seguidores de Jamenei, los principalistas que dominan el Parlamento y defienden las esencias islámicas chiíes del régimen, han tachado al entorno de Ahmadineyad de desviacionista y de poner en duda la preeminencia religiosa en el sistema para descalificarlo.

El presidente y sus seguidores han llevado su precampaña a las provincias y en especial al medio rural, donde pretenden conseguir una sustanciosa representación en los 290 escaños del Parlamento, lo que sería una sorpresa para los principalistas, que esperan copar la Cámara.

Si los avales parlamentarios de Ahmadineyad caen tanto como esperan los seguidores de Jamenei, le quedaría un duro camino hasta las presidenciales de 2013, a las que no se puede presentar tras agotar dos mandatos y en los que tendría pocas posibilidades de colocar a uno de sus fieles.

Quienes lo tendrían más fácil el año que viene para situar en la Presidencia a uno de los suyos, con el aval del líder supremo, serían sus rivales, lo que podría llevar al ostracismo, si no a una situación peor, a Ahmadineyad, como ocurrió con varios de sus predecesores.

Esta vez, incluso el puesto de presidente correría peligro, pues Jamenei ha advertido de que, con un cambio constitucional, el país podría pasar del presidencialismo al parlamentarismo, con un primer ministro designado por el Legislativo, mucho más maleable que un presidente elegido por sufragio universal directo, como el actual.

Antes de iniciar un receso hasta pasados los comicios, el actual Parlamento, que seguirá vigente hasta junio, convocó a Ahmadineyad a una sesión de preguntas el próximo día 5, en la que se plantearan supuestas irregularidades económicas y que podría acabar en una moción de censura.

Si la sesión se produce, Ahmadineyad sufrirá la humillación de ser el primer presidente iraní interrogado por la Cámara, que le preguntará, entre otras cosas, sobre el desfalco de 2.600 millones de dólares en bancos públicos, por el que el 18 de febrero se inició el juicio a 32 personas y que se ha ligado a su entorno.

Otro golpe directo al gobernante, que ya ha visto a decenas de sus leales procesados y entre rejas, ha sido la confirmación, el 14 de febrero, de seis meses de prisión por un tribunal de apelación a Ali Akbar Javanfekr, asesor de prensa de Ahmadineyad y director de la agencia oficial, IRNA, y el periódico gubernamental Iran.

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