Mundial de Rusia 2018 · Javier Mascherano

La última batalla del Jefecito

  • Mascherano llega de China a su cuarto Mundial dispuesto a ser el líder espiritual

El centrocampista argentino Mascherano, en la concentración de su selección en San Juan Despí, Barcelona, antes de viajar a Rusia.

El centrocampista argentino Mascherano, en la concentración de su selección en San Juan Despí, Barcelona, antes de viajar a Rusia. / fotos: alberto estévez / efe

Hace unos meses, el veterano Javier Mascherano estaba ya con un pie fuera de la selección argentina. Hoy, es más que nunca El Jefecito que arma el entrenamiento en el día de capitanes y organiza el mediocampo albiceleste en el Mundial de Rusia.

¿Qué pasó? Una serie de factores hicieron que el seleccionador Jorge Sampaoli cambiara rotundamente de decisión. El primero, el propio Mascherano. Dejó el Barcelona, donde ya no tenía un lugar en el once, y decidió cerrar su carrera en la liga china. En el Hebei Fortune, bajo la dirección de Manuel Pellegrini, recuperó estado físico y ritmo de juego.

Sampaoli lo pensó primero como defensor central, pero las dificultades para armar el mediocampo argentino devolvieron a Mascherano a su puesto histórico como cinco. Y del banquillo de suplentes saltó a titular indiscutido.

"Soy un soldado que ahora va directo a morir, porque la realidad es que ésta es la última batalla y estoy disponible para lo que el entrenador necesite", expresó antes de viajar a Rusia.

Cuando mañana salga al campo de juego a enfrentarse a Islandia, Mascherano habrá firmado a sus 34 años su cuarto Mundial, un récord que compartirá con Diego Armando Maradona y Lionel Messi. Pero lidera en solitario la marca histórica de jugador con más partidos con la camiseta albiceleste, 143.

Debutó con la camiseta de Argentina en la selección sub 15 y desde entonces no paró. Conquistó dos oros olímpicos, en Atenas 2004 y Pekín 2008, pero nada con la selección mayor, su gran asignatura pendiente. Como el grupo de referentes que integra hoy el conjunto, arrastra la pesada mochila de tres finales consecutivas perdidas, el Mundial de Brasil 2014 y las Copas América 2015 y 2016.

Mascherano nació el 8 de junio de 1984 en una pequeña ciudad, San Lorenzo, cerca de Rosario. Empezó a jugar en la escuela de Renato Cesarini, una cantera de futbolistas, y debutó en 2003 en la Primera División.

Rápidamente saltó al fútbol internacional, con una carrera en el Corinthians, de Brasil; el West Ham y el Liverpool ingleses y luego su etapa en el Barcelona, entre 2010 y principios de este año. En ese periodo conquistó trece títulos antes de marcharse en el mercado de invierno tras aceptar una jugosa oferta en China.

"Mi situación no es la misma que hace cuatro años, o dos años atrás, y lo tengo bien claro. Pero no significa que porque no esté en esa misma situación no pueda seguir aportando cosas. Sé en qué cosas fallo. Mi única preocupación ha sido estar a la altura de la situación. A veces he estado, otras no", reconoció.

Su rendimiento fue irregular en la previa al Mundial, y fue titular junto a Lucas Biglia en el la dolorosa derrota por 6-1 ante España. Pero Sampaoli ha decidido volver a apostar por él para el debut en Rusia ante Islandia.

Mascherano, más allá del fútbol, tiene una ascendencia especial en el grupo. Así como Messi es el líder futbolístico, él es el patriarca, el referente emocional del grupo en la concentración albiceleste. El que se ocupa de integrar a los nuevos, la voz de la experiencia, el que organiza el torneo de truco, el tradicional juego de naipes argentino que apela a la picardía. Conoce como pocos a Messi, a quien le cedió el brazalete de capitán en Sudáfrica 2010.

Lo suyo son también los negocios. Mascherano es socio de la empresa que gestionará los e-games de la Superliga argentina. En el final de su carrera, Mascherano ya tiene un ojo puesto en lo que vendrá. Pero antes quiere disfrutar como nunca su último Mundial. Su última batalla.

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