Cultura

Gas Drummers, una década de canciones rotundas y sencillas

  • La banda jerezana presenta su quinto disco, 'Decalogy', con una gira por España

Los Gas Drummers se hacen más mayores, más locos, no pierden un ápice de frescura, si acaso la transforman en evolución de ida y vuelta. El grupo jerezano, que publica Decalogy, su quinto disco en once años de existencia, ha pasado de la independencia a la autogestión, del punk feroz adolescente de sus primeros tiempos al rock multiusos, al margen de convencionalismos o desidia o lo que se estila en esta tierra que tanto buen vino destila y tanto conformismo arrumba en sus esquinas. Maestros de la melodía sincopada, viajeros enciclopédicos de la música global, formados en la escuela imposible del punk del 77, vía Clash, vía Sex Pistols, autovía de la rebeldía y la violencia gratuita, los Gas Drummers han paseado ya su repertorio por Europa y Canadá, y pronto volverán a la ruta para presentar su flamante trabajo, otra colección de canciones sencillas y rompedoras, ahora bañadas de folk, psicodelia, sonidos americanos o pop nuevaolero, de todo hay en la paleta de colores de estos músicos impenitentes, profetas de tierras remotas, extraños en ferias y cortijos, anglosajones de la baja Andalucía, rockeros del norte de África, gente culta y salvaje a partes iguales. Los Gas Drummers controlan ahora su carrera, bajo su particular sello discográfico, Red Vanette Music, curiosa forma de independizarse de la independencia, marcharse de casa con rumbo a lo desconocido en primera persona de desafío total.

El cuarteto dará vida a su quinto disco en una gira española que ya cuenta con algunas fechas confirmadas: el 18 de septiembre en Algeciras, el 11 de octubre en la Monkey Week de El Puerto de Santa María y luego en Alicante, Barcelona, Sevilla, Málaga, Jerez y Madrid.

Cuentan que la maqueta original del quinto disco contenía 45 temas, de los que 21 quedaron grabados y trece pasaron la selección natural. Dicen que su mapa de carreteras musical marca hitos en California y Minneapolis, Londres y Nueva York, Australia y Ohio, España y Jerez, entre las décadas de los sesenta y los noventa, pura arqueología rockera al tres por cuatro. La generación que creció con el Nevermind de Nirvana ha crecido sobremanera, ha perfilado sus propuestas y desengañado sus anhelos, maqueado sus frustraciones y alejado sus fantasmas interiores, suena bien el disco producido por Paco Loco, el asturiano con pasaporte portuense, que ha registrado los latidos rockeros de Gas Drummers a pelo, en directo y en cinta, a la antigua usanza. Se nota de veras. Ahora toca ponerlo en pie, a los Gas Drummers no se les caen las uñas, arrastran más de trescientas actuaciones en directo y alguna que otra puñalada por cantar en inglés, por no pensar mirándose al ombligo de la tradición de la actual Edad Media.

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