flamenco

Para quienes defienden la alegría

  • Carmen Linares, Arcángel y Marina Heredia triunfan con 'Tempo de luz' en el Sadler's Wells

Arcángel le canta al baile de Ana Morales en la inauguración del Flamenco Festival de Londres

Arcángel le canta al baile de Ana Morales en la inauguración del Flamenco Festival de Londres / reportaje gráfico: pepE ZAPATA

Por algún motivo inexplicable, en un momento indeterminado de nuestra historia, la gravedad le ganó la batalla al gozo. El hombre se volvió solemne y decidió otorgar el prestigio a la tragedia, y la risa, el disfrute, quedaron relegados, catalogados como géneros menores. Ocurre en el cine y en la literatura: un actor cómico eleva su reputación cuando se cruza al drama; un escritor que desarrolla desde el humor su producción tiene muy difícil, al menos en España, hacerse con los premios relevantes. Y sucede en el flamenco, donde a veces parece que si un intérprete no está roto por dentro no merece el elogio. Lo genuino, defienden los amantes de lo ortodoxo, es asistir a un alma torturada, si uno aspira a ser sublime no debe enfangarse en los lodos de los palos festeros. "El flamenco tiene un poco de todo, sí, pero es cierto que predomina la tristeza. La mayoría de los cantes hablan de penas, quizás se deba a un tiempo en el que se pasaron muchas fatigas, porque los artistas tenían una vida muy difícil", suscribe Marina Heredia.

La granadina forma junto a Carmen Linares y Arcángel un trío de lujo en Tempo de luz, un espectáculo que se mueve en las antípodas de la amargura gracias a un repertorio que busca, dice Heredia, "resaltar la alegría", levantar el ánimo del auditorio. Un objetivo que consiguieron con creces ante el público del Sadler's Wells, donde los cantaores abrieron el miércoles una nueva edición del Flamenco Festival de Londres y obtuvieron una respuesta entusiasta. Las tres voces se rebelaban contra esa idea de que "lo trágico siempre tiene un valor añadido frente a lo festivo", afirma Arcángel, un creador que dice no entender el arte "sin disfrute. En el momento en el que sea sólo sufrimiento yo me retiro", confiesa el onubense. En la producción, que viajará ahora a Estados Unidos y se ha podido ver antes en algunos festivales españoles como el Flamenco on Fire de Pamplona o el Grec barcelonés, también participan Miguel Ángel Cortés y José Quevedo Bolita a la guitarra, Paquito González a la percusión y Ana Morales al baile.

Para Heredia, la virtud de Tempo de luz no estriba sólo en ese viaje a la felicidad que propone: de paso, comparte con los espectadores las muchas texturas y sensibilidades que conviven en el flamenco. "Aunque los tres nos dedicamos a lo mismo, las voces nos suenan de manera diferente, tenemos diversos conceptos de interpretación... Y cada uno tiene, además, una personalidad muy acusada. Eso da una variedad increíble en el escenario", opina la última ganadora del Giraldillo al cante, que este año, adelanta, no volverá a la Bienal de Sevilla. "Esta vez voy a descansar, no sé cuántas ediciones llevo seguidas", reconoce. Mientras anda embarcada en una gira con Dorantes "y mil proyectos más", empieza a "darle vueltas" a su próximo disco, que acabará con un ya largo paréntesis en el que no grababa. "Soy muy lenta para esta historia, me quema mucho el estudio. Es difícil encontrar una buena idea, y no va conmigo trabajar por trabajar si no es con un sentido".

Arcángel, que sí tiene nuevo álbum y sacará Al este del cante a principios de marzo, señala entre "las cosas luminosas de la vida" el hecho de que "tres cantaores de un cierto nivel se junten para disfrutar. Debería ser algo más habitual pero es la excepción", apunta sobre Tempo de luz, el montaje con el que ha vuelto a coincidir con su maestra Carmen Linares. "Ella es casi mi madrina", sentencia. La conoció cuando él estaba a punto de cumplir 19 años y Linares protagonizaba "una obra que se hizo en Huelva, La Parrala. Me sorprendió la acogida tan bonita, el cariño y el respeto que dio a alguien como yo que estaba empezando. A Carmen le tengo mucha fe por eso. En el mundo artístico no abundan personas así: gente que después de una carrera tan larga florezca de nuevo gracias a la savia nueva, que nunca ha entrado en la confrontación ni en las envidias tontas, y que ha llevado su trayectoria de manera coherente. Es un ejemplo".

Con este espectáculo, el onubense ha comprobado algo que ya barruntaba en proyectos como Las idas y las vueltas, junto a Fahmi Alqhai y la Accademia del Piacere, o su colaboración con las Nuevas Voces Búlgaras, presentes en su próximo disco: la importancia de compartir. "No sé si ahí radica el éxito artístico, pero desde luego sí está el éxito personal. Los seres humanos somos a veces muy tozudos, y nos cuesta reconocer la valía del que tenemos al lado. A menudo nos emocionamos con lo que hacía alguien que murió hace 40 años pero no escuchamos a quien vive en el presente".

Una de las escenas más hermosas de Tempo de luz es un pasaje en el que Arcángel le canta a Ana Morales, quien también celebra la complicidad alcanzada entre todos. "Bailar cuando tienes a estos artistas, de un nivel espectacular, es bastante fácil. Cuando oyes esa potencia en su cante y esas genialidades que hacen, el baile sale solo. Es una cosa que fluye, no tienes que pararte a pensar", asegura la bailaora, que estos días disfruta dentro del Flamenco Festival de una residencia artística. Su investigación se traducirá en una pequeña actuación el 23 en el Lilian Baylis Studio, pero sus resultados se verán en el espectáculo que estrenará en la próxima Bienal de Sevilla, una propuesta que dirige Guillermo Weickert. "Ana tiene muy clara la estructura, más que una dirección férrea lo mío es un acompañamiento. Mi trabajo es más bien confirmarle algunos pálpitos, algunas cosas que ya sabe", explica el coreógrafo. Morales y él trabajan sobre las posibilidades del silencio como espacio creativo, una premisa prometedora. "En el flamenco, un arte tan vinculado a la música, a la voz, a la guitarra, al ritmo", exponen sus creadores, "se trata de quedarse con la esencia, con lo más interno".

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