Manuel Bohórquez. Escritor y crítico de flamenco

"El cantaor tiene que ser un poco golfo, algunos de hoy parecen oficinistas"

  • 'El esquimo', gestado al calor de las redes sociales, incluye letras de soleares y de fandangos del autor.

En su décimo libro -antes había publicado nueve biografías sobre figuras del flamenco-, Manuel Bohórquez cambia la prosa por coplas y poemas. Del análisis a la inspiración. El germen fueron las soleares que ingeniaba cada noche para la red social Twitter -la extensión del palo encajaba en los 140 caracteres-, recibidas con tanto agrado por sus seguidores que desembocaron en El esquimo (CulBuks) -se vende sólo a través de internet y en presentaciones-, título que designa la floración del olivo. En la creación de las letras de soleares y de fandangos, al autor, también crítico de flamenco y periodista El Correo de Andalucía, le avala toda una vida ligado a lo jondo.

-A veces se percibe que a algo tan puro como el flamenco le da vértigo airearse e impregnarse de modernidad. ¿Qué opina?

-El flamenco y los flamencos se han ido adaptando a la evolución de los tiempos. Se veía mal que los cantaores puros cantaran en los cafés cantantes del XIX, y lo hicieron. Fueron de los primeros en grabar cilindros de cera y cuando llegó la radio se metieron ahí también, como hicieron cuando llegaron primero el cine y luego la televisión. Ahora están todos en las redes sociales. Nunca se quedan atrás.

-¿Quién le gustaría, de los que ya no están, que pudiese cantar una soleá de las que ha escrito?

-El Carbonerillo y Tomás Pavón, de los de antaño. De los de esta época, Morente y Camarón.

-Porque estas letras se escriben para que puedan cantarse... ¿o son más un capricho personal y literario?

-Cuando escribo una soleá lo hago cantando y no pienso para nada en quién podría cantarla. Ya hay cantaores que las cantan y El Pele quiere meter algunas en su último disco. Anda loco con esta soleá: Me hice por ti marinero/ el mar se tragó mi barca/ y naufragaron mis sueños. El Pele es una de mis debilidades. Pero en realidad las hago para mí, no para nadie.

-Dos de los cuatro apartados del libro son Soleares para irse a dormir y Poemas a media noche. ¿Le inspira la atmósfera nocturna para crear y escribir?

-Me inspira mucho, sí. Pero suelo escribir por las mañanas temprano. Ahora, una soleá sale mejor de noche, cuando antes de acostarte repasas lo que has hecho a lo largo del día y reflexionas un poco sobre la vida.

-Se canta lo que se vive/ por eso hay voces que duelen/ y voces que nada dicen. ¿Hasta qué punto la experiencia vital condiciona el desarrollo artístico en el cante flamenco? ¿Cómo percibe el duelo entre la genética y la experiencia?

-El cantaor tiene que tener vivencias, gustarle la noche, las fiestas, ser un poco golfo y apasionado, gustarle las mujeres o los hombres, da lo mismo. Algunos de hoy parecen oficinistas, se toman esto del cante como una carrera universitaria. Esos no me gustan nada, me aburren, aunque lleguen a cantar bien.

-Un grito de libertad/ de lucha y de rebeldía./ Un grito de libertad./ En una tierra dormida,/ si no gritas la verdad/ dormirás toda la vida. ¿Por eso Andalucía parece seguir adormilada, por susurrar más que por gritar?

-Andalucía está desconocida, drogada con la televisión regional y el fútbol. Se han perdido el espíritu crítico y los ideales y consentimos que siga gobernando un partido que ha engañado a todos.

-Permítame que abandone por un momento el libro. Aunque hay excepciones como El Cabrero, Manuel Gerena, Juan Pinilla... ¿qué le parece que en el contexto adverso que acontece la tendencia en el cante siga siendo contemplativa ?

-Los cantaores contestatarios no tienen ya el mismo sentido que en la época de falta de libertad. Gerena y El Cabrero siguen manteniendo su estilo, quizás porque no les favorecería un cambio a estas alturas. Juan Pinilla es un ejemplo de compromiso social y político, pero no tiene el carisma de ellos, o el que tuvieron Menese y Morente.

-A Félix Grande, poeta y flamencólogo fallecido este año, le dedica el libro y uno de los poemas. ¿Le falta al flamenco quizá más gente que se le arrime con la capacidad que él atesoraba?

-Ha habido intelectuales que se apoyaron en el flamenco hasta que cogieron nombre para hacer otras cosas y acabaron alejándose, como José Manuel Caballero Bonald. Félix nunca se alejó de este arte, era un enamorado de lo jondo y, sobre todo, de la poesía del flamenco. Siempre que nos veíamos no hablábamos de otra cosa que de soleares.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios