BIENAL DE FLAMENCO

Preparados, listos... ¡Bienal!

  • Con el foco puesto en evitar los contagios, la Bienal de la pandemia tiene por delante el desafío de llegar a los sevillanos

María Moreno y Antonio Canales en el 'flahsmob' inaugural.

María Moreno y Antonio Canales en el 'flahsmob' inaugural. / Antonio Pizarro

Con el compás del baile de Sevilla y un pregón que nos invita a recordar que en el flamenco las cosas siempre han sido difíciles, ha arrancado esta Bienal de Flamenco atípica, marcada por la incertidumbre, el miedo y la improvisación. En este contexto, en el que cada nueva normativa obliga a revisar los aforos y suscita nuevos temores, queda aún más lejos la pasada inauguración en la que la Bienal salió a la calle y cruzó el río en una fiesta inclusiva y multicolor que fue la más abierta, integradora y numerosa hasta hoy. Allí, en una abarrotada plaza del Altozano, escuchamos a un guiri preguntar what happen? sorprendido ante los que ocurría y ahora la pregunta podría repetirse igual aunque lo que suceda sea invisible y el acento sea más bien del Tardón. Porque, aunque la intención del Ayuntamiento de Sevilla sea "transmitir al mundo que llama del flamenco sigue encendida", ésta será la Bienal de Sevilla y tiene por delante el desafío de llegar a los sevillanos.

También, cómo no, el reto de la gestión de las medidas sanitarias y de seguridad y en las que se vislumbran lagunas o exigencias poco acordes como tener que llevar la entrada impresa en estos tiempos de smartphone. En cualquier caso, la valentía del Ayuntamiento y de Antonio Zoido para mantenerse firmes en su celebración y buscar fórmulas alternativas a la excepcionalidad del momento es algo que agradece todo el sector.

Se entiende menos los anuncios fallidos en su programa y las ausencias de figuras de lo jondo y de otros jóvenes, esperados por la afición, que se han quedado fuera. Tampoco que un cartel que claramente apuesta por la vanguardia arranque con el Ballet Flamenco de Andalucía y se cierre con Estrella Morente, en vez de con Rocío Molina e Israel Galván, los más inmediatos en fechas y mucho más en sintonía con la filosofía de la edición.

En cualquier caso, ahora el foco está puesto en evitar los contagios entre los espectadores y los artistas porque, como se bromeaba estos días -que el humor no nos lo quiten-, nadie sabe qué podría pasar si el positivo lo dan esos palmeros que les tocan a todos. En definitiva, será una Bienal con menos espectáculos, menos artistas, menos abrazos, menos risas y menos cervezas, pero, ojalá, una Bienal grande.

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