LA ESCENA LOCAL | MÚSICA

Pioneras eléctricas de Sevilla

  • La Fábrica de Artillería acoge el jueves la presentación del documental de Iratxe Pérez 'Pioneras del rock sevillano', junto con un concierto de la banda Corea + Slow Project

Sario Téllez, Marilú Montesinos, Montse Rueda y Carlota Berzal, durante un ensayo en la Factoría Cultural.

Sario Téllez, Marilú Montesinos, Montse Rueda y Carlota Berzal, durante un ensayo en la Factoría Cultural. / Julieta García

La Fábrica de Artillería acoge este jueves la presentación del proyecto Pioneras del rock sevillano con la proyección, a las 19:00, del documental que dirige Iratxe Pérez, al que seguirá un concierto escénico de Corea + Slow Project con la participación de tres de aquellas pioneras, Aurora López, Mercedes Bernal y Concha Laverán. La representación cuenta con textos de Montse Rueda (bajista, vocalista y actriz) y Sario Téllez (coros, actriz y directora escénica), además de la danza de Carlota Berzal y Raquel Lao, que son también teclista y batería. El grupo se completa con María Luz Montesinos, aka Slow Project, que se ocupa de las guitarras y sintetizadores.

"El documental comienza hablando del presente –explica Montse Rueda, autora junto a Sario Téllez de los textos– porque aunque hablemos de las pioneras lo que de verdad queremos mostrar es el presente tan especial que están viviendo las mujeres. Nuestro presente es Corea, un proyecto muy abierto, musical, escénico, sin roles establecidos, que también puede ser una banda con opciones a entrar en la escena independiente".

El documental fue seleccionado en el banco de proyectos del ICAS y pretende expandirse hacia Portugal, "donde hemos empezado a contactar con pioneras de allí, como Ondina Pires y Ana Da Silva, fundadora de las Raincoats. También queremos abrirnos al resto de Andalucía", contextualiza Sario.

Montse Rueda, en la obra 'La chica del grupo'. Montse Rueda, en la obra 'La chica del grupo'.

Montse Rueda, en la obra 'La chica del grupo'. / Rafa Núñez Ollero

Corea es un proyecto de investigación que se desarrolla por tres vías: música, documental y teatro. "Leyendo un día La chica del grupo, el libro de Kim Gordon –recuerda Montse– empecé a revivir cosas de mi propia experiencia en bandas de chicos, como Ansia y los Fugitivos, en la que igual que ella en Sonic Youth yo era también la única chica de la banda, algo muy común entonces. Esta mujer era un referente para mí, y le propuse a Sario un proyecto teatral llamado así también, La chica del grupo, como homenaje a todas las chicas de la generación de los años 80 y 90". Pero Sario le dio un significativo giro a la idea. "En lugar de la vida de Kim Gordon lo basamos en la de Montse y lo situamos en Sevilla. Pero mirando atrás y adelante en un recorrido que nos lleva desde Hildegard von Bingen, en el Medievo, y Bárbara Strozzi, en el Barroco, pasando por otras mujeres increíbles, de las que se sabe muy poco, como Sister Rosetta Tharpe, Wanda Jackson, hasta Montse, Aurora, Mercedes y Concha, con apoyo de una base audiovisual creada por Javier Nomón y proyecciones del Fun Club cedidas por Pepe Benavides".

Todo surgió de una necesidad de Montse. "Estaba harta de ver libros, documentales, homenajes y todos son chicos; las pocas chicas que aparecen son casi todas vocalistas. Yo me compré una batería, una guitarra, un bajo y con mis instrumentos intenté formar una banda con Aurora, que se iba a llamar Las Vacas Flacas, pero ella estaba en Amphetamine Discharge y Amenábar se los llevó, así que nos quedamos ahí. Era siempre un querer y no poder, buscaba instrumentistas por todas partes y no las encontraba; que yo conociese estaban Concha Laverán y Eva Puga, bajistas en Sick Buzos y Desahogados, respectivamente, y Ana Marinelli, batería en un grupo que formó Alfonso Espadero y no llegó a tener nombre siquiera. No siguieron y esa es otra de las razones por las que quería hablar del tema. ¿Qué les pasó? Nadie les ha preguntado nunca cómo se sentían allí. Yo misma me he culpado muchas veces por haberme ido". Sario continúa enfáticamente: "Vuestras historias ya nos las sabemos de sobra. Ahora queremos contar las nuestras. Queremos crear espacios donde contar lo que nos pasa, lo que sentimos, lo que nos pasó, lo que queremos que nos pase, lo que estamos viviendo en este momento".

Otra imagen de Sario Téllez, Marilú Montesinos, Montse Rueda y Carlota Berzal. Otra imagen de Sario Téllez, Marilú Montesinos, Montse Rueda y Carlota Berzal.

Otra imagen de Sario Téllez, Marilú Montesinos, Montse Rueda y Carlota Berzal. / Julieta García

El rock sevillano de los 80 era un mundo de hombres que Montse sigue recordando. "Yo me había ido de mi casa para ser actriz, cantante, con todo en contra y para mí fue una revelación encontrarme con Aurora, una chica de Bollullos, allí arriba, con su faldita y su fuerza. Los chicos tenían sus propias dinámicas; ellos venían de tocar en un montón de bandas y tú acababas de llegar, empezabas a tocar y terminabas siempre cantando, que se supone que era lo que hacías bien o lo que tocaba que hicieses, en una inercia muy difícil de romper, y mira que yo lo intenté. Noté esa dificultad de bregar en un mundo de hombres. Si eras un chico disfrutabas del lema de sexo, drogas y rock'n'roll, pero para mí era un horror; yo tenía derecho a expresar mi sexualidad y mi energía como ellos, pero me acosaban, me ponía en riesgo; ni te cuento lo que era ir desde el Fun Club hasta mi casa andando".

Carlota incide en ello. "Creo que ahora hay un poco más de apertura y más grupos de mujeres, pero no son suficientes. Eva Puga decía que cuando salía de los conciertos en aquellos años no sentía ningún tipo de miedo y ahora sí lo siente. En ese sentido hemos vuelto atrás. Yo no he vivido los años 80, pero cuando yo era más pequeña volvía a casa a las cinco de la mañana tan tranquila y ahora voy con susto. Hay que seguir revisando problemas que no se han solucionado. Es interesante ver en diferentes generaciones los problemas latentes, porque algunos laten muy fuerte".

En Raquel aún se acentúa más la diferencia de épocas. "Yo comencé con la música hace muy poco y no me había parado a pensar si la figura de la mujer estaba muy incluida o no. Desde que empecé en un taller del Cicus siempre me sentí muy apoyada; vivía en los mundos de Yupi y al escuchar historias que no había vivido sentía que había llegado en la época en la que ya está todo hecho. Pero como dice Carlota, no está todo hecho. Además me he dado cuenta, al estar en bandas con muchos chicos, de que a veces ponen a una chica simplemente por inclusión, por necesidad, porque así les van a llamar de más sitios, y no se sabe en realidad si el que haya una chica en la banda es porque de verdad valoran su trabajo o porque les interesa como queda visualmente".

Marilú Montesinos y Carlota Berzal, en la obra 'La chica del grupo'. Marilú Montesinos y Carlota Berzal, en la obra 'La chica del grupo'.

Marilú Montesinos y Carlota Berzal, en la obra 'La chica del grupo'. / Rafa Núñez Ollero

"Ahora hay que decir aquí estamos. Con 50 años y con toda la potencia del mundo. Es lo más punki que podemos hacer". Montse se entusiasma: "Muchas veces el enemigo lo tenemos dentro, tenemos miedo a equivocarnos, a que nos digan que no valemos lo suficiente; sentimos que tenemos que estar súper preparadas para hacer algo pero no tenemos que demostrar nada, simplemente salir y hacerlo. Hay que sacudirse el síndrome de impostora que nos hace pensar que cuando haces algo bien es porque has tenido suerte, no porque vales. Nos ven como mujer antes de vernos como persona".

María Luz aclara mis dudas sobre si la diferencia de edad entre ellas une o separa sus criterios creativos. "Más que la diferencia de edad, es importante la diferencia de estilos que nos gustan, pero al estar abiertas y juntas tenemos una actitud positiva para escuchar y aprender. Que además esa es mi manera de vivir en general".

No es una banda al uso; el proceso de Corea es un brainstorming musical muy perfeccionista. Mientras componen piezas originales, la música que acompaña su obra se basa en versiones del Medievo y el Barroco con sonidos actuales de guitarras eléctricas y música electrónica, en busca de un lenguaje propio. Su nombre viene del verbo corear y es también una danza, la corea, que se realiza con una melodía cantada; muy ajustado a una formación de actrices y bailarinas que rompe estereotipos.

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