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Adiós a Germán Coppini, un grande del pop español

  • El músico cántabro, voz inolvidable de Siniestro Total y Golpes Bajos, muere en Madrid a los 52 años.

Germán Coppini, nacido en Santander en 1961, antiguo miembro de Siniestro Total (fue su primer cantante) y más tarde fundador y compositor de Golpes Bajos, murió la pasada Nochebuena en Madrid a los 52 años debido a un cáncer de hígado.

Fue una de las figuras más potentes y singulares de los años 80, y también una de las más osadas, ya que su abandono de Siniestro Total en pleno apogeo del grupo gallego para dedicarse, algo a contrapelo en aquella época, a las gemas de pop templado, preciocista y de filiación culta de Golpes Bajos, con el que escribió algunas de las páginas más brillantes de la música popular de la época y varias canciones de hondo arraigo en la memoria colectiva como Malos tiempos para la lírica, Cena recalentada o No mires a los ojos de la gente, no fue en todo momento comprendido por los seguidores de su anterior etapa de ligereza, efervescencia y cápsulas punk.

Aunque su nombre siempre estará unido a esas dos bandas, Coppini, siempre inquieto, valiente y a su manera heterodoxo, no dejó de involucrarse en otros proyectos y en la actualidad, después de 17 años alejado de la primera fila, había grabado un nuevo trabajo en el que reinterpretaba grandes hitos de la canción latinoamericana más comprometida políticamente (temas de Víctor Jara, Violeta Parra, Atahualpa Yupanqui, Chico Buarque, Pablo Milanés...) bajo el título América herida.

El inminente 2014 era el año previsto para su debut con el grupo malagueño Néctar, con cuyo sonido en la onda del clasicismo pop-rock sintonizó este vocalista de tesituras personalísimas que solía escribir canciones tristes -con frecuencia abiertamente desoladas- sobre la incomunicación y el frío y la extrañeza de la vida, a pesar de lo cual eran manifiestamente coreables. Por esta clase de cortocircuitos, el cántabro fue durante casi toda su carrera uno de esos músicos de culto, categoría de voluntad elogiosa pero de fortuna dudosa o ambigua en la que se amontonan los creadores que no son encasillables o fácilmente homologables para los gustos mayoritarios.

En los 80 vivió, como se ha dicho ya, tanto en Galicia como en Madrid, en plena explosión de la llamada Movida, sus años de mayor gloria. En noviembre de 1982 el sello independiente DRO lanzó el álbum ¿Cuándo se come aquí?, de Siniestro Total, cuyo primer single, dedicado a Jomeini y titulado Ayatolah, catapultó hacia el gran público a la joven banda procedente de Vigo y formada por Miguel Costas, Julián Hernández y Alberto Torrado junto con el propio Coppini. En una entrevista de 2012, el cantante confesaba que aquel disco fue "el inicio de los inicios, la creación del mundo". "Vivíamos una época de euforia. Existía un denominador común: no había reglas. Y si las había, nos las saltábamos a la torera, eso era lo excitante".

En medio de este exitoso frenesí, Coppini creó junto a Teo Cardalda Golpes Bajos. Finalmente, en 1983, dejó Siniestro Total para dedicarse plenamente a este otro proyecto. La maniobra le costó no pocos ataques, e incluso muchos jóvenes doctrinarios del sonido predominante en aquella época lo acusaron de "traidor" a la Movida.

A pesar de todo, en estos años gozó también del éxito de la crítica y en 1984 Golpes Bajos recibió el Premio Ícaro al mejor grupo revelación que concedía Diario 16 así como la distinción al mejor grupo que otorgaba la sala de conciertos madrileña RockOla. El grupo, no obstante, tuvo una corta vida: en 1985 sus integrantes anunciaron el fin de la aventura durante un concierto en Barcelona.

Su seguidores tuvieron que esperar dos años más para que Coppini se decidiera a grabar su primer disco en solitario: El ladrón de Bagdad (Hispavox, 1987). En 1989 llegó el segundo, Flechas negras, su particular lectura del soul de los 70.

Melómano compulsivo y sin prejuicios, en los 90 se dedicó sobre todo a su afición por la música de latido latino en discos como Carabás (1996), publicado por Nuevos Medios. Sus apariciones, en todo caso, fueron más bien escasas, aunque no dejó de participar en trabajos de otros compañeros, como Antonio Vega.

En 2001 dio rienda suelta a su faceta política y se presentó a las elecciones generales en la lista del partido Republicanos. Seis años después, volvió de lleno a la música con un nuevo proyecto, Lemuripop, el que acaparó más atención por su parte en su última etapa, muy afectado ya por la enfermedad.

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