La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

Las otras banderas del 28-F

Llevamos 40 años intentando saber qué es el andalucismo socialista y ahora toca saber qué significa el andalucismo popular

Primer puente festivo del año con toda Andalucía pendiente de un agente externo (ni oportuno ni invitado) completamente ajeno a identidades, himnos y banderas: el coronavirus. La fotografía se mueve entre lo previsible y lo paranoico: (prudentes) cancelaciones de viaje y cambios de destinos para esquivar los puntos calientes -de China a Italia pasando por Canarias, Valencia o Sevilla-, (lógicas) medidas de prevención en las grandes empresas bloqueando la movilidad de sus trabajadores -con Amazon y Google a la cabeza- y (previsibles) suspensiones de eventos globales -la ITB de Berlín resulta tan simbólica para el turismo como el Mobile Congress de Barcelona para el sector tecnológico-.

Luego están los vaivenes del mercado transnacional -de las competiciones de fútbol a las olimpiadas- y las escenas de la vida cotidiana que basculan entre lo costumbrista y lo delictivo. Lo relataba ayer en Granada Hoy un erasmus de la UGR en Roma que tiene de compañeras de piso a una china y una coreana y que está sufriendo en primera persona no sólo las consecuencias del sensacionalismo que se ha instalado en los medios -resulta toda una lección que sea un universitario (aislado) quien se posicione contra el alarmismo y lance un mensaje de prudencia y de cordura- sino también las reacciones más "surrealistas" que se están produciendo a pie de calle: de no querer subirse a un autobús con una persona de origen asiático a directamente la agresión.

A todo ello se une, por supuesto, esa otra realidad paralela que es internet y las redes sociales en un escenario proclive a la desinformación y la estafa: de los ladrones a domicilio que están desvalijando a parejas de ancianos en Italia haciéndose pasar por autoridades sanitarias hasta el mercado negro que confunde lo médico con lo psicosomático en la dimensión 2.0: geles desinfectantes, kits anticontagios, gafas de seguridad, guantes protectores… a precios indecentes.

¿Qué tiene esto que ver con Granada? ¿Y con la Andalucía del 28-F? ¡Pues todo! A nivel regional, la celebración de la autonomía en el 40 aniversario del histórico referéndum que situó a Andalucía a la cabeza del autogobierno (otra cuestión es el análisis sobre las ventajas alcanzadas) se ha transfigurado en una inaudita carrera de todos los partidos por revitalizar el andalucismo. ¿Y eso qué es exactamente? Porque no lo saben ni ellos.

Vox va por libre con su enmienda a la totalidad del Estado de las autonomías y su añoranza de una España patriótica y unida que se rebela con el café para unos pocos en que se ha traducido el autogobierno. En el otro extremo, el Adelante de Teresa Rodríguez -ya emancipada del Podemos de Pablo Iglesias- ha contraprogramado este año los actos oficiales reclamando "pan, trabajo, techo y dignidad" para una Andalucía que "lucha y no se resigna". Resulta desconcertante...

Todos los partidos se apuntan a un andalucismo de nuevo cuño, moderno y constitucional con que ligar sus siglas a la bandera blanca y verde; el Sur como contrapeso a la batalla por la independencia de catalanes y vascos y como garante de la "igualdad" y "solidaridad" en todo el territorio español. Loable si no tuviéramos en cuenta que en Madrid gobierna la izquierda y en Sevilla la derecha. Y que no hay relato (no partidista) que pueda esquivar que en Andalucía hemos vivido cuatro décadas de andalucismo socialista para tener que aprender ahora qué significa el andalucismo popular.

En Granada nos hemos despertado este 28-F sin saber siquiera si ese (nuevo) andalucismo nos beneficia o nos perjudica. No hace tanto de la región tercermundista que todos querríamos dejar atrás y mucho menos de esa Andalucía que avanza sin alcanzar el nivel medio de quienes van delante (nosotros corremos pero ellos corren más).

Las fotografías parciales son un engaño. Y nada significará en la Junta que se cambie el logo institucional si seguimos ondeando la misma bandera conformista del agravio y la resignación; si no somos capaces de entender qué significa una crisis global como la del coronavirus. De eso debería ir lo del nuevo andalucismo. Para la Andalucía que pivota sobre Sevilla y para Granada.

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