La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

Salvar vidas o salvar la Navidad: los 'pitonisos' del Covid

No confundamos las noticias con los deseos: los datos de contagios y muertos no reflejan que la curva esté "doblegada"

Juanma Moreno se ha puesto esta semana a altura de Bill Gates: en la Junta han frotado su bola de cristal para certificar que la curva de la segunda ola del Covid ya está "doblegada" y el gurú norteamericano es capaz de avisarnos sobre cuándo llegará la siguiente pandemia.

La realidad, sin embargo, es tozuda. Los datos sobre contagios, hospitalizados y muertes nos dicen todo lo contrario: Granada sigue siendo uno de los focos más preocupantes en toda la comunidad a pesar de que llevamos más de un mes con durísimas restricciones y un confinamiento parcial.

Si analizamos fríamente los indicadores oficiales, la única conclusión sólida que podemos extraer es la misma que en primavera: si reducimos la movilidad con el cierre de bares y comercios, si limitamos los contactos sociales encerrándonos en casa, el coronavirus se contiene.

Pero ni el virus se venció a las puertas del verano como entonces proclamó Pedro Sánchez ni se ha derrotado ya en Andalucía soñando con que podamos "abrir el grifo" en Navidad. Porque una cosa son los deseos y otra bien distinta la calle; porque una cosa es la información y otra la propaganda.

Ser el fundador de Microsoft no te salva de hacer el ridículo. Bill Gates dice que, con suerte, no nos sacudirá una nueva pandemia hasta dentro de 20 años; ¡o puede que en tres! Con ese margen de error cualquiera de nosotros podríamos dedicarnos al negocio de las predicciones. Gates no tiene además una gran trayectoria de aciertos: aún recuerdo la rotundidad con que predijo en los 90 que los periódicos de papel desapareceríamos en el año 2000… ¡y aquí estamos!

En Andalucía, deberían aclararnos desde la Junta si el objetivo real es "salvar vidas" o "salvar la Navidad". Mientras no haya vacuna con garantías y tratamientos efectivos, la gestión de la pandemia no deja de ser un tira y afloja con el virus. Parches y actuaciones a remolque que terminan desarrollándose con demasiada letra pequeña. Las ayudas de los 1.000 euros son un ejemplo: pregunten a cualquier autónomo que se haya peleado con el BOJA para ver si tiene derecho a solicitarla y haya evaluado qué le soluciona.

Otro de los mensajes de estos días ha sido que "hay que evitar una tercera ola": del consejero Aguirre al presidente. ¿Pero tercera ola o cuarta? Porque el consejero Bendodo ya declaró a mediados de octubre que a lo que nos enfrentábamos en Andalucía era a "una tercera ola" más "agresiva" y "casi del mismo nivel que la primera".

Argumentaba entonces que la segunda, "más leve y moderada", la pasamos a mediados de agosto. ¡Sin darnos cuenta! Lo bueno de su interpretación es que nadie podía acusar al Ejecutivo de PP-Cs de exceso de confianza ni de imprevisión; lo malo (para Bendodo) es que nadie le compró su análisis. Se quedó solo.

El Ministerio de la Verdad

Hace unas semanas, uno de los pocos debates que marcó la actualidad política al margen del coronavirus fue la decisión del Gobierno de imponer una especie de "Ministerio de la verdad". A golpe de BOE. La excusa ahora era desarrollar el plan de la Comisión Europea contra la desinformación pero el trasfondo del asunto poco varía del planteamiento que ya hizo el PP de Mariano Rajoy en 2018.

Entonces Podemos y el propio Pablo Iglesias se posicionaron abiertamente en contra: "Pretenden erigirse en defensores de la verdad mientras usan RTVE para su propaganda y difunden las fake news de los tabloides de sus amigos"; "Que el Gobierno decida qué información es 'verdad' es el adiós de la libertad de expresión y de la democracia". Unos argumentos de peso que hoy se diluyen por una única razón: son ellos los que podrán ejercer lo que antes tildaban de "censura".

El problema, como siempre, es el mensajero. Pero cómo nos protegemos los ciudadanos, y hasta los periodistas, de ese cáncer informativo que es la propaganda. El periodismo de declaraciones no debería llamarse ni periodismo. Ni se puede contrastar ni se sostiene en el tiempo. Las circunstancias e intereses de cada momento determinan lo que es bueno y malo; lo que es verdad y lo que es intoxicación.

Me gustaría creer a Bill Gates cuando dice que "no seremos tan estúpidos la segunda vez". Y a Juanma Moreno cuando muestra el camino para "salvar vidas" en Navidad. Pero no nos equivoquemos: no son anuncios ni noticias; es una cuestión de confianza y casi de fe.

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