Mariano Peña. Actor

“Los teatros están llenos porque la gente necesita reírse”

  • Celebra que, tras meses de pandemia, el mundo de la escena vuelva a coger impulso.

  • Muy pronto actuará en el Gran Teatro con una entrañable obra para toda la familia.

El actor onubense Mariano Peña

El actor onubense Mariano Peña / José Ángel García (Huelva)

Felicidad. Del latín felicitas, -atis. Según la Real Academia de la Lengua Española (RAE), este vocablo define el estado de grata satisfacción espiritual y física de una persona. Un concepto que, especialmente en estos días, se ha revalorizado tomando un mayor peso. Y es que no es fácil -menos en tiempos de pandemia- poder decir, con una sonrisa de oreja a oreja, “soy feliz porque vivo de lo que realmente me gusta”. Eso le ocurre a Mariano Peña. El actor onubense pertenece a ese pequeño grupo de personas afortunadas que hacen de su profesión, un modo de vida.

–Cuéntenos, ¿dónde está ahora? ¿Vendrá a Huelva a pasar el verano?

–Justo estoy de vuelta de Madrid, recién llegado de un par de entrevistas de trabajo y ultimo los preparativos para trasladarme a Punta Umbría a pasar unos días con mi madre. Suelo hacerlo cada verano. Siempre es bueno retomar los orígenes.

El confinamiento me pilló solo en Sevilla y descubrí que soy un compañero para la convivencia maravilloso

–Vive a caballo entre Sevilla y Madrid debido a su trabajo ¿En qué proyectos está inmerso en estos momentos?

–Ahora mismo he firmado dos proyectos de teatro. Una de las obras la veréis en Huelva estas Navidades. Estaré en el Gran Teatro con Cuento de Navidad, en la que interpreto al señor Scrooge, un personaje entrañable. Además de esto, recientemente me habréis podido ver en Pequeñas coincidencias, la primera serie de televisión española original de Amazon Prime Vídeo, que ya cuenta con tres temporadas.

–Parece que la crisis sanitaria no ha hecho mella en su ritmo de trabajo ¿Cómo han sido para usted estos meses de pandemia?

–A mí la pandemia me ha servido para reencontrarme. Estaba acostumbrado a hacer y deshacer las maletas casi a diario.… una locura vertiginosa. Hasta que, de pronto, todo estalla. El confinamiento me pilló solo en mi casa de Sevilla y me sorprendí cuando descubrí que soy un compañero para la convivencia maravilloso. Me reencontré con la lectura, no de guiones, sino placentera, y con la pintura (soy Licenciado en Bellas Artes). Era algo que tenía más que olvidado, porque requiere tranquilidad, aislamiento… Y como ni tenía visita ni la esperaba..dediqué tiempo a ello.

–Pero no todo ha sido positivo.

–Indudablemente. Lo más duro ha sido ver cómo se caían proyectos y se paralizaba todo. Además, estoy observando con estupor cómo algunas tendencias que se adoptaron con el confinamiento, han llegado para quedarse. Por ejemplo, las videoconferencias en la televisión me parecen un horror.

–¿Y qué opina de la gestión de esta crisis?

-Yo creo que las medidas están siendo desproporcionadas y descontroladas. Me da miedo pensarlo pero es una evidencia que ya estoy comprobando. Veo atónito el hacinamiento que existe en el avión o en el vagón del AVE, la cantidad de mesas en los veladores de las calles… y cómo se mantienen, pese a todo, las restricciones de aforo en los teatros. Es algo que no comprendo.

Lo más duro de la pandemia ha sido ver cómo se caían proyectos y se paralizaba todo”

–¿Y parte de culpa de ese descontrol la tenemos los ciudadanos?

– Está claro que buena parte de esta situación se debe a la insensatez del ser humano. Sobre todo, de muchos jóvenes. Me doy cuenta de que hay un mal extendido, un mal que no es notorio, que no se ve, como una roncha en la pierna, pero que mata. Y veo un relajo, una poca preocupación y una gran falta de respeto por el hermano, familiar y conocido, que me apabulla y me aturde. Pero esto es lo que nos ha tocado. Yo, por mi parte, donde intuya un pequeño peligro, seguiré llevando mascarilla . Al fin y al cabo ya lo hemos normalizado. Antes nos reíamos cuando veíamos a un chino con mascarilla. Ahora lo raro es ver a una persona sin ella.

-Con este panorama, ¿cómo afronta sus próximos trabajos en el teatro? ¿Ha notado buena respuesta por parte de la gente?

–Con optimismo. Vengo de Madrid y me esperaba todo más aletargado. He notado que está todo despertando. Los teatros están llenos. La gente necesita reírse, hay muchas ganas de pasarlo bien y de salir a la calle.

–Se le ve feliz. Al fin y al cabo, sigue dedicándose a su pasión.

–Así es. Me siento un afortunado por poder vivir de lo que me gusta. Eso hoy en día es realmente complicado.

–Toda una vida dedicado a la interpretación...

–Siempre lo tuve claro. Ya de niño estaba convencido de que quería interpretar en el más amplio sentido de la palabra. Empecé haciendo teatro, después estudié arte dramático (estudios que compaginé con bellas artes), luego surgió hacer doblaje…me he dedicado a esto desde siempre.

–¿Y cuándo vino ‘el campanazo’?

–Pues lo cierto es que, aunque algunos no lo recuerden, el gran ‘campanazo’, antes de Aída, vino con Arrayán. Fue en la popular serie de televisión de Canal Sur (en 2002) cuando empecé a conocer cómo funciona el medio y a enfrentarme a la inmediatez de interpretar día a día. Ese ritmo intenso de trabajo me dio tablas para papeles que vinieron después y que marcaron, sin duda, un hito en mi trayectoria profesional, como el que hice en Aída con Mauricio Colmenero.

–¿Cómo recuerda sus inicios?

– Al principio de mi carrera recuerdo que en todos los papeles me tocaba hacer de malo. Yo pensaba, pero si me encantan las bromas, ¿por qué no me ven en la comedia?. Y parece ser que me escucharon, porque luego me llegaron 10 existosos años de bendita comedia en televisión con la aclamada Aída (2005-20014).

–¿Cuál diría que ha sido el papel de su vida?

–En contra de lo que pueda parecer, guardo grandes recuerdos de mi paso por el teatro. El teatro es como el embarazo. Tiene un período de ensayo, vas creando al personaje, le vas dando matices…y eso lo hace especial.

El actor Mariano Peña es natural de Manzanilla y pasa cada verano en Punta Umbría El actor Mariano Peña es natural de Manzanilla y pasa cada verano en Punta Umbría

El actor Mariano Peña es natural de Manzanilla y pasa cada verano en Punta Umbría / José Ángel García (Huelva)

–Pero es inevitable hacer mención al personaje de Mauricio Colmenero en Aída...

–Sería un ingrato si no lo hiciera. Aunque el papel ya estaba escrito, es un personaje al que yo le he dado mucho. Sin embargo, no tiene la laboriosidad del teatro. La televisión te exige un ritmo más vertiginoso y vas más al día a día. En la tele no eres consciente de la repercusión del personaje hasta que va pasando el tiempo. Ahora que han pasado ya 6 años de que terminó Aída, soy consciente del gran impacto que tuvo. La gente me sigue recordando por la calle, me sigue llamando Mauricio Colmenero y me sigue haciendo el tiri tiri tiri…

–¿Diría que el género en el que se siente más cómodo es el cómico?

–Yo creo que casi todos los actores queremos hacer papeles dramáticos. Pienso que la comedia está infravalorada y que el actor de comedia está poco reconocido. Si no, mira cuántos premios hay para la comedia y cuántos para el drama.

–Pero usted es la excepción que rompe la regla. Ha recibido numerosas distinciones a lo largo de su trayectoria y algunas de las más relevantes, por su papel cómico en la serie Aída.

–Y es algo que agradezco y valoro. Yo siempre me he siento muy querido en mi tierra y estoy muy feliz por los éxitos cosechados a lo largo de mi carrera. Pero siempre he pensado que los premios son lo que son, dicho con todo mi cariño. Te dan un premio porque llamas la atención por algo, pero hay mucha gente que llama la atención, que hace grandes trabajos y no es premiada. Que te nominen a un premio ya es una lotería. Que te lo den, lotería y media. Todo es muy relativo. Hay gente maravillosa que no está ni trabajando. Y a la inversa. Gente que está en la cúspide de la ola, que no para de trabajar y que, a mi parecer, no es para tanto.

–¿Se esperaba ganar un Ondas?

–Nunca me planteé que me lo dieran. Me llamó para contármelo mi gran amigo Pepe Villuela. Aunque, de todos los reconocimientos, el que recuerdo con más cariño fue el premio ‘La Luz’, por recibirlo en mi tierra, en el marco de la 41 edición del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva.

–Además cuenta con el reconocimiento de los compañeros de profesión.

–Sí. Me siento muy feliz y respaldado. Apoyo que quedó reflejado cuando me concedieron el Premio de la Unión de Actores en 2006. Esta profesión despierta muchas envidias, zancadillas y rencores. Por eso, que los propios compañeros reconozcan tu trabajo y quieran premiarte es de agradecer.

Huelva es la gran desconocida y a veces peca de discreta. Tenemos que hacer más ruido

–¿Y qué opina de su tierra?

–Estoy convencido de que Huelva lo tiene todo, pero le falta creérselo y venderse mejor. Huelva es la gran desconocida, pero gracias a ese desconocimiento, tiene esas playas maravillosas que te pones a pasear y nunca ves el fin. Si esto hubiera sido un segundo Marbella y se hubiera vendido mejor, todo sería diferente. Aunque ha cambiado muchísimo, afortunadamente, si la comparamos con mis años de juventud. Pese a todo, creo que nuestra provincia, a veces, peca de discreta. Debemos hacer más ruido.

–Siempre ha hecho gala de sus raíces y de su acento, ¿alguna vez ha sido un hándicap en su trabajo?

–Nunca el acento ha sido un hándicap para mí, pero me molestan mucho aquellos que juzgan el valor de algunos profesionales por su acento. Recuerdo cuando mi personaje de Benito Zambrano en la serie Allá Abajo abrió la caja de pandora y todo el mundo se asustó del nivel interpretativo que había en Andalucía. La gente pensaba, ¿dónde estaba ese talento? Pues estábamos en casa. Porque claro, si te oían hablar es verdad que pensaban que los andaluces no sabíamos castellanizar. Y yo siempre he dicho: primero, ¿por qué hay que castellanizar? y segundo, hazme una prueba y luego me dices qué opinas.

–¿Qué le parecen aquellos que hacen chistes con nuestro acento?

- Me cabrea y me indigna el andaluz gracioso. Es verdad que tenemos gracia pero no esa gracia barrio bajera con la que se confunde. Ser andaluz tiene cierta simpatía, como el acento cubano, que también es simpático. Nuestra forma de hablar gusta, pero de ahí a la burla…

–¿Qué es lo que más añora de su tierra cuando está lejos?

-Lo que más añoro es, sobre todo, la cotidianeidad. El día a día, esa frescura, ese sentirte en casa, nuestro humor. A mí me gusta mucho jugar con el doble sentido de las palabras, con la ironía, pero me doy cuenta de que, primero, mi humor no es fácil y de que cuando subes allí arriba piensas que has pasado de Despeñaperros. Amo Madrid pero soy consciente de que allí tengo que dejar a un lado mis bromas, porque sé que la gente se puede molestar. Eso es lo que más echo de menos de Huelva cuando estoy fuera. Son cosas de las que en mi tierra no me tengo que preocupar porque la gente te sigue, para lo bueno y para lo malo. No tenerte que plantear ese doble juego y sentirte en casa es una maravilla.

De todos mis premios, destacaría los que he recibido en mi tierra

–¿Cada cuanto tiempo viene a Huelva?

- Vengo siempre que puedo. Aquí vive mi familia. Yo nací un mes de enero de 1960 y ese agosto ya lo pasé en Punta Umbría. Recuerdo haber pasado el verano en mi trocito de paraíso toda la vida.

–¿Sus inicios en la interpretación fueron en Huelva?

Creo recordar que la primera vez que actué algo más enserio sí que fue en Huelva capital. Igualmente, esto es algo que me ha acompañado desde la infancia. Cuando tenía 11 años ya me ponía a escribir mis cosas en los corrales de las casas. El arte dramático ha corrido por mis venas desde que tengo uso de razón y me siento orgulloso de seguir disfrutando de ello cada día.

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