Huelva

La tauromaquia de José Tomás

  • Realiza lances y muletazos dentro de la ortodoxia, que fueron creados por distintos diestros legendarios.

Quietud. Quietud. Quietud. Su obsesión es la búsqueda de ceñirse al máximo, de que los pitones del astado le pasen cerca.

 Es el gran reto de José Tomás, que provoca una explosión incontrolada de emoción que embarga a cada espectador, al que pone el corazón en un puño. Unas veces, lances y muletazos profundos. Otras, verticalidad, hieratismo. Pero todo dentro de la ortodoxia, con suertes que han sido creadas por toreros legendarios, entre ellos su particular dios, el monstruo cordobés Manuel Rodríguez Manolete, al que admira por encima de todos, y del que toma su particular visión de unas manoletinas ceremoniosas y ceñidísimas, ejecutadas siempre con una quietud pasmosa.

La búsqueda del máximo riesgo, con espacios acortados hasta lo inverosímil, hace que en algunos momentos algunas suertes no sean limpias. Si sucede eso, queda difuminado y envuelto por la sorpresa ante su máxima exposición, porque el ajuste suele ser tan ceñido que es un detonante sumamente eficaz para que estalle la emoción desbordada.

Decía el maestro Antonio Ordóñez que "hay ocho o diez tardes por temporada en las que hay que salir a morir". Lo que caracteriza a José Tomás es que el número de ocasiones en las que se entrega sin reservas es muy alto. También decía el rondeño, aludiendo al valor del madrileño, que "José Tomás pone el cuerpo donde otros la muleta".

Como la mayoría de toreros, tiene un patrón estándar en su actuación, en la que entre otros lances habituales nos encontramos con la verónica, la gaonera y la chicuelina. Con la muleta suele abrir la faena con estatuarios. El natural lo interpreta la mayoría de las veces mejor que el derechazo. Suele cerrar con manoletinas. Y tiende a asegurar con la espada.

Ayer, no desplegó todas sus suertes habituales, como la gaonera, en honor al mexicano Rodolfo Gaona o sus impresionantes estatuarios. En cualquier caso. hubo quietud y, por momentos, echó la moneda al aire, metiendo el susto en el cuerpo a los espectadores. Sin duda, uno de los rasgos propios de la tauromaquia de José Tomás.

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