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Del BRASIL GRANDE a la vida de hoy en FacebooK

  • La buena vecindad Medio siglo se cumplirá muy pronto de la demolición del Brasil Grande, una casa levantada en 1892 en plena eclosión colombina; con partidos alquilados por cinco pesetas

El Brasil Grande era un lugar muy singular. Así lo atestiguan quienes lo conocieron y vivieron en él. De su derribo hará el próximo año medio siglo, que se dice muy pronto. Así la ciudad se abría a un nuevo eje, el de la Gran Vía y, con ello, a una nueva época en la que las calles y avenidas iban creciendo.

Aquel patio de vecinos dio paso a dos altas torres, a un nuevo espacio de viviendas. Se cambió el caserón de la Santísima Trinidad por el Parque América. Nuevas y mejores viviendas a las que no tuvieron acceso sus vecinos, pero sí encontraron mejores casas en barriadas que se levantaban en la ciudad.

Hay que decir que el Brasil Grande, como todo el mundo le conocía, porque vivían más personas que en la república brasileña, constituyó un reto para la Huelva del siglo XIX. Una oportunidad de vivienda digna para quienes no se podían permitir una casa. Nació por escritura de compra de 17 de agosto de 1892, una iniciativa de Eduardo Díaz, como nos descubre Diego Díaz Hierro. Don Eduardo creó una gran familia al casarse con doña Trinidad Franco de Llanos, de su nombre el del caserón. De ese matrimonio nacieron descendientes que también se preocuparon por la actuación social de la ciudad. Su hijo Enrique Díaz y Franco de Llanos fue quien donó los terrenos para edificar la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús; quien sería el gran baluarte para recomponer la Hermandad del Santo Entierro tras la destrucción de su patrimonio en el asalto a la parroquia de San Pedro en la guerra de 1936. Mientras que su hijo Carlos fue quien donó los terrenos y patrimonio para poner en marcha en su finca y casa el Colegio Madre de Dios, hoy Funcadia (Fundación Carlos Díaz y Franco de Llanos), que gestionan desde el primer momento los jesuitas.

El caserón de la Santísima Trinidad fue contemporáneo de las casas de vecinos de El Perú, Buenos Aires y el Brasil Chico. Aquí se vivían de manera muy especial las fiestas de mayo y la llegada de la Hermandad de San Francisco en la noche del Miércoles Santo, como lo rememoran los descendientes de los antiguos moradores en la esquina de la Gran Vía. En aquellas casas se vivía de forma abierta. La utilización de servicios comunes y el disponer de un gran patio, llevaba a ser el espacio idóneos para los encuentros de vecindad. La mayoría sabía todo de todos. Era lo que se llamó el radio patio. Seguro que mucho mejor y más sano que el Facebook que hoy es el gran patio de vecinos virtual de la época actual.

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