Puerta del Mar

Periodo de renovación en las hermandades de Huelva

  • Las elecciones llevan aire fresco a las hermandades gracias a la obligación de renovación cada dos mandatos

Penitentes de la Misericordia junto a la cruz de hierro forjado.

Penitentes de la Misericordia junto a la cruz de hierro forjado. / Josué Correa

La llegada de la Primavera trae un periodo de elecciones en varias hermandades, lo que es una ocasión para la renovación.

Desde que las asociaciones de la Iglesia se vieran en la necesidad de adaptarse a las normas de la nueva democracia, en el plano del asociacionismo se consiguió un mayor aperturismo en el proceso electoral, en la renovación de hermanos mayores y juntas de gobierno que, por otra parte, siempre se dijo que se elegían por votación en cabildos o asambleas de hermanos.

Ese momento democrático lleva a las hermandades onubenses a contar con una normativa que no solo reafirmaba lo que hasta entonces se había hecho, sino que mejoraba en algo tan importante como el periodo de renovación obligatoria de dos mandatos para el cargo de hermano mayor. Se da un paso por delante a la sociedad civil, en la que todavía se sufre la presencia de políticos que se eternizan en sus cargos sin dejar que entre el aire fresco.

Es el espíritu de la renovación, evitar que las hermandades estuviesen sometidas a círculos cofrades a familias o que siempre estuviesen en las mismas manos. Surge así la necesidad de garantizar la renovación en todos las personas para evitar que estos solo cambiaran de nombre.

Así estuvieron algunas cofradías siempre en manos de los mismos. Con ello no se dejaba paso a otras personas y, con ello, a otras ideas en el seno de una misma hermandad. Se daba así pie a clanes y a actuaciones más propias de mafiosos que de un colectivo cofrade; porque su único objetivo era echar a quienes les pudieran hacer sombra.

Son un peligro los que quieren mantenerse a toda costa en la hermandad y es que en la vida no son más que eso. Estos no harán ningún bien pues, como dije en esta Cuaresma, lo que hacen falta son señores para el Señor.

La Iglesia diocesana no es extraña a todas estas cosas. De ahí que en la última Asamblea Diocesana de Hermandades y Cofradías, -donde tomó un gran protagonismo José Manuel Barral, actual director espiritual del Consejo de Hermandades- se dio un paso más hacia adelante. Se introduce en el articulado de la Norma Diocesana de Hermandades la obligatoriedad de que toda la junta de gobierno debe renovarse al 100% una vez cumplido dos mandatos de cuatro años, nunca mayor de ese tiempo.

El artículo 30 de las Normas Diocesanas es claro: “Quienes hayan formado parte de la junta durante dos mandatos consecutivos no podrán presentarse a elecciones hasta pasados cuatro años de su salida de la junta”.

Así que en beneficio del aire fresco y del futuro de nuestras cofradías lo mejor es hacer cumplir la norma. No se puede estar todo los días de dispensa en la Delegación de Hermandades, así no se le da rigor a la Norma. El Consejo que pretendía incorporar un articulado para no limitar los mandatos del presidente fue rechazado nada más proponerlo.

Así las cosas, no se puede caer en las dispensa con el argumento que cuesta mucho formar una candidatura. No le falta razón a quienes lo dicen, más en esta época en la que es bastante cansado soportar las críticas de los facebook. Se vive, además, una situación de estrés, pues hay quienes concilia sus criterios a puñetazos. Por eso la Delegación de Hermandades debe ser firme y no permitir estas situaciones. Debe promover un mejor ambiente porque así le irá siempre mejor a las hermandades.

Una dispensa debe ser el último recurso, sólo en situaciones límites. Si una hermandad de mil hermanos no es capaz de comprometer a 15 para el gobierno pues mejor será ir pensando en otra cosa y echar el cerrojo.

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