Festival de Cine de Huelva

Una propuesta total, aún más allá del cine

  • José Luis Ruiz y Vicente Quiroga, fundadores de la muestra, destacan su caracter integrador.

Un grupo de jóvenes onubenses creó en 1975 un festival de cine que con el paso de los años se ha convertido en el máximo exponente de la cultura en Huelva. Desde entonces ha soportado muchos cambios, especialmente en los últimos años, en los que no ha sido ajeno a la política y a la crisis económica. Ahora lucha por mantenerse y recuperar el espíritu de aquella Semana de Cine que se perpetuó como referente mundial y ejemplo de trabajo hecho desde la humildad.

Fueron los primeros años reflejados por Huelva Información, en los 80, probablemente, los de mayor esplendor del Festival de Cine Iberoamericano. Lo reconocen dos de sus principales protagonistas de la época e ilusionados fundadores, el ex director José Luis Ruiz (1978-1992 y 1995-1997) y el ex responsable de prensa y ex director general, Vicente Quiroga. Sin ellos no se entendería este acontecimiento.

"El triunfo de la imaginación" es la clave que apunta José Luis Ruiz. Imaginación por sacar adelante un proyecto sin apenas recursos, realizando una propuesta especializada, novedosa en la época, pero muy rica en matices, con actividades que la convirtieron en la iniciativa cultural total de Huelva.

"El otro elemento fundamental para el desarrollo meteórico del festival fue la organización, un equipo de trabajo con ilusión desmesurada, una verdadera piña, una familia que nunca ponía inconvenientes y entre los que nadie cobraba nada", recuerda Ruiz.

Tanto Ruiz como Quiroga coinciden al considerar que el festival "ya estaba totalmente consolidado" en los 80. Ambos destacan el ambiente familiar que se respiraba en la muestra, centralizada en el hotel Tartessos, y la especial relación con los invitados, con un trato "que difícilmente podría repetirse en estos tiempos".

El director tenía "muy claro" que la muestra "no debía despegarse nunca del mundo de la cultura". "Debía estar siempre muy presente -añade- no sólo con el cine sino también tocando otros palos".

Esa apuesta integradora se vio en los carteles, de artistas tan importantes, entre otros, como José Caballero, Rafael Alberti o Cruz Novillo, autor, además, del famoso molinillo de celuloide que aún pervive como seña de identidad. Ruiz recuerda también en esos años la exposición del ilustrador José Ramón Sánchez, "que aún hoy, según los trabajadores, sigue siendo la que más visitantes ha llevado nunca al museo", o la de dibujos originales de Sergei Eisenstein y la de grabados de Dalí.

La música y el teatro también tuvieron su hueco. Pero, sobre todo, la literatura. "En la narrativa latinoamericana triunfaba el realismo mágico y el cine participó mucho de ello", apunta Vicente Quiroga, "con muchas adaptaciones literarias". Fue una época de actividades paralelas con nombres legendarios de las letras, entre ellos tres Nobel (Cela, Saramago y Vargas Llosa). Sólo faltaron García Márquez y Cortázar, cuya visita iba a cerrar en persona José Luis Ruiz en París justo cuando enfermó.

Ruiz asegura que el festival se convirtió en una referencia para otros. "Venían los directores de San Sebastián, Toulousse o Biarritz. Y hasta los chinos aparecieron por aquí para conocernos". También recuerda cómo a la gala de inauguración de 1992, con lecturas de poesía y conocidos guiones cinematográficos a cargo de cuatro prestigiosos actores, le llegaron elogios hasta desde Cannes.

Quiroga cree que una de las claves del éxito de entonces eran los contactos. "José Luis Ruiz, entre otros valores, tenía una agenda riquísima. Supo comprometer a la gente, desde Buñuel a cualquiera". El ex director apunta también el apoyo de Pilar Miró desde la Dirección General de Cine y el incansable trabajo buscando patrocinios.

Cualquier cosa por una fotografía de Irene Papas

Cuenta José Luis Ruiz cómo el año que Irene Papas visitó el Festival llegó tarde con su hermana y se retiró directamente a descansar al hotel. Un redactor gráfico de Huelva Información, recuerda, esperaba para lograr la imagen de la famosa actriz griega y, ante su retiro en la habitación, "decidió hacerse pasar por personal del hotel y presentarse en su puerta para ofrecer un obsequio de bienvenida". "Abrió la hermana de Irene y ella fue la fotografiada. Cuando me enteré, llamé al periódico para advertirles de la confusión. La foto no se publicó", explica.

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