Entre túnicas

Somos unos privilegiados

Carmen Córdoba.

Carmen Córdoba. / M.G.

Llega a sus últimos días esta intensa Cuaresma que estamos viviendo. Disfrutamos plenamente de este pasado Domingo del Pregón, del anuncio de lo que está por venir. ¡Y qué anuncio! Cada vez tengo más claro que no debemos perdernos nada de lo que acontece. Un Gran Teatro repleto, donde volvieron los abrazos que tanto anhelamos. Fueron momentos de emoción, de sensaciones plasmadas, de silencios ante marchas que traspasan el alma. Se ha dicho todo, fue un sentimiento público de fe, de auténtico cristiano, de ese obrero que trabaja por y para las hermandades y la Iglesia. Gracias D. Jesús Manuel Flichi Redondo, porque no pusiste tu corazón y tu alma, pusiste tu vida. Hay pregones que marcan, escritos con mayúsculas, y el tuyo es uno de ellos, donde la palabra Dios, se repetía en cada página, porque sólo su Amor nos sostiene.

Somos unos privilegiados de poder vivir a nuestra manera, sin perder su esencia y su fin en esta bendita tierra, donde nuestra fe debe estar por encima de todo. Y, nosotros los cofrades podemos y debemos demostrarlo de forma comprometida. Hoy jueves, ese amor infinito que profesamos a nuestros Titulares, se verá plasmado detrás de un Cristo Crucificado, el Santísimo Cristo de la Sangre, que con su Cruz se convierte en instrumento de salvación, que nos llevará a nuestros orígenes, a los que dejaron su legado, que no debemos olvidar, para que fuésemos pioneros en este Vía Crucis, y que nos recuerda también a todas nuestras madres que nos enseñaron a rezar tras sus pies, en silencio, con espíritu de sacrificio, manteniendo vivos nuestros recuerdos. Y sólo nos quedará, bajo su paso, la serenidad del rostro de María Santísima del Valle, sólo su dulzura y pureza.

Y, sin perder la inquietud de esos niños que fuimos, mañana Viernes Dolores, veremos la inocencia y júbilo de un Colegio, María Inmaculada, que se echa a la calle para repartir esa ilusión que no demos perder nunca, porque ellos son la semilla del mañana. Somos unos privilegiados, de tener tanto en la Plaza Niña como en las Colonias, unos ángeles con hábito marrón entregando amor allí por donde pasan. Y de poder vivir una Semana Santa con su propia idiosincrasia y personalidad, con su valor incalculable y trascendencia, que debemos disfrutar de forma apasionada, porque nuestras cofradías, que llenan nuestras vidas, serán ahora instrumentos de fe en la calle, con ese andar distinto de nuestros pasos, con esa forma de querer a Dios y a su bendita Madre, transmitiendo nuestros sentimientos

Hace dos años, nuestra palabra más usual era soñemos, pues ahora vivamos, anunciemos a los cuatro vientos con palmas en las manos que será Domingo de Ramos, saboreemos cada esquina y rincón. Se acerca la hora y asistiremos al Triduo Pascual, para llegar a la Pascua de Resurrección, que este año coincidirá con esa luna llena, luna de amor, con esa vuelta a la vida, con esa verde Esperanza que nunca nos debe faltar en nuestras vidas para salir a la luz y a la vida nueva. Somos unos privilegiados.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios