Historia menuda

La primera vuelta pedestre a Huelva (I)

  • Hace cincuenta años que se celebró la primera vuelta pedestre a Huelva, considerada como el embrión de nuestro atletismo, fue ganada por José Rodríguez

Acaba de cumplirse medio siglo desde que se disputó la primea vuelta pedestre a Huelva que, prácticamente, se constituyó en el embrión de nuestro atletismo. A través del breve bosquejo biográfico de José Rodríguez conozcamos los pormenores de aquel evento deportivo que es, sin duda, página gloriosa de nuestro acervo deportivo.

La llegada al mundo de José Rodríguez Infante el día 20 de mayo de 1940 fue acogida con la alborozada ternura de su madre, y con el legítimo orgullo de su padre, Andrés Rodríguez Hernández, palermo, pundonoroso jugador de la Olímpica Jiennense, que antes había defendido los colores del Recreativo de Huelva, en cuya historia aparece con los nombres de guerra deportivo de Koki o Maula. Sus padres quisieron que naciera en Huelva y en El Punto vio la primera luz.

Cuando apenas tenía un mes, su padre se tuvo que reintegrar a la disciplina y, cuando dejó el fútbol, le hicieron responsable del control de las cartillas de racionamiento en aquella ciudad andaluza.

El año de 1945 iba, en Arjona (Jaén), a ser para los 5 años de José Rodríguez el tiempo inolvidable de la toma de conciencia: En 1936 esta bella ciudad sufrió incendios de iglesias y saqueos y, durante la guerra civil, fue cruelmente azotada por los bombardeos y por el cercano frente de batalla de Porcuna. Así, su escenario de juegos, su geografía lúdica fueron tétricos: iglesias en ruinas, casas totalmente destruidas, tal como habían quedado en 1939, ya que nadie se atrevía a tocar un solo ladrillo para que nadie lo acusara de saqueador. Además, el frío era espantoso y el hambre imperaba en tal medida que… pero ¡detente pluma que ya hay demasiados horrores en el presente para que recordemos los antiguos!

Cuando terminaron las cartillas de racionamiento, en 1950, sus padres fijaron de nuevo su residencia en nuestra ciudad, en un chalet, exento, que se situaba en el Huerto Tito que le compró a 'Manolo el Maricón'.

Tan interesante como la casa era el jardín, con muchas flores y una fuentecilla en el centro, que pregonaba a viva voz el susto exquisito que había tenido el arquitecto que lo había levantado Merecería por sí solo este jardín un capítulo entero, pero debemos continuar. Su padre abrió el bar 'Recreativo' y durante 17 años 'El Niño del Bar', que era como cariñosa y popularmente se le llamaba, se va a convertir en un volcán de actividad: reparte los cafés en el Mercado de las Colonias, en el cuartel de la Guardia Civil, en los talleres..., cobraba las consumiciones de los parroquianos, iba a proveerse de las viandas que el bar necesitaba, iba a la calle Sevilla a comprar el café 'Guadiana' y aquellos paquetes colorados de café a los estraperlistas.

No descuida su formación y como su tío es el profesor Pintiado, que además de tener un taller electromecánico, junto al Bar 'Zafra', impartía clases en la Escuela Elemental de Trabajo, comenzó a estudiar la parte teórica en la Avenida de Italia y las prácticas de taller en un local, todavía sin construir (dada la falta de centros de enseñanza), donde más tarde y a lo largo de casi tres décadas sería la sede de la Delegación de Educación, en la Alameda Sundheim. Con el tiempo, se hizo bobinador y electricista, oficio que desdeñó porque no le atraía en absoluto.

Un bonancible día de 1960, se enteró de que el Colegio del Padre Laraña había organizado un Curso de Formación Profesional Acelerada. Se inscribió y lo aprovechó de tal modo que sacó el número 1 y de las mejores 26 piezas de que constaba la Exposición 'Final de Curso', 20 eran de él. Además, con el dinero que le dieron por el curso se compró su primea motocicleta 'Lambretta'.

Sin más dilación, pasemos al asunto que nos lleva:

Su padre había sido jugador del Club Decano, y tenía la ilusión de que su hijo corriese el mismo destino. Así, pronto vistió la camiseta del Belchite C. F. y, a renglón seguido, las de Menéndez Pelayo, San Pepito y San Pelayo, San Luis y San Antonio, los cuatro equipos de la Acción Católica. Y aprovechando de que uno de los parroquianos del bar era Sebastián Zabala, antiguo jugador del Recreativo, lo metieron en los juveniles del equipo albiazul. Pero, había dos circunstancias que iban en contra de los intereses deportivos del joven jugador: En aquellas fechas, la cantera recreativista era maravillosa. Allí estaban los Joselín, Eli, el rocianero Fernández, el hijo de San Juan del Puerto, Rodríguez Espinosa; Cañada, en definitiva, un equipazo. La segunda circunstancia, es que él distaba mucho de ser un buen jugador: sólo tenía tesón, ilusión y perseverancia en los entrenamientos, pero, de facultades futbolísticas ¡ni hablar!

En los juveniles sólo jugó una vez: la gripe diezmó a la planilla y fue alineado. Pero él amaba el deporte y se inscribió en la primera escuela de árbitros juveniles que se creó en nuestra ciudad gracias a los desvelos de Andrés García Mora, cuya sede estaba en el Colegio de los Ferroviarios. Como algo curioso y desconocido, añadamos que coincidió con el que años más tarde fuera árbitro de 1ª División, Jacinto de Sosa Martín.

En definitiva, se hizo árbitro y fue juez implacable de los diversos partidos que se celebraban en la Pista, de Huelva.

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