El 14 de julio de 1917 fue bendecido por el arcipreste de Huelva, Miguel Muñoz Espinosa, e inaugurado por el gobernador civil, José Salas, el nuevo paseo que días antes la Junta de Obras del Puerto, que presidía Daniel García Carrión, designó con el nombre de avenida de La Rábida. Constituyó entonces, como recogía el diario La Provincia, una actuación “digna de los mayores encomios”.

Algo más de un siglo después se vuelve a bendecir unas actuaciones que, igualmente, reciben los mayores elogios. Es la remodelación de la avenida para convertirla en un gran bulevar, con la presencia del presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno; acompañado por la presidenta del Puerto, Pilar Miranda; y las autoridades locales, al igual que ocurriera en la vez anterior.

En la inauguración de 1917 se pone de relieve “las posibilidades industriales de esta zona, el muelle para la industria del pescado, para los combustibles y materiales de construcción”. Unas obras que se anuncian forman parte “del plan de las que hay que hacer para poner en condiciones de aprovechamiento industrial los terrenos de esta zona, cuya extensión superficial con alcanzar próximamente 500 hectáreas, no será suficiente para instalar las numerosas industrias que la inmensa riqueza del subsuelo y del suelo permitirá establecer el día no muy lejano en que el país de cuenta de que el despilfarro que viene haciendo de sus productos naturales ocasionará su ruina en poco tiempo”.

Sin duda, un adelanto de expansión industrial y económica lo que vendría a ocurrir mucho después, medio siglo más tarde con el Polo Industrial que se instala aquí y en la zona del Puerto exterior.

La crónica de la época destaca que el público lo que debía “apreciar en primer lugar es la carretera, pues a su objetivo industrial, como se ha dicho, tanto por la grandiosidad del panorama como por la sombra de sus frondosos árboles, constituye un paseo de los más hermosos de España”.

En ambas ocasiones se destaca las muchas posibilidades que se abren a la ciudad

Y la verdad que no le faltaba razón, desde principios del siglo XX se comenzó está gran obra de acercar la ciudad hasta la Punta del Sebo, con el objetivo de llegar a la Rábida, en el transbordador. Es lo que se llama hoy relación Puerto-Ciudad.

Era un tiempo a nivel mundial preocupados por la primera gran guerra y eso también afectaba a nuestra provincia. En las páginas de la prensa local era fácil encontrar la noticia de algún barco hundido en las costas onubenses; no estábamos nosotros en guerra, pero sí alemanes e ingleses que se encontraban muy cerca de nuestras minas. Así que se esperaba que algún día todo cambiase.

“Por esta avenida, una vez terminada hasta frente a La Rábida, circularán cuando la paz se establezca una corriente de turismo americano, que podrá ser también para esta capital importante fuente de riqueza, al mismo tiempo que se estrecharán las relaciones entre nuestra patria y las naciones del nuevo continente”. Los que más tarde, en 1929, regalarían el Monumento a Colón.

La inauguración de la nueva carretera, de acceso a lo industrial y compatible con el gran paseo de arboleda, era algo que ponía de relieve la prensa local. Anima a crear grandes proyectos: “Es muy conveniente que el público de Huelva vaya penetrándose de estas cuestiones que tanto afectan a su porvenir, para que teniendo conciencia del valor de sus propios recursos, sepa aprovecharlos debidamente”.

Las autoridades caminan en la inauguración de las nuevas obras el pasado día 28.

La verdad que en todo esto se viene a coincidir un siglo después. Se dice ahora que la inauguración de la remozada avenida Francisco Montenegro ofrece muchas posibilidades para una nueva industria compatible con la recuperación de la orilla y el gran bulevar hasta la Punta del Sebo. Continúa su vocación de paseo sin olvidar lo industrial, ahora con la ZAL (Zona de actividades logísticas).

Continuemos con este paralelismo entre dos épocas bien distintas pero igualmente marcadas por la ilusión de la identidad onubense: “La zona Sur, con el tiempo está llamada a adquirir extraordinario relieve, como base de las explotaciones industriales. Felicitémosno pues de estos primeros pasos que se dan en el camino de la prosperidad futura y rindamos testimonio de entusiastas simpatías al ingeniero director señor Montenegro”. Ese reconocimiento aún perdura, la avenida se le rebautizó con su nombre, aunque para todos es también el paseo a la Punta del Sebo.

En las intervenciones de la inauguración de esta semana se recogieron en estas páginas de Huelva Información, frases importantes que unen el pasado con el presente y continúan -como entonces- mirando hacia el futuro:

El presidente Juanma Moreno destacó que “Huelva disfruta de un bulevar no sólo para el ocio, sino también de carácter dinamizador”.

La presidenta del Puerto, Pilar Miranda, dijo que “hemos transformado una avenida industrial en urbana, lugar de recreo y ocio”.

Gabriel Cruz, alcalde de Huelva, que “los países cuyo PIB tiene una parte importante de la industria son más desarrollados”.

Manuela Parralo, subdelegada del Gobierno, que “la integración tiene muchos padres, no es gestión de una sola persona”.

A los pocos días, en agosto de 1917, se inauguró en esta orilla el Balneario del Odiel, de tanta importancia para la ciudad; ahora el Puerto anuncia en este mismo lugar de la inauguración un complejo de ocio. No estaría mal tuviera un guiño a aquella infraestructura que guardó la memoria onubense; como pronto se recuperará aquí el Banco de las Naciones Americanas, otra iniciativa en este encuentro de Puerto y Ciudad.