Huelva

Los onubenses recuerdan a sus familiares difuntos en La Soledad

  • Desde primeras horas de la mañana se registra un continuo ir y venir de ciudadanos en el camposanto

  • Los puestos de flores tienen una gran actividad a lo largo de la jornada

Un continuo ir y venir de personas se registró ayer, día de Todos los Santos, desde primeras horas de la mañana en el cementerio de La Soledad, en la capital onubense. Las puertas del camposanto se abrieron a las ocho de la mañana y unos minutos más tarde empezaron a llegar ciudadanos, que un año más cumplieron con la tradición de visitar a sus familiares y amigos difuntos, llevarles flores y encender una vela en su memoria.

Algunos acudieron solos, otros lo hicieron en pareja o acompañados de toda la familia. Portaban en la mano ramos y centros de flores, de muy variadas especies, una gran parte ya los habían adquirido con anterioridad, mientras que otros optaron por comprarlas en los puestos ubicados a la entrada del cementerio, que tuvieron una gran actividad a lo largo de la jornada.

El parking habilitado se queda pequeño ante la gran afluencia de vehículos

Shary Rodríguez, una de las floristas, se afanaba por realizar un ramo con base de margaritas blancas para uno de los clientes, mientras otros esperaban su turno para ser atendidos. Las flores más demandadas, según indicó, son los claveles, de todos los colores, "pero el rojo se lleva la palma", así como las margaritas, las rosas de las más diversas tonalidades y las clavelinas.

Rodríguez, que lleva treinta años trabajando en este puesto de flores, a las puertas del cementerio de La Soledad, señaló que lo que más se vende son ramos ya hechos, y entre ellos los de statice, más conocida como siempreviva, "son flores que se secan y duran mucho tiempo, su tacto es como de papel". La florista comentó que las lluvias impidieron que los onubenses pudieran ir al camposanto los días previos al 1 de noviembre para limpiar las tumbas y nichos y colocar las flores, por lo que las ventas disminuyeron considerablemente.

Entre los que acudieron ayer al cementerio de La Soledad hubo quien aprovechó, antes de entrar, para adquirir un cupón a los vendedores de la ONCE que se encontraban en cada uno de los accesos del camposanto.

Hubo onubenses que decidieron ir al cementerio dando un paseo aprovechando el tiempo primaveral de este inicio del mes de noviembre, después de días de intensas lluvias; otros prefirieron coger el autobús, ya que la Empresa de Transportes Urbanos (Emtusa) puso en marcha un servicio especial, pero la mayoría se desplazó en su propio vehículo. Muchos lo hicieron durante las primeras horas de la mañana para evitar las retenciones de tráfico, que se produjeron a lo largo de la jornada en el acceso al aparcamiento, debido a la falta de zonas de estacionamiento -el parking habilitado delante del cementerio inglés se queda pequeño ante la gran afluencia de vehículos-, aunque también hubo quien quiso ir temprano a honrar a sus difuntos para poder después disfrutar del amplio puente de Todos los Santos fuera de la ciudad.

A lo largo del cementerio se podía ver a ciudadanos con escobas, cubos con agua y paños limpiando las tumbas y nichos de sus familiares, para a continuación colocar en ellas las flores, con la ayuda en algunos casos de escaleras plegables. Había familias reunidas en torno a las sepulturas y durante el día se vivieron momentos de recogimiento, oración, recuerdo y tristeza por la pérdida de los seres queridos.

Algunos de los visitantes no quisieron irse del camposanto sin rezar antes unas oraciones en el interior de la pequeña capilla, donde permanecieron durante unos instantes.

En la tumba de William Martin, el hombre que nunca existió, no faltaron flores frescas. Junto a las de plástico, se había depositado un ramo de margaritas amarillas y otro más pequeño de calas. También había flores, claveles rojos y blancos, en el monumento a los fallecidos por la libertad.

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