Huelva

El obispo anima a retormar la vida de la Iglesia dentro de lo que permite la Pandemia

  • Santiago Gómez invita al Año de la Familia y a participar en la elaboración de las orientaciones pastorales

Santiago Gómez Sierra.

Santiago Gómez Sierra. / Alberto Domínguez

El obispo de Huelva, Santiago Gómez, ha destacado que “la dimensión comunitaria es esencial para el cristianismo”, por lo que ha apelado a retomar “el ritmo habitual de la vida eclesial”. Así lo ha puesto de manifiesto el obispo en su exhortación al inicio del curso pastoral, titulada ‘Convocad a la Asamblea’.

De este modo, recuerda que la pandemia ha trastocado muchas cosas en las relaciones familiares, sociales y económicas; de manera que también las convocatorias eclesiales se han visto alteradas. Como ha señalado el obispo, “en el primer momento nos dejó paralizados; después nos hemos ido adaptando en la medida de lo posible y con prudencia responsable a las exigencias que nos imponían las circunstancias sanitarias”.

Tras resaltar la creatividad desplegada para mantener de forma ‘online’ los vínculos comunitarios en la pandemia, que ha calificado de “meritoria y digna de agradecer”, ha incidido en la importancia de afrontar “con decisión” el nuevo curso pastoral.

Asimismo, Santiago Gómez ha tenido un recuerdo emocionado para las personas que han fallecido como consecuencia de la pandemia, toda vez que ha sostenido que se deben volcar “en convocar de nuevo a la comunidad cristiana, abriendo ocasiones para el encuentro presencial en las celebraciones sacramentales y oración comunitaria, en la catequesis y la formación, en la cercanía física a los mayores, a los enfermos y a los pobres”.

“La dimensión comunitaria es esencial para el cristiano. Es urgente volver a la normalidad de la vida de la Iglesia con la presencia física, sobre todo, en la Misa dominical donde las circunstancias sanitarias lo permitan”, ha sostenido. En definitiva, confía en que “las vacunas vayan llegando a la mayoría de las personas, y esto nos permita recuperar la normalidad de las relaciones eclesiales y sociales”.

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