Marta Vázquez. Promotora del proyecto solidario 'A Estambul Por Piñones'

“Estoy teniendo mucha suerte y todos los días encuentro alguien que me cuida”

  • La onubense comenzó hace dos meses a pedalear desde Cueva de la Mora hasta la capital turca para recaudar fondos y poder ayudar a reforestar la zona afectada por el incendio de Almonaster hace en el verano de 2020

Marta recibe la ayuda de un paisano para poder atravesar el agua con la bici entre Castelló y Tarragona.

Marta recibe la ayuda de un paisano para poder atravesar el agua con la bici entre Castelló y Tarragona. / H.I.

Hace más de dos meses que la onubense Marta Vázquez comenzó a pedalear desde Cueva de la Mora en dirección Estambul, con el objetivo de recaudar fondos y poder colaborar en la reforestación la zona afectada por el incendio de Almonaster en el verano de 2020.

Marta acaba de cruzar la frontera y ya está en Francia, el segundo de los 9 países que va recorrer durante su aventura. Pero desde su salida ese ya lejano 17 de julio le han pasado ya muchas cosas, “aunque por hora el balance no puede ser más positivo, alguna queja claro que hay, pero todo lo demás es tan bueno que hace que pase a un segundo plano”, explica la aventurera.

A la pregunta de qué es lo que más le ha sorprendido, la aventurera no duda en contestar que en estos primeros 2.500 kilómetros se ha tropezado con  rincones de España que desconocía y que la han sorprendido gratamente, “me ha pasado con varias provincias pero con Alicante aluciné. Cada vez que pensaba en esa zona mi cabeza se iba derecha a la playa y al recorrerla en bici he podido descubrir que tiene una sierra que es espectacular”.

En general, prosigue la ciclista onubense, “me han impresionado muchos paisajes de España pero por encima de todo, como yo ya me imaginaba me ha sorprendido la gente”. Y es que son muchos los buenos samaritanos que se ha encontrado Marta a lo largo del camino como ella mismo cuenta, “por ponerte un ejemplo, hace dos días me sorprendió una tormenta que me dejó como si acabara de salir de una piscina. No había ningún sitio donde quedarse, no había camping, los hoteles eran super caros y cuando me paré a preguntar a una persona si sabía de algún sitio dónde poder alojarme me llevó directamente a su casa. Me dijo que tenía un sofá cama, que a su familia seguro que no le iba a importar y allí me quede”.

La propia aventurera se encarga del mantenimiento y puesta a punto de la bici cada día. La propia aventurera se encarga del mantenimiento y puesta a punto de la bici cada día.

La propia aventurera se encarga del mantenimiento y puesta a punto de la bici cada día. / H.I.

Tal y como comenta, “estoy teniendo mucha suerte y todos los días encuentro alguien que me cuida y presiento que va seguir así durante todo el viaje. Muchos me decían que en cuanto saliera de España la gente no iba a ser tan hospitalaria y para nada, los tres días que llevo en Francia me ha pasado lo mismo”. Para Marta la bienvenida al país galo no ha podido ser mejor, “con la familia que estoy ahora me han ofrecido su casa para los días que necesite para recuperarme, me han revisado la bici entera. El segundo día lo mismo, estaba preguntando en un camping, no entraba en mi presupuesto, me preguntó un señor que pasaba por ahí, le conté lo que me pasaba y en seguida se ofreció a pagarme la noche allí. Te vas encontrando gente buena por todos lados, me siento muy cuidada, es mucho amor el que recibes”.

Pero claro, en tantos kilómetros puede pasar cualquier cosa y no hay ninguna buena aventura en la que no se viva algún momento de tensión. En el caso de Marta el episodio más complicado le tocó vivirlo en Almería, durante una noche de acampada libre y tuvo como protagonistas a una familia de jabalíes.

Según cuenta la aventurera la acampada libre se le resiste un poco, “no es que me de miedo, pero sí que le tengo mucho respeto”. Más que una dificultad ella lo ve como una barrera mental suya, “y después de la noche que pasé rodeada de jabalíes en mitad de la nada pues me cuesta mucho más la verdad”. Y es que Marta ha comprobado por propia experiencia la realidad que se está viviendo en España con las expansión de estos animales que cada vez se adentran más en ciudades, pueblos y playas. “La noche de los jabalíes yo me la planteaba como un antes y un después. De hecho me acosté pensando que si era capaz de dormir en ese sitio ya iba a ser capaz de hacerlo en cualquier lado, -cuenta Marta-, pero llegaron los jabalíes”. Desde ese día la aventurera no ha sido capaz de volver a hacer acampada libre “me pasé toda la noche escuchándoles comer al lado de la tienda, oliéndoles y pasé miedo, así que desde ese día no he vuelto a dormir en mitad del campo y he preferido siempre hacerlo en camping o el jardín de algún particular”.

También cuenta la ciclista que según avanza más el viaje, “vas perdiendo el reparo que al principio te da llamar a la puerta de la casa de alguien a pedirle que por favor te deje acampar en su parcela, o en algún que otro parque de bomberos en los que me han cedido amablemente un espacio para pasar la noche”.

La acampada libre, después del susto que le dieron una noche unos jabalíes, es su asignatura pendiente. La acampada libre, después del susto que le dieron una noche unos jabalíes, es su asignatura pendiente.

La acampada libre, después del susto que le dieron una noche unos jabalíes, es su asignatura pendiente. / H.I.

Pero Marta es valiente y no está conforme con las limitaciones que supone el no tener el valor de dormir en cualquier sitio, “es un nuevo reto al que me enfrento y que quiero superar en algún momento del viaje. Me encantaría poder dormir en algunos de los paisajes maravillosos que me estoy encontrando y por ahora eso me lo estoy perdiendo”.

Aunque este problema no es la mayor dificultad a la que se ha tenido que enfrentar la ciclista ya que las temidas lesiones hicieron su aparición en Barcelona. “Yo estaba haciendo entre 60-80 kilómetros al día,-cuenta-, y la rodilla me dio la cara porque aumenté durante varios días e hice 90-100 kilómetros, además por terreno complicado por lo que fue mucha sobre carga, así que el fisio me ha recomendado que durante un tiempo baje el ritmo y ahora estoy haciendo unos 40 kilómetros al día”. Además de obligarla a bajar el ritmo la lesión ha hecho que la parada técnica en Barcelona haya tenido que ser más larga de lo previsto, “casi 10 días para poder ir al fisioterapeuta y tratar de recuperar”.

Marta en Peratllada, en Gerona, uno de los bonitos pueblos que está encontrando en su aventura. Marta en Peratllada, en Gerona, uno de los bonitos pueblos que está encontrando en su aventura.

Marta en Peratllada, en Gerona, uno de los bonitos pueblos que está encontrando en su aventura. / H.I.

Además de las piernas, la bici es el otro elemento fundamental para poder vivir esta aventura, “y también me ha dado algún problemilla técnico, pero lo normal que le puede pasar a una bicicleta después de 2.300 kilómetros. Cambiar alguna pieza, ajustar otras”.

Para terminar, Marta también quiere lanzar un mensaje a todos los conductores que se cruzan con los ciclistas en la carretera, “me gustaría recordar a los que van al volante que para adelantar a un ciclista hay que dejar metro y medio de separación. Hay gente que pasa muy pegado y aunque no he tenido ningún percance sí que me he llevado algún susto”.

Actualmente las donaciones se han estancado un poco y el proyecto Por Piñones lleva recaudados unos 3.806 euros. Todos aquellos interesados en colaborar pueden hacer sus donativos a través de la plataforma de crowdfunding www.gofundme.com, o bien mediante la página web porpinones.com, donde se puede encontrar toda la información del proyecto.

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