Contenido Patrocinado

Los minicréditos, a examen

Los minicréditos, a examen

Los minicréditos, a examen

Cada financiación tienes sus pros y sus contras: el precio, la velocidad, la flexibilidad en los pagos, la variedad de importes que podemos solicitar, etcétera. Los consumidores debemos conocer esas ventajas y desventajas para poder decidir de forma inteligente en base a nuestras necesidades. Eso sí, para facilitar ese proceso, hay algo fundamental: la transparencia. En Matchbanker sabemos que sin ella, resulta complicado entender qué estoy pidiendo, cuánto voy a pagar o en qué gastos puedo incurrir. Si hay un producto que es un ejemplo en este sentido, son los minicréditos.

Los factores más importantes de los minicréditos

Si nos ponemos en situación y hacemos un pequeño esfuerzo, podremos adivinar cuál suele ser la mayor preocupación de todos los usuarios cuando solicitamos financiación. Sí, eso es: ¿cuánto voy a acabar pagando en total?

Parece una pregunta de los más obvia y que debería ser sencilla de responder por parte del prestamista, ya sea este un banco, un establecimiento de crédito financiero o una empresa de capital privado. Sin embargo, muchas veces nos encontramos con que hay demasiadas incógnitas: hay intereses pero hay que sumarle comisiones que se financian conjuntamente; debemos contratar paralelamente productos vinculados como pueden ser seguros o la apertura de cuentas; el tipo de interés es variable y no sabemos cómo evolucionará.

Estos y otros aspectos dificultan la comprensión del producto que estamos contratando. No obstante, en el caso de los minicréditos, todo es más sencillo. Es cierto que el hecho de ofrecer un importe relativamente pequeño que debe ser devuelto en un período de tiempo bastante corto facilita las cosas. Pero aun así, la transparencia de los minipréstamos merece una mención: desde el primer momento sabemos exactamente cuánto tendremos que pagar y en qué día. No hay sorpresas.

Por si fuera poco, muchos prestamistas ofrecen un primer mini crédito gratis, ni intereses ni comisiones. Eso sí, suele estar limitado a 300 euros, importe que coincide con el máximo que la mayoría de empresas prestan a sus nuevos clientes.

Aquellos aspectos con los que andarse con ojo

El hecho de que desde el principio sepamos el coste de un producto financiero es, sin duda, una ventaja, pero eso no quita que debamos tener ciertos aspectos en mente a la hora de utilizarlos.

Estos préstamos se deben solicitar solo para afrontar situaciones imprevistas y urgentes; nunca se tienen que utilizar como método de financiación habitual, ya que sus intereses son muy elevados.

Al mismo tiempo, para formalizar la solicitud deberemos asegurarnos de que, pasado un mes, podremos reembolsar por completo el dinero que hayamos pedido. De lo contrario, podemos vernos obligados a solicitar un aplazamiento, lo que provocará un encarecimiento del producto por distintas vías: seguir pagando intereses por los días de retraso o posibles comisiones por reclamación de posiciones deudoras, entre otras.

Además, en esa situación las condiciones son más complejas porque entran en juego nuevas comisiones y resulta más difícil saber qué deuda estamos contrayendo. Por tanto, lo ideal será siempre devolver el dinero en el plazo acordado.