Huelva

Economía sumergida: 2.500 millones

  • Las actividades ilegales suponen el 26% del PIB de la provincia

  • Los empresarios interponen más de 109 denuncias en menos de un año

  • Reclaman concienciación ciudadana y mayor implicación de la Administración

Más de la cuarta parte de la economía de Huelva se escapa al control del fisco. O lo que es lo mismo, es sumergida. Con una tasa de paro del 28,89%, una de las mayores tasas de desempleo de España, y un tejido productivo al margen de la legalidad, los males financieros y económicos de la provincia de Huelva tienen difícil solución. La crisis sistémica ha provocado que las prácticas económicas fuera de control se incrementasen, mientras que los presupuestos y los ingresos en las arcas del Estado se recortan. Las cuentas son claras y de ahí que desde diferentes sectores se reclame la supresión del fraude como única vía de escape a las cuentas públicas y también como única salida para no seguir castigando el bolsillo del contribuyente. Según las estimaciones de la Asociación de Técnicos del Ministerio de Economía y Hacienda (Gestha), la economía sumergida se equipara en Huelva al 26,4% del PIB provincial. Esto es, alrededor de 2.500 millones se pierden en el limbo. Es una cifra que tanto sindicatos como patronal no dudan en que puede ser "mucho mayor" ya que en la generación de ese dinero no hay control alguno y, por tanto, nadie puede cuantificarlo con exactitud.

El paro que llegó a la provincia de la mano de la crisis disparó la caja B de supuestos profesionales, entre otras cosas porque la situación económica fue dejando miles de hogares sin ingresos mensuales (actualmente hay 25.400 con todos sus miembros en paro en Huelva), cientos de empresas sin poder hacer frente a sus pagos y multitud de ejemplos en los que se pone de manifiesto que el ingenio y la picaresca salen a relucir en época de recortes: parados que en lugar de buscar un empleo hacen chapuzas a domicilio, supuestos autónomos que no presentan una factura para no declarar la actividad, o empresarios que mantienen a empleados sin que la Seguridad Social tenga constancia de ello. La cifra global de economía sumergida incluye tanto el fraude fiscal como laboral y la proporción viene a ser del dos tercios para el componente fiscal frente a uno que llega del ámbito laboral. Es decir, de cada 100 euros de dinero negro, 66 euros son por evasión fiscal y 33 euros por fraude a la Seguridad Social.

La situación se ha acomodado en la provincia onubense como en el resto de la geografía española y el sector empresarial calma por un freno a esa competencia desleal que además es ilegal. "La Administración no hace nada porque no tiene medios para ello, dicen, y eso al final repercute en nuestras cuentas, en la seguridad de las personas y en la estabilidad de los negocios reglados", explica Miguel Ángel Pérez, presidente de la comisión de competencia desleal que se constituyó hace ocho meses en el seno de la Federación Onubense de Empresarios (FOE), un ente que nace tras la "pasividad" de las administraciones para poner freno a la actividad ilegal en la provincia. "La única vía para que llegue una inspección a un establecimiento no reglado es la denuncia" y de ahí que los empresarios se pusieran manos a la obra. En este tiempo, se han puesto 109 reclamaciones, la mayor parte de ellas (60) referidas a talleres que operan bajo cuerda y sin ningún tipo de licencia para ello. Le siguen las chatarrerías (18), el comercio (10), los establecimientos de montaje de toldos (8), los servicios de limpieza (6), la hostelería (5) y la agencias de viaje (2). Las denuncias superan el centenar, aunque las actividades a las que corresponden se quedan en la mitad ya que "muchos de los negocios reúnen varias irregularidades de diversa índole". Lo peor es que "sólo alrededor del 10% tiene algún efecto".

Por eso, desde la comisión de competencia desleal se reclama mayor control a la Administración y, sobre todo, mayor concienciación de los ciudadanos porque "el fraude no existe si no hay alguien que lo acepte y sea cómplice de él", subraya Pérez.

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