Violencia de género

25-N: “Si nos tocan a una, nos tocan a todas”

  • Unas 600 personas recorren el centro de la capital para reclamar más medios y más educación, justicia e igualdad para combatir el terrorismo machista

Mujeres y niños en el suelo de la plaza de la Constitución en representación de las asesinadas.

Mujeres y niños en el suelo de la plaza de la Constitución en representación de las asesinadas. / Josué Correa (Huelva)

El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer se desarrolló ayer en Huelva con un respaldo masivo de la ciudadanía. Unas 600 personas –300 según la Policía Nacional y 3.000 según los organizadores– se manifestaron en la capital. Ni la amenaza de lluvia disuadió a los hombres, mujeres y niños que unieron sus voces para gritar de forma unánime contra el terrorismo machista.

La comitiva, en la que predominaban los colores blanco y violeta, recorrió a paso lento el camino que lleva desde la glorieta de los Bomberos al ayuntamiento. En la cabecera de la protesta se lucía una pancarta del Movimiento Feminista con el lema “Nos tocan a una, nos tocan a todas”.

Las consignas durante el recorrido por la avenida de San Sebastián eran claras: “Contra el patriarcado el feminismo es la respuesta, resistencia”; “escucha, hermana, aquí está tu manada”; “no es no y solo el sí es un sí”; “no son arrebatos, son asesinatos” o “ni una agresión sin respuesta”. Hasta el A quién le importa de Alaska fue entonado por los manifestantes.

A las 12:20 la protesta enfilaba Pablo Rada. En un cartel una joven mostraba que “la educación es la mejor vacuna contra la violencia”, mientras por megafonía se contaba que “el 74% de las mujeres de Huelva no llega al salario mínimo interprofesional, eso también es violencia contra las mujeres”.

La directora del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) en Huelva, Eva Salazar, manifestó a este diario que “estamos aquí para gritar por las que no pueden”. Es partidaria de que los recursos de las administraciones “vayan a más, pero también tiene que haber un acompañamiento social”. La prevención debe solidificarse y la sensibilización y la concienciación social, también.

Salazar considera que el apoyo de la familia de las víctimas es “importantísimo para que estén lo más fuertes posible y para que cuando den el paso de denunciar decaigan lo menos posible, sigan adelante y consigan rehacer sus vidas con fuerza y tomar las riendas como tal de su día a día y de su futuro”.

La directora del IAM quiso tener un recuerdo para Cristina Marin, asesinada por su expareja este verano en Lepe. “Pidió ayuda, pero sí que es verdad que luego sintió que podía controlarlo y verdaderamente... no podemos creernos que vamos a conseguir que no nos maten. Tenemos que protegernos lo primero y luego dar otros pasos”. Mostró todo su apoyo “a esas dos niñas, que en este momento ya están en Rumanía con la hermana de Cristina, y esperemos que no tengamos ninguna víctima mortal más”.

La vicepresidenta de Coordinación y Políticas Transversales de la Diputación, María Eugenia Limón, también en la cabecera, indicó a este rotativo que “el feminismo no es cosa de mujeres, sino que nos incumbe a todos; el machismo y la violencia de género son una lacra social contra la que todo el mundo tenemos que luchar, sobre cuando los últimos datos hablan de que muchos jóvenes están volviendo a conductas machistas y estamos retrocediendo”. Los familiares de las mujeres maltratadas “se están concienciando de que cuando existe una víctima en casa hay que dar un paso adelante para denunciar”.

Vinieron luego la calle Tres de Agosto, la Plaza de Las Monjas y la Gran Vía. Varios grupos políticos y sindicatos respaldaron la acción ciudadana: el PSOE, Adelante Andalucía o Equo tuvieron representación oficial y pancarta en la manifestación. El PP faltó a la cita porque celebró el acto oficial en Valverde del Camino, si bien populares como Carmen Sacristán o Juan Carrillo asistieron a la protesta pacífica a título personal.

La guinda llegó en la plaza de la Constitución. Allí se leyó un manifiesto que hablaba de “dolor, silencio, miedo, indiferencia, víctimas, lágrimas, ansiedad, asesinatos, repulsas, desprotección, huérfanos, injusticia, desesperación, tristeza...”. A esas horas España contabilizaba oficialmente 43 mujeres víctimas mortales del terrorismo machista. Unos minutos después, tras conocerse el asesinato de una mujer de 44 años en Monzón (Huesca), ya eran 44. A ellas hay que sumar los 31 niños a los que han dejado huérfanos los asesinos.

La cifra es alarmante, pero adquiere una sobrecogedora dimensión cuando se escenifica. Y eso es lo que ocurrió ayer en Huelva. Una a una se fue nombrando a cada una de las asesinadas, a cada uno de los niños que se han quedado este año sin vida por la violencia vicaria, esa que consiste en matar a los hijos para infringir el mayor dolor posible a la madre. Y uno a uno fueron saliendo mujeres y niños, que se tumbaron en el suelo hasta conformar una masa de cuerpos inertes que desató la emoción bajo la catedral de luces instalada frente a la casa consistorial.

En la concentración se evidenció que también es violencia de género la trata de mujeres, “cuando nos dan una paliza y nos mandan al hospital, cuando nos insultan, nos controlan, nos acosan en la calle o en el trabajo, cuando cobramos menos, cuando no ascendemos, cuando nos violan”.

Las mujeres reclaman “medios económicos y más formación para jueces, fiscales, abogados y cuerpos de seguridad, coeducación afectiva en los colegios, seguridad, justicia e igualdad”. Con un “¿y la próxima? Puedo ser yo” se extendió el “¡y yo!, ¡y yo!, ¡y yo!” entre el público, que se fue sentando en el suelo para acompañar a los que representaban a los asesinados. Que sea 25-N todo el año.

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