Huelva se pone guapa en el primer día de la Feria del Caballo

El evento más esperado del otoño en Huelva ya está en marcha, y hay hueco para todo el mundo que quiera acercarse al parque Zafra

Imágenes del ambiente en la tarde de la Feria Del Caballo 2025 el día viernes 10 de octubre

Personas disfrutando de la Feria del Caballo 2025 / Jesús Fernández/ Lydia López

Por fin se abrió la veda. A las 13:30 de este viernes comenzó de forma oficial la Feria del Caballo, y eso era lo que más ansiaban todos los onubenses. O, al menos, los que estaban en el parque Alcalde Juan Ceada, aunque todos lo llamemos parque Zafra.

La sensación general es que allí se está muy bien. Su espacio, justo para no ser agobiante pero tampoco enorme, y la sensación familiar que desprende la Feria del Caballo, son los principales motivos para que cada año vaya más gente.

A media tarde en el parque Zafra se respiraba un buen rollo propio de esas fiestas que son de todos, pero todavía no están masificadas.

La vestimenta acompaña. Se nota que las personas han sacado del armario el vestido guardado para esas ocasiones de feria donde se baila sevillana y se bebe rebujito. Pero también es cierto que el evento aún sigue guardando un regusto elegante ecuestre que no ha perdido, a pesar del 'boom' reciente.

Disfrutando hasta el lunes / Lydia López/ Jesús Fernández

Pasear por cada una de las ocho calles que conforma el recinto es entender que allí cabe todo el mundo. Familias, chavales, señores mayores que se dan una vuelta, cargos importantes o personas corrientes, allí da igual a lo que se dedique, o quién sea, porque en la Feria del Caballo todos, o casi todos, se han preparado para la ocasión. Y ese gesto de homogeneidad favorece a una fiesta que no entiende de clases sociales. Todo el mundo charla, bebe rebujito, baila, canta... en definitiva, disfruta.

Las casetas son un reflejo fiel de muchas otras cosas de la vida. Mientras algunas están llenas, con las personas cantando y bailando en un pasillo improvisado donde a la tercera sevillana ya está el traje manchado por el derrame de una copa, y sorprendentemente nadie se enfada, en otras entran ganas de preguntar si están abiertas. Vacías, sin alma ni alegría, la mantienen algunos (pocos) socios que charlan sobre un tema con desgana en una mesa blanca rectangular que ocupa el centro de la caseta. Como si estuvieran por obligación.

Hay elementos que se repiten en esta feria: los guardias de seguridad, puestos como centuriones romanos para que no pase nadie que no sea socio en la estrecha entrada, tienen sin duda la parte más difícil. Al igual que la Policía Local, cuerpo de bomberos o Guardia Civil, que velan para que todo esté en orden. Y esas personas merecen un reconocimiento muy especial.

Viernes de Feria del Caballo en Huelva / Jesús Fernández/ Lydia López

También se repiten las calles con farolillos a media altura y de tamaño pequeño, que no llega a ser un cielo, pero hace el apaño.

En el recinto están los que se fueron ayer los últimos y esta mañana han llegado los primeros, aquellos a los que no les pesa las horas ni le duelen los pies, los que aguantan lo que le echen porque sienten aquello como suyo, y a ellos mismos como una parte más de la Feria. Y los que están un rato, se dan una vuelta y se van.

Suenan las sevillanas todavía, ya llegará el trap. De momento aquello es un espacio de asueto, de reencuentros, de familias con niños, de coches de caballos pasando por las calles, de ambiente agradable. De quedarse un rato.

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