La desolación se palpa en los campos del Condado. Cuando las viñas tenían que estar repletas de frutos verdes claro, la uva zalema, madurando hasta la vendimia, la situación es bien distinta. Los agricultores siguen con su faena diaria, pero al acercarse a las viñas la imagen de las uvas en sus cepas arrastra al viticultor a la tristeza y a la desesperanza.

El hongo mildiu, viejo conocido en la zona y que provoca una enfermedad en la vid, ha aparecido con gran virulencia esta temporada. Así lo cuenta a Huelva Información Manuel Infante, presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Condado de Huelva, que ha elaborado en un tiempo récord un informe del impacto socio-económico del mildiu en los campos de la comarca.

De esta forma, ante la adversa situación, el informe ha sido realizado con la finalidad de convertirse en una herramienta que ayude a discernir la gravedad de las circunstancias por parte de las autoridades, para articular ayudas de diversa índole al viticultor del Condado. “No hay otra salida que la ayuda de las instituciones”, asevera Infante, que explica que, si el coste por hectárea para sacar una viña adelante en condiciones normales es de unos 2.800 euros, “este año el gasto asciende a más de 4.000 euros por hectárea”, debido a los esfuerzos realizados para combatir al hongo.

Y todo ello, en un año especialmente duro a nivel global, por la crisis sanitaria provocada por el coronavirus. Si ya la venta de vino y vinagres ha caído en picado debido al cierre de todo tipo de empresas dedicadas a la restauración y las exportaciones también han quedado paradas, mermando las ventas en un 90 por ciento, el mildiu ha caído encima de un campo de minas, y lo ha herido de muerte.

Hace unos días el secretario general de Agricultura de la Junta de Andalucía, Vicente Pérez, junto con el delegado del ramo en Huelva, Álvaro Burgos, estuvieron reunidos con Infante para enterarse de primera mano de la situación. Toda una mañana por campos de Bollullos, Almonte y Rociana sirvieron para que las autoridades autonómicas se pusieran al tanto del daño causado por el mildiu. La conclusión para Pérez y Burgos, según el presidente del Consejo, fue clara: “un desastre”.

En estos momentos, el informe del impacto socio-económico elaborado por Infante se halla en la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Sostenible de la Junta, para su estudio y su puesta en conocimiento a la titular de la misma, Carmen Crespo. A partir de ahí, verán si es necesario llamar a otras puertas, puesto que es un tema de competencia de la Junta.

Desde dicha Consejería indican a este diario que se está viendo la forma de ayudar a los agricultores del Condado mediante dos vías. La primera está centrada en la investigación científica del hongo, que correrá a cargo del Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera de la Junta, Ifapa, ya que parece que el mildiu “se está haciendo resistente a las materias activas usadas para combatirlo”. La otra vía se enmarca en la petición de la Junta al Gobierno central de “un IRPF para el sector acorde con la realidad”.

Además, desde la Consejería también indican que “se está trabajando ya para que los seguros agrarios acepten alguna compensación”, ya que “a día de hoy no cubren esta enfermedad de la planta”.

Manuel Infante cuenta que los esfuerzos económicos ahora no hay que dirigirlos a esta vendimia, que está prácticamente perdida, sino “al año que viene”. El principal problema es que los agricultores no puedan soportar los gastos de cuidar las cepas hasta la próxima temporada después de la inversión realizada para intentar curar la planta y de las acciones de la misma índole para mantenerla hasta la temporada que viene.