Huelva

El fiscal recomienda que los niños no tengan red social antes de los 14

  • Campomanes alerta a los padres sobre los riesgos y les pide que estén al día en tecnología

Por más que la Ley de Protección de Datos convenga que los menores de 14 años no pueden tener un perfil en las redes sociales, lo cierto es que mentir sobre la edad es tan fácil que niños con edades más tempranas acaban accediendo a ellas con alegría. Por ello el fiscal delegado de Criminalidad Informática de Huelva (también especialista en Menores), Alberto Campomanes, recomienda a los padres que sean ellos los que estén al tanto de los movimientos de sus hijos en los insondables mares internautas. Así lo expuso ayer en la charla que impartió en el Colegio Colón de Huelva, en el que él mismo estudió y que ha contado con su ponencia como uno los actos programados con motivo del Día del Antiguo Alumno Marista, que este año se celebrará el próximo sábado 21 de abril y que organiza la Asociación de Antiguos Alumnos del Colegio Marista.

Un centenar de personas asistió con atención a una conferencia que tuvo a los riesgos de la red de redes, a la violencia doméstica y al acoso escolar como ejes narrativos y que acabó con un interesante debate derivado de "mi obsesión, que es alertar de los peligros de que los menores estén en internet", indicó Campomanes.

Los maestros no son policías, el problema del acoso escolar empieza en casa"

Empezó la disertación evidenciando la importancia de la resocialización de los menores infractores, de los que destacó "el problema enorme que tenemos en Huelva con el consumo de drogas por parte de estos niños". El representante del Ministerio Público expresó en este sentido que "rescatamos a muchos más jóvenes que adultos, lo que indica que es mucho más efectivo el sistema de menores que las cárceles".

La violencia doméstica, dijo, es producto de dos fracasos: de un lado, la desconfiguración del seno familiar, con chicos "materialistas, sin un referente de autoridad, consentidos, sin normas, que parece que viven en un hotel o con adicciones", entre otras características; por otro, de la ausencia en el Código Penal de herramientas para perseguir delitos como los de daños o patrimoniales entre ascendientes y descendientes. "Sólo podemos empezar a actuar cuando se han producido amenazas con armas u objetos peligrosos o cuando hay lesiones". Pero antes de llegar ahí, el menor ha recorrido un camino que está despenalizado y que acaba derivando inexorablemente en ese punto culmen de violencia.

Como medida correctora "funciona muy bien la convivencia con el grupo educativo; el resultado es fantástico, tanto que vemos uno o dos asuntos de violencia doméstica cada semana y desde 2014 sólo han vuelto a reincidir dos menores, por lo que creo que habría que ver si este sistema no sería exportable a la jurisdicción de adultos".

Del acoso escolar destacó Alberto Campomanes que es "un problema muy antiguo y muy difícil", del que no existe una tipología delictiva concreta sino una concatenación de otras. Es más, con la reforma del Código Penal de 2015 se esfumaron la injurias y las vejaciones injustas y sólo se persiguen el maltrato de obra y el delito contra la integridad moral en los asuntos más graves. Flaco favor para los perjudicados.

La Fiscalía se topa con varios problemas más en este ámbito. El primero es que "la víctima suele ser poco útil como prueba porque no es capaz de hacer un relato coherente de lo que le pasa". Recomienda en este caso que los críos expongan sus vivencias en un diario en el que refieran brevemente las situaciones que padecen, fechas y lugares.

El segundo problema es que el acoso escolar suele manifestarse en edades inferiores a los 14 años. Y los chavales son inimputables. "Creo que habría que rebajar la edad a los 12 ó 13 años", señaló. Se suman la "escasa eficacia" de los protocolos que activan los centros educativos cuando se detectan los casos y "su falta de colaboración", a lo que hay que añadir que "los maestros y profesores no son policías ni tienen por qué, el problema empieza en casa".

Ya en el terreno virtual, Campomanes refirió que "nuestros datos son el nuevo petróleo y regalamos información personal a las redes sociales constantemente", cuestión que aprovechan desde las empresas que nos bombardean con publicidad y los propietarios de las aplicaciones a pedófilos, ladrones y demás desalmados sin escrúpulos. Ahí hay que extremar las precauciones, especialmente con nuestros niños.

Afirma el fiscal que hay pedófilos "con nivel usuario con un perfil muy normalizado: 50 años, casados, con hijos, no son señores marginados", pero que saben cómo embaucar a los niños a través de las redes sociales. Luego están los más avanzados, esos que campan por la dark web (la web oscura) y que son mucho más escurridizos para los investigadores.

Para salir indemne de los riesgos de internet, el delegado de Criminalidad Informática aconseja a todos mantener siempre desactivada la ubicación del teléfono (hay aplicaciones que permiten seguir todos nuestros movimientos, y también los de los menores) o no publicar las fotos de nuestras vacaciones, "al menos no hasta el regreso porque los cacos lo saben y se manejan a la perfección".

El ciberbulling, la hipersexualización de la adolescencia o el sexting (intercambio de fotos íntimas que luego pueden servir para extorsionar al de enfrente) también formaron parte de la ponencia.

Como colofón final, Alberto Campomanes recomendó a los padres asistentes que estén "al día en nuevas tecnologías", que pongan condiciones a los chicos con el uso de las mismas, que sean "desconfiados" y que se ejerza cierto control sobre los dispositivos y la actividad de los niños en internet.

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