bebés robados Un sepulturero admite que un libro de registro fue transcrito en los 80; otro dice que fue en 1994

Más de 7.700 fetos en la fosa común

  • Enterradores del cementerio de La Soledad indican a la Policía que nunca abrieron las cajas para comprobar si estaban o no vacías · Aseguran que la sepultura general dejó de usarse en 1990

La investigación elaborada por el Servicio de Atención a la Familia (SAF) de la Policía Nacional de Huelva sobre la transcripción de dos de los libros de registro del cementerio -a la que ha tenido acceso este diario- incluye el testimonio de tres operarios del cementerio de La Soledad. De estas declaraciones se desprende que, pese a la reescritura manual de dos de los tomos de anotación de defunciones (en fecha aún no determinada), existe una base de datos informática en la que se compila el contenido de los libros y que determina que la sepultura general (o fosa común) del camposanto capitalino alberga 25.965 cadáveres.

Se distribuyen en cinco parcelas -divididas en 15 praderas de 50 por 15 metros- conocidas como San Juan, San Marcos, Santiago, San Pedro y San Lucas. De ellos, 7.756 son fetos (casi el 30%). O eso es lo que dice el registro. La presidenta de SOS Bebés Robados Huelva, Esperanza Ornedo, indicó al respecto que habría que saber "si algunas de las cajas en las que supuestamente fueron enterrados los niños estaban llenas o vacías".

El encargado del cementerio desde 1993 explicó a la Policía que antes de los 90 existían zonas determinadas de la fosa común donde se inhumaba a personas con pocos recursos y a los fetos procedentes de los hospitales, "enterrándose a criterio de los enterradores de la época", sin ubicación precisa, lo que ahora dificulta (o impide) su localización exacta. El interior de los ataúdes en los que presuntamente yacen los cuerpos de los críos "no se comprobaba; cuando entran en el cementerio, todos los cadáveres vienen con la licencia de sepultura firmada por el juez de lo Civil, incluidos los bebés", recalca el responsable del camposanto en su declaración realizada en comisaría el pasado mes de abril.

Otro de los testigos -sepulturero desde 1981 y que ahora trabaja como administrativo en la oficina del cementerio- aclaró a los investigadores en marzo que el procedimiento no era el mismo a la hora de enterrar a adultos que a fetos o recién nacidos. En el caso de los primeros, "la funeraria contactaba con el cementerio por teléfono para decir que iba un fallecido y el lugar exacto en que debía enterrarlos"; en el de los bebés, "los hospitales contactaban con la funeraria, a la que daban varios fetos para que los llevaran al cementerio". Iban, dice, en "cajas con sus documentos", algo que no ocurría con los "miembros amputados" que les remitía el centro hospitalario en cuestión. Las funerarias que se encargaban de estos menesteres eran La Paz, Guadiana, Morales (ahora Servisa), La Soledad (hoy Albia) y San José.

El operario atestigua que era el conserje quien anotaba la entrada en los libros de registro y los enterradores, que "nunca inspeccionaban las cajas", inhumaban los ataúdes "en la sepultura general, salvo que los familiares quisieran pagar el entierro".

En este punto hay que remarcar que muchos de los afectados por las presuntas desapariciones de neonatos que han denunciado sus casos comunicaron al hospital su intención de asumir la sepultura de sus pequeños. Algunos, incluso, contaban con seguros de deceso para cubrir los gastos. Pero la mayoría no pudo enterrar a sus hijos porque el hospital insistió en que se hacía cargo de todo o porque directamente se opuso a ello. Llegaron a decirles a varios de ellos que los críos se enterrarían a los pies de un adulto, práctica que nunca se ha llevado a cabo en el cementerio de Huelva, según los enterradores. Los datos hablan por sí solos: de los algo más de 100 socios de SOS Bebés Robados Huelva, 75 tienen a sus pequeños desperdigados por la sepultura general, en caso de que realmente estén allí. De otros 14 no se sabe nada. Sólo tres aparecen en el registro del camposanto como enterrados en nichos, dos como incinerados, uno yace en una tumba y otros dos, en el jardín y en el suelo del hospital.

Afirma este operario de La Soledad que "en 1990 se dejó de usar la sepultura general" y que, a partir de entonces, los cuerpos se dejaban en unidades de enterramiento numeradas del llamado Bloque de Caridad. Asimismo, interesa que, "a día de hoy, ya no llegan fetos para ser enterrados", práctica cuyo inicio cree que coincide en fecha con la apertura del hospital Juan Ramón Jiménez, en 1993.

La Policía Judicial ha concluido, tras el análisis de 24 tomos de registro del cementerio y del negociado de la Casa Colón, que dos de los libros fueron transcritos. La importancia de este hecho radica en que constituyen "la única fuente de información objetiva" para muchos de los casos de bebés robados puesto que su desaparición, manipulación o destrucción ocasionaría "la imposibilidad de poder acreditar datos de hace muchos años, como fecha y día de enterramiento, la procedencia del feto o la identidad de la madre biológica".

Esperanza Ornedo fue la que dio la voz de alarma. Cuando consultó en febrero por segunda vez el volumen relativo al año 1968 en el que constan los datos de su hermana, se percató de que no era el mismo que le habían mostrado sólo unos meses antes. Se lo hizo saber al trabajador de la oficina del cementerio y éste le confirmó que los libros estaban siendo transcritos. En mayo, este mismo trabajador (el tercer declarante) desmentía ante el SAF que hubiera comunicado algo semejante a la presidenta de SOS Bebés Robados Huelva, aunque sí admitió que tenía conocimiento de que al menos un libro se había reescrito por el "lamentable estado" del original.

El encargado del camposanto, por su parte, garantizó a los investigadores que en la actualidad sólo él y el administrativo anotan en los tomos de registro de defunciones, aunque "antes de 1993 lo hacían los enterradores".

El trasvase de datos en alguno de los libros, según su recuerdo, se hizo en 1994, tarea que fue encargada a "personas que trabajaban de forma ocupacional en el cementerio con ánimo de salvar los datos, dado que están en lamentable estado de conservación". El administrativo determinó que "los dos libros se pasaron a limpio, uno de ellos en 1984 o 1986, ordenado por el entonces teniente de alcalde Juan C. García Barranco y fue realizado por el conserje del cementerio". Las sospechas de los afectados, sin embargo, van orientadas a que el duplicado se haya producido en fechas recientes, en pleno boom del caso bebés robados.

causas de la muerte

En Huelva consta la supuesta causa de la muerte de los bebés presuntamente desaparecidos en 56 casos. Sorprende en el listado que se determinen hasta 32 justificaciones distintas para su fallecimiento. La más común, la que aparece hasta en 18 casos, es la asfixia (hipoxia y anoxia), seguida de la "prematuridad" (5). La insuficiencia respiratoria, su homóloga placentaria y la leucemia aparecen en dos casos cada una.

Se refieren también desconcertantes motivos de la muerte como "bebé destrozado", "clavícula rota" o "mollera abierta", sin olvidar desde malformaciones a hemorragias, infecciones, gastroenteritis o meningitis aguda.

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