Durante el pasado año, la Inspección de la Incapacidad Temporal realizó cerca de 15.000 controles, la mayor parte de ellos llevados a cabo por los inspectores, que son médicos. Los subinspectores -enfermeros- también están involucrados en este trabajo, aunque ellos no tienen facultades para dar el alta, sino sólo para hacer propuestas. La Inspección, según comentó su jefe Francisco Trujillo, dispone de 5 inspectores y 3 subinspectores, que hacen más de 12.000 revisiones anuales. Preguntado sobre si harían falta más efectivos, Trujillo invocó a que el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) cuenta ahora con inspectores que ayudan en el trabajo. Fuentes de la propia Inspección, consultadas por este periódico, indicaron que no se puede abarcar todo y que si hubiera mayor plantilla, "más cosas se podrían hacer". También es verdad que cuentan con la colaboración de los médicos de los centros de salud "que suelen conocer muy bien a sus pacientes".

Estas fuentes indicaron que "sigue habiendo gente con mucha cara" que intenta prolongar las bajas. Añadieron que el trabajo que realizan está muy distante de ser susceptible de realizarlo con una determinada intención, ya que "está bastante protocolizado y muchas veces se basa en materializar determinados parámetros". Trujillo habló de un catálogo confeccionado por la Dirección General del INSS en el que se señalan de manera minuciosa, los tiempos aproximados de cuántos días de baja se deben tener por cada enfermedad u otro tipo de circunstancia relativa a la salud. Por poner un ejemplo, un esguince de tobillo tiene estipulado un plazo de 21 días de baja y sin embargo, la Inspección ha revisado casos en los que el trabajador llevaba 18 meses por una torcedura de tobillo. Cada vez que un médico emite una baja, la Inspección recibe esa misma baja y el diagnóstico. Todo ello queda archivado en un programa informático -Sigilum- y cuando se exceden los plazos, se empieza a citar a las personas con incapacidad temporal.