Huelva

La dependencia emocional no implica más amor

  • Depender emocionalmente no es bueno, ni exclusivo del amor de pareja, y suele estar detrás de algunas de las formas de relación tóxica que podemos sufrir

La dependencia emocional no implica más amor

La dependencia emocional puede ser sana o insana. En determinados momentos de nuestras vidas la necesitamos, sobre todo en la infancia. Después crecemos, y ya cuesta más justificar el apego que conlleva. Y como esa dependencia puede llegar a ser muy dañina para todas las partes involucradas cuando se da de forma claramente excesiva, bien merece la pena prestar atención a las conductas que ponen en evidencia este tipo de relación afectiva poco sana.

Por eso, ejercitemos nuestra inteligencia emocional, ya sea porque nos demos cuenta de que somos muy dependientes, o porque tengamos cerca a alguien alimentando demasiado su dependencia emocional de nuestra persona.

¿Amor o necesidad?

Empecemos por reflexionar si la dependencia emocional implica amor. Y da igual si pensamos en el amor de pareja, el amor de amistad, el amor filial, o cualquiera de sus tipos. La pregunta que le propongo es: ¿te quiero porque te necesito o te necesito porque te quiero?

Yo creo que estaremos de acuerdo en que el amor de verdad es libre. El amor bien entendido permite la autodeterminación de las personas, y se asienta sobre una relación de confianza e interdependencia que fomenta el equilibrio emocional y el crecimiento personal de quienes lo viven. Es aquello de te quiero libre y me quiero libre. Vamos, que no hay medias naranjas. Lo que hay son naranjas enteras que deciden compartir momentos, partes del camino o la vida. Así que no. La dependencia emocional no implica más amor.

Por eso, si nos atrapamos en una relación emocional en la que lo que más necesitamos es recibir el reconocimiento de la otra persona, o su consideración, o su afecto, o su atención, o su ayuda, sea como sea que lo demandemos… O si vemos en otra persona conductas dirigidas a cosechar eso con nosotros y nosotras a toda costa… Pare, piense y valore las consecuencias que pueda estar teniendo esa relación en su estado de ánimo y en su vida. Al menos eso.

Dependencia emocional. Dependencia emocional.

Dependencia emocional.

Dependientes que demandan y dependientes que generan dependencia

Por un lado, está la dependencia emocional que demanda clara y directamente el reconocimiento, la atención o el afecto de la otra persona mediante conductas instrumentales para conseguirlo, como generar lástima o exhibir debilidades. Uno de sus exponentes es el victimismo.

Pero no siempre es tan evidente. Quizás el más complicado de identificar es el perfil de dependiente emocional que se enmascara de indispensable salvador del mundo y de las personas, y demanda lo mismo (afecto, atención y reconocimiento) pero a través de conductas excesivamente altruistas, complacientes o abnegadas, para generar deudas emocionales en forma de me lo debes. Uno de los exponentes de estas conductas es el servilismo, que no busca otra cosa que mantener a esa o esas otras personas cerca, volviéndose indispensable a través de la codependencia.

Y debajo de estas dos formas de dependencia emocional, y en general debajo de las conductas que vivimos de forma tóxica como son el victimismo o el servilismo, suele haber lo mismo en mayor o menor intensidad: miedo a la soledad o al rechazo, dependencia del reconocimiento externo o sentimiento de incapacidad para conseguir el autorreconocimiento, necesidad excesiva de agradar, o como mínimo una autoestima poco sana de forma más o menos consciente.

Dependencia emocional. Dependencia emocional.

Dependencia emocional.

Conductas sanas para evitar la dependencia emocional

Si ya ha puesto cara a dependientes emocionales de su entorno, y no es usted, sepa que no puede hacer mucho más por esas personas que apoyar su cambio. Por ejemplo, dejando de alimentar con sus propias conductas las que usen para consolidar la dependencia. Eso, o apartarse si puede.

Pero si es usted quien sospecha que empieza a depender demasiado del reconocimiento, el afecto explícito o la atención de otra persona –ya sea en forma de dependencia o de codependencia-, pruebe a fortalecer su inteligencia emocional, y quiérase un poquito más. O busque ayuda profesional, claro. Todo dependerá de cómo de intensas sean las consecuencias de esa dependencia en su vida.

Si las consecuencias no son demasiado intensas, funciona alimentar aficiones en soledad o con personas diferentes. Sobre todo, aprenda a relacionarse consigo mismo o consigo misma, salga a pasar ratos en su propia compañía y quede con la persona que mejor le puede ayudar: usted.

Pruebe y fomente experiencias nuevas. Sobre todo, si le provocan cierto rechazo. Atrévase a salir de la seguridad de lo conocido y ejercite su flexibilidad afrontando pequeños o grandes cambios. Gestione sus miedos y échele valor a la vida.

Procure generar menos expectativas de todo y de todas las personas. No siempre ocurre lo que usted ve venir. El tengo un sexto sentido o el esto ya lo he vivido a veces nos mete en trampas que secuestran nuestra independencia. Viva el momento.

Tampoco tiene que decir a todo que sí, ni a todo que no. Su asertividad es la mejor herramienta para su equilibrio emocional, porque es la habilidad que le permite decir lo que necesita decir cuando necesita decirlo, respetándose tanto a usted como a la otra persona.

Frente a la dependencia emocional está el desapego, que bien enfocado es liberador. Porque, recuérdelo: el desapego no es malo, ni egoísta, ni significa no amar, ni siquiera le separa de nadie. Por el contrario, sí que le prepara para vivir en plenitud sus relaciones. Sin más expectativas que vivirlas. Y sin deudas emocionales. Eso es muy inteligente.

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