Pregón de la coronación de la victoria

"El cielo dio su gracia a la Victoria"

  • Rafael Prada invoca en su pregón el amor que Huelva ha profesado a la Reina del Polvorín desde el inicio de su devoción

El Gran Teatro fue ayer un hervidero de emociones y devoción. Dentro del completo programa de actividades incluidas en el prólogo de la coronación canónica de María Santísima de la Victoria, le tocó el turno al pregón.

El encargado de tal privilegio fue Rafael Prada Sierra, tal y como estaba anunciado. Tan solo una pequeña modificación dentro de todo el calendario de actos: la Reina del Polvorín aún permanece en el Sagrado Corazón y llegará hoy al centro. Las inclemencias meteorológicas impidieron que La Victoria fuera trasladada a la Concepción el pasado viernes.

En su intervención, Prada recorrió distintas facetas de la vida de la hermandad, de la devoción de Huelva hacia La Victoria y sobre todo, la fe y la esperanza que su presencia en esta ciudad, levanta.

Rafael Prada fue presentado por el hermano mayor, Isidoro Olivero, quien evocó una infancia común compartida en El Ciruelo. Hizo también mención a la faceta docente del orador, aunque "tiene un currículum muy extenso". Olivero lo calificó además, como "uno de los grandes pregoneros de Huelva" y cofrade calvarista.

El acto contó con la presencia del alcalde de la ciudad, Pedro Rodríguez, así como con Diego Capado, párroco de La Concepción, que estuvo como representante del obispo de la Diócesis. Tampoco faltó el párroco del Sagrado Corazón, Miguel Fuentes.

La representación municipal quedó completada por varios ediles del PP y PSOE. Dentro del ámbito institucional estuvieron también presentes en el Gran Teatro, el subdelegado del Gobierno, Enrique Pérez Vigueras y Juan Serrato, en representación de la Diputación.

El mundo cofrade tuvo una nutrida presencia asimismo. Acudieron los hermanos mayores del Santo Entierro, Soledad, Calvario y Estudiantes, entre otros, así como el de la Hermandad de la Cinta, Manuel Roméu.

La Banda Municipal fue la encargada de interpretar Victoria en El Polvorín, al inicio del acto y Ave Verum, de Mozart, concluyendo con la Marcha Real.

Rafael Prada inició su disertación refiriéndose al paisaje inigualable de Huelva, como bello escenario de una historia de amor entre María Santísima de la Victoria y el pueblo onubense.

Prada piropeó a la Madre de Dios, señalando que "Victoria es una niña y una niña es Victoria" porque "si Duarte usó la gubia, no todo fue eso sino que lo demás lo hizo el cielo que fue quien le dio su gracia".

El pregonero vinculó su experiencia sobre el escenario del Gran Teatro, con la vivida hace algo menos de un año en un viaje a Tierra Santa. Recordó la visita a la iglesia de la Visitación de la Virgen a Isabel. Evocó los momentos en que la Madre de Dios estaba cerca de dar a luz, "la mejor procesión del Corpus", y "en esos momentos quería darle imagen a esa mujer que había sido elegida por Dios entre todas las mujeres". Y ese rostro, para el que en esos momentos fuera peregrino, "estaba al otro lado del Mediterráneo, al poniente"; el rostro de una Virgen que sale cada año hacia Huelva que hace dos salidas: una en El Polvorín y otra en el arco cuando deja el Barrio Obrero: "Es todo gracia, hermosura y serenidad que va a perfumar a toda Huelva".

También el pregonero se acordó de otras mujeres que se verán beneficiadas por la obra social de la Coronación. Relató las vivencias de tres chiquillas abocadas a la sórdida vida de la prostitución que gracias al amor de la Virgen y la voluntad de los hermanos de la Victoria, encontrarán otro futuro en San Francisco de Macorí (República Dominicana): "Dios se vale de esta hermandad de Huelva para llevar esperanza a tierras lejanas".

También hubo una parte más histórica y choquera en la exposición. Rafael Prada sentenció que "Huelva quiso a la Victoria desde el principio" y recordó cómo el presbítero Pablo Rodríguez sintió que su hermandad era la fuerza impulsora de una parroquia que había sido seriamente dañada en la Guerra Civil. Así se remontó a aquel histórico 8 de diciembre de 1940, inicio "de una ilusión", en unos momentos de penurias y auténtica hambre. Pero en esa mañana de diciembre, un cortejo de las Hermanas Teresianas "se dirigía al Polvorín llevando a la Madre y desde entonces Huelva no ha dejado de quererla". Prada hizo referencia a otros momentos de zozobra como son los que se viven en la actualidad. Invitó a los presentes y todos los devotos, que "dirijáis los ojos a María para encontrar un modelo a seguir". "Seamos buenos ciudadanos -agregó- pero volved también los ojos a ella pues nunca nos abandonará ni nos sentiremos solos".

El pregonero hizo mención de la "gente fiel y muy entregada por la que las cosas se consiguen en las hermandades". En el caso de la Victoria, se acordó de Paco Llonís y Pepe Peguero.

El recuerdo del terrible incendio de la imagen tampoco pasó desapercibido: "En un pasado no muy lejano, la hermandad afrontó la pérdida de la imagen cuando ésta atravesaba el Barrio Obrero", aunque en este suceso se cumplió aquello de que "la Virgen fue como el ave fénix que surgió de las llamas".

Rafael Prada conminó a los hermanos de la Victoria y a los onubenses en general a que "toda la coronación la viváis con alegría y sencillez". Pero no podía acabar su exposición, sin hace referencia a la vinculación que la Victoria y la cofradía en general, tiene con las Hermanas de la Cruz. De este modo, el pregonero se deleitó evocando la llegada del palio a la Plaza Niña y los rezos que surgen de las religiosas y que se contagian en los allí presentes.

Con un "tú eres Reina de los cielos y para Huelva su gloria. Tu siempre serás Victoria", acabó su intervención Prada que fue largamente ovacionado.

Victoria, diario de la Coronación

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