Respons(H)abilidades

La capacidad de visión estratégica no es sólo mirar

  • Mirar sin prejuicios, ser flexible ante los inevitables cambios y ser capaz de transmitirlo a los demás, es la visión estratégica que marca la diferencia de empresas y de personas

Tengo la enorme fortuna como profesional del apoyo a personas y organizaciones, de haber empezado este año con proyectos muy interesantes. En estos días han sido dos, especialmente, los que han emocionado mis horas laborales. Los dos tienen algo en común y por eso consiguen emocionarme: la capacidad de visión de las personas involucradas. Esa capacidad de visión estratégica es en mi opinión una de las cualidades que hacen a los líderes más capaces de aprovechar los cambios como palancas de crecimiento y mejora. Y la capacidad de visión estratégica no sólo consiste en saber mirar.

Tanto los líderes en las empresas como las personas en sus vidas, todos sentimos el peso de mirar hacia delante y pensar cómo afrontar lo que vemos venir. Esto nos ocurre a diario, casi a cada momento, a veces de forma especialmente consciente y otras inconscientemente. Seguro que ahora mismo se están identificando ustedes en esos momentos del día en los que sus pensamientos se enredan en presuponer el futuro. Pues justo ahí es donde pueden entrenar su capacidad de visión estratégica, esa que es capaz de mirar sin hacer demasiados prejuicios, y por tanto nos permite ver más, mucho más, no sólo lo que esperamos.

Vemos lo que esperamos ver

Hacer suposiciones es inevitable. Las hacemos constantemente. Las necesitamos para relacionarnos, para conversar, para planificar, para buscar alternativas, para decidir qué hacer, hasta para no chocarnos unos con otros por la calle. Así que no se fustiguen demasiado cuando escuchen eso de que hay que entrenar la atención consciente al presente, al aquí y el ahora, y sin juicios. Sin duda es muy útil hacerlo porque mejora la calidad de vida, propicia la serenidad, la creatividad y el equilibrio emocional, entre otros beneficios, aunque no podrán dejar de hacer suposiciones.

Así que, mientras desarrollan esa capacidad de meditar dejando pasar los pensamientos sin engancharse a ninguno, presten un poco de atención a algunos detalles de sus pensamientos de futuro: ¿Cómo son? ¿Son tremendistas? ¿Son miedosos? ¿Son demasiado osados? ¿Se fijan más en lo positivo o en lo negativo? ¿Cómo se hablan a sí mismos? ¿Se animan a hacer las cosas con algún "venga, tú puedes" o se hablan mal diciendo cosas del tipo "tú dónde te crees que vas"?

Tomar conciencia de esto es mucho más importante de lo que parece. Es conocer el tipo de filtro con el que miramos, que es lo que condiciona enormemente lo que vemos y lo que no vemos, y esto último, lo que no vemos, es para mí lo peor. ¿Quieren probar esto que estamos compartiendo con una sencilla experiencia? Sigan estas breves instrucciones.

Si les pillo leyendo el artículo en la calle la experiencia será inmediata. Si no, imaginen la situación. Levanten ahora la vista del artículo y durante un minuto fíjense en las personas con gafas que tienen a su alrededor o pasan en este momento por la calle. Da igual que sean gafas de sol o graduadas. Fíjense en todas las gafas, las lleven puestas las personas o no.

Después del minuto, seguramente todos ustedes son capaces de darme un número aproximado, o incluso exacto, de las personas con gafas que han visto. Depende de la capacidad de observación de cada cual, alguien incluso podría desglosar el número y decir cuántos colores de gafas había, cuántas iban puestas y cuántas quitadas, etcétera. Sí, pero ahora díganme, ¿cuántas personas llevaban zapatos de cordones?

Si buscamos gafas vamos a ver, sobre todo, gafas, y nos vamos a perder casi todo lo demás. Ahora recuerden cómo son sus pensamientos cuando planifican a futuro y tomen conciencia de si están esperando ver algo que les impide ver todo lo demás.

La visión estratégica contagia emoción

Empezaba el artículo reconociendo que esta semana, planificando el futuro y suponiendo todo lo que podemos llegar a conseguir, me he emocionado en mi trabajo. Porque emocionar a los demás es la habilidad que adquieren las personas que tienen la capacidad de visión estratégica desarrollada, esas que ven las gafas y los zapatos de cordones, que identifican retos donde otros quieren ver problemas y que, además, se emocionan. Por eso contagian.

Una de esas personas contagiosas de mi semana es Kika Pérez, directora del Centro Ocupacional Islantilla de Lepe, y todo su equipo, muy especialmente Isabel Sosa, quienes con su enorme capacidad de visión estratégica no dejan de idear nuevas formas de provocar mejoras en la calidad de vida y el desarrollo personal de las personas con discapacidad intelectual de su pueblo. Es un lujo poder aportar mi granito de arena para impulsar un proyecto del que seguro escucharán hablar muy pronto.

Otras dos personas que han logrado emocionarme esta semana con su capacidad de visión han sido Mónica Martín y Juan Báñez, directora de Recursos Humanos y director general respectivamente de la cooperativa Cuna de Platero de Moguer. Son otros dos profesionales a los que les brillan los ojos cuando hablan de aportar valor a las personas de su organización. Llevo ya algún tiempo apoyando a Cuna de Platero en el enfoque y la forma de materializar su Responsabilidad Social Corporativa, y ahora ha decidido dar un salto cualitativo en ese camino centrándose en el pilar más importante de cualquier organización: su gente. Eso es visión.

Pero la visión estratégica no es exclusiva de los directivos, no sirve sólo en los negocios y no es un don que se tiene o no se tiene. La visión estratégica es una habilidad personal que se puede desarrollar y que tiene tres características básicas: no se centra en las suposiciones, ve retos o desafíos donde otros ven frenos y además emociona. Y todo comienza en cómo miramos hacia el futuro. ¿Se han parado a meditar sobre los pensamientos que tienen ustedes cuando miran el mañana? Ese es el primer paso para ampliar su capacidad de visión.

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