Huelva

Como aurora por El Conquero

  • La Hermandad de la Cinta recupera el rezo del rosario en distintos puntos del recorrido · Los campanilleros pusieron sus letrillas para mantener una tradición en torno a la Patrona de Huelva

Eran las cinco de la mañana, en una madrugada en la que Huelva no duerme en la espera de la Virgen de la Cinta, cuando los campanilleros se dan cita en el candelabro farola de la calle Concepción al amparo de una tradición, enjugado la garganta con un aguardientillo y luego unas pastas.

Allí Rafael Vélez va poniendo orden para comenzar antes de que la hora se eche encima, los Vieiras, los Llanes... y tantos campanilleros forman ese círculo para alzar las primeras voces que de seguro llegan ya al Conquero en la fresca mañana agosteña, donde aun quedan a las puertas de la Concepción petaladas de ilusiones de bodas de la tarde del sábado. Luego, nada tendrá que ver, la llegada de la Virgen hasta la parroquia tiene otra luz y al hacerse el día caluroso al amparo del ángelus; son los dos momentos, el de ir al encuentro y el de estar con Ella, que viene a Huelva como dirían los más antiguos, como Manolo Silván que aguarda pendiente cada chicotá del paso, ahora con el sosiego que da la edad. Muchos son los que van al Conquero a encontrarse con la Virgen en muchas promesas y se sigue viendo gente descalza en esta multitud cada vez, como dicen todos, más grande en torno al pequeño paso de plata de la Señora de Huelva.

En el santuario hay cobijo en estas primeras horas de la mañana en la misa previa; en el claustro del patio todos los polletes repleto de gente participando a través de la megafonía de la misa, se siguen los cánticos y se espera sin ver a la Patrona hasta que el capellán Pedro Gamero entona el Salve Madre y luego se reza el primer misterio del rosario. Los costaleros están en el paso. A las siete de la mañana los jardines del santuario tiene a todos esperando el encuentro con la Virgen de la Cinta, cada uno busca su sitio y a partir de este año también lo tienen en el recuerdo Francisco Vázquez Carrasco, cuyo busto se entremezclaba con la gente, en estos jardines a los que tanto mimo le dio cuando fue hermano mayor. Ahora, desde aquí tiene la mirada permanente hacia la Patrona en su salida. La música será la de los campanilleros y la letra la Salve de los Marineros, que volverá a cantarse más tarde a su entrada en la Concepción, uniendo todo este trayecto cuentas de letrillas emocionadas.

Buscando la explanada de su santuario comienza el repique de campanas y hay un saludo hacia la comunidad de las Oblatas que la despide al son de su campanil. Mientras, sobre la Cruz de los Ángeles la luna se refleja en el Odiel y queda a los pies de la Virgen que va a ser la "aurora bella en la noche y de la mañana lucero".

La luz se va haciendo en la mañana cuando ya el paso se adentra al Conquero por el Montessori. Son esos momentos más de Huelva, donde aún queda el reflejo de una ciudad que fue campesina por el Conquero y marinera abajo en Las Colonias. Es un marco especial, en este despertar del día, aun la luna se deja ver hasta que al poco tiempo ya el sol la vence apostada sobre el puente de Punta Umbría; muchas son los que desde las playas acuden a esta citada, por íntima, por hermosa, por onubense y porque se está cerca de la Patrona, luego quedarán otras oficialidades dignas de apoyar como su procesión solemne, ahora es el momento de estar más cerca. También el alcalde, Pedro Rodríguez, hace ese paréntesis vacacional para estar con la Patrona de la Ciudad, aunque la ostentación municipal la lleva en este mes Enrique Pérez Viguera, que durante todo el camino contó con una buena compañía de concejales del equipo de gobierno municipal.

En el colegio mayor San Pablo un encuentro siempre entrañable de la Hermandad de la Cinta con el sacerdote y director del centro educativo, Juan Mairena Valdayo, aquí se rezaba el segundo misterio del rosario. El de ayer era un día de recuerdos ahora que la hermandad recupera el rezo del rosario, un recuerdo para el bendito de Félix Lozano que cuando era capellán de la Virgen iba con su megáfono buscando un trozo de cabezo donde subirse para que le escucharan los misterios del rosario y luego seguía con los cánticos marianos tras el paso, formando esa letanía de voces de las mujeres de la Virgen que van siempre cantando sus devociones.

El obispo de Huelva, monseñor José Vilaplana Blasco, se sumaba a "esta mañana hermosa con la Virgen de la Cinta", como el mismo la calificaba al recibirla en el palacio episcopal tras su viaje a Tierra Santa, del que llegó el día anterior y del que dijo que había sido una experiencia espiritual importante. Hubo flores entre apretujones de la gente que ha hecho suyo el Obispado popularizándolo en esta mañana de agosto, sentado en sus escaleras y e incluso en sus jardines. El obispo pidió por las familias, por los enfermos y los que sufren. Los campanilleros entonaron "Dios te Salve María, Huelva es un rezar..." y hubo fandangos. El hermano mayor, Manuel Roméu, que iba en todo momento delante del paso, fue el que saludó al obispo y lanzó los vivas a la Virgen.

Ese mar de gente que venía por el Conquero se fue extendiendo como un río por las cuesta del viejo instituto Rábida para llegar a San Andrés y recibir a la Virgen de la Cinta en esta llegada a Huelva el repique incesante de la mayor de San Pedro que daba alegría a la mañana. Este año se cambió el recorrido y la Virgen entró en el corazón de la ciudad por la calle La Fuente, como antaño hiciera. Buscó Tres de Agosto para plantarse ante el convento de las Madres Agustinas, hubo un momento íntimo, muy especial como ocurre siempre a la vera de esta comunidad, la madre superiora, Carmen Figueroa rezó y cantaron las letanías.

El sol de la mañana se iba notando en plaza de las Monjas y a las puertas de la Concepción, a las doce, se escuchaba el ángelus desde su campana cuando la Virgen estaba ya dentro de la calle. A las puertas de la iglesia se le esperaba con pétalos y en el interior se rezó otro misterio del rosario, lo hizo el párroco Antonio Bueno, aunque fue nuevamente el cuarto y lógicamente faltaron las letanías, aunque los campanilleros si cantaron el quinto la Coronación de la Virgen.

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