unia | segunda semana de los cursos de verano

Sed por aprender a manejar el mundo de las emociones

  • El curso 'Inteligencia emocional y salud' ha sido el más demandado en la edición de este año de la UNIA

  • Las ponencias han tenido un fuerte carácter terapéutico

Desde la izquierda, Teresa García, Pedro Sáenz-López, María de la O Barroso y Marina Santo.

Desde la izquierda, Teresa García, Pedro Sáenz-López, María de la O Barroso y Marina Santo. / alberto domínguez

"El siglo XXI está siendo el siglo de las emociones". Con esta frase comenzaba la rueda de prensa el director del curso Inteligencia emocional y salud, el profesor de la Universidad de Huelva, Pedro Sáenz-López Buñuel, que se clausuró ayer. Participaron, además, la directora del secretariado de la Sede de La Rábida, María de la O Barroso; la concejala de Cultura del Ayuntamiento de Palos de la Frontera, Teresa García, entidad que ha patrocinado el curso y la profesora Marina Santo, que impartió también ayer una conferencia sobre La inteligencia corporal.

Sáenz-López habló de las evidencias científicas, que cada día aportan más datos sobre la importancia que tienen las emociones sobre la salud: "Paradójicamente la sociedad vive todavía demasiado de espaldas a las emociones".

La mayoría de las enfermedades alberga un componente psicosomático

La gestión de las emociones negativas, el miedo, la ira y la tristeza, son las que nos han dado las posibilidades de supervivencia, pero si nos estancamos en ellas, las hormonas que producen son enormemente dañinas y causantes de la mayoría de las enfermedades. Sin embargo, la alegría y las emociones positivas en general, como el amor y la empatía, hay que aprenderlas y cultivarlas, añadió el catedrático de Ciencias de la Educación de la Universidad de Huelva.

Un total de 57 alumnos han sido los que han elegido este curso, el más numeroso de los que se imparten en La Rábida en la edición de este año y que incluso ha contado con lista de espera. "La demanda de este curso está reflejando una demanda que existe en la sociedad acerca de este aprendizaje para mejorar la inteligencia emocional", indicó.

Ha habido más mujeres que hombres entre los alumnos, en edades que han ido desde los 20 a los 50 años y que han venido hasta La Rábida para salud, bienestar y alfabetización emocional. La participación de ese mayor número de mujeres lo atribuye el catedrático a que ellas son más "ricas emocionalmente" al haber desarrollado esta faceta de una manera más abundante que el género masculino, aunque tampoco rechazó el ingrediente educativo que se ha implantado durante décadas que supone una clara distinción entre los dos géneros y cómo debían construirse las personalidades de hombre y mujer.

El curso, que ya ha cumplido su cuarta edición en La Rábida, evidencia de una manera muy clara esas carencias que no son atendidas por los recursos asistenciales y docentes y que incluso pueden delatar un fallo de base de la sociedad tal y como la tenemos concebida.

El catedrático de la Onubense se detuvo en las emociones negativas y positivas. Es digno de destacar que respecto a las positivas la alegría sea la única que surge espontáneamente, mientras que otras como el amor o la solidaridad tengan que ser cultivadas. Sáenz-López indicó en este sentido "que nacemos con la potencialidad de sentir y experimentar ese tipo de emociones, pero éstas deben ser cultivadas y adecuadamente canalizadas".

El curso, aparte de enriquecimiento intelectual sobre distintos conceptos, ha tenido una evidente labor terapéutica, ya que "la mayor parte de los alumnos han venido ávidos de salud". Tal es la fuerza de la inteligencia emocional en el conjunto del ser humano, que la carencia de ésta puede ser camino para la aparición de enfermedades psicosomáticas. Calculó que entre el 60% y el 80% de las enfermedades tienen un componente psicosomático que se hace muy evidente en casos como la depresión, el estrés o la ansiedad

Por su parte, la profesora brasileña Marina Santo, especialista en Danza Contemporánea e investigadora activa en el campo de la Inteligencia Corporal, manifestó que el grupo de alumnos que ha asistido a este curso ha sido muy heterogéneo, muy comprometido y muy inteligente, "con una sed de saber". Se congratuló de que la población de España, a diferencia de las de los países del norte de Europa, tenga un componente emocional, con lo que "ya hay ganado medio camino".

Sin embargo, tanto la docente brasileña como el catedrático de Ciencias de la Educación se lamentaron de que haya una carencia absoluta de programas sobre inteligencia emocional desde el punto de vista institucional y defendieron que la incorporación de aspectos como las claves de las inteligencias múltiples constituye un reto que no se debe aplazar. Tan solo se cuenta con iniciativas esporádicas que surgen entre grupos de docentes. La situación fuera de España no es mucho mejor, aunque la delantera la llevan Holanda, Reino Unido, Finlandia y Estados Unidos.

El curso sobre Inteligencia Emocional ha incluido contenidos sobre la reflexión de esta realidad, apoyándose en las aportaciones de diferentes ciencias como la Psicología, la Medicina, la Filosofía o las Ciencias de la Educación. Se han desarrollado técnicas e ideas para que todos los asistentes pudieran adquirir herramientas para el desarrollo de competencias emocionales y por lo tanto para la mejora de su salud.

En definitiva, el curso estaba destinado a cualquier persona interesada en mejorar su bienestar y de ahí el componente terapéutico ya referido.

Entre los distintos participantes también se ha contado con el catedrático de Orientación Psicopedagógica en la Universidad de Barcelona Rafael Bisquerra o José Luis Bimbela Pedrola, doctor en Psicología y del máster en Salud Pública y Drogodependencias, además de ser consultor en la Escuela Andaluza de Salud Pública.

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