Huelva

Víspera con el Señor Cautivo

  • El primer viernes de marzo se convirtió en una llamada especial a la Cuaresma que pronto comienza. La fiesta se ha visto así con un mayor relieve.

Llega este tiempo nuevo con una víspera muy especial, como pórtico gozoso de la Cuaresma. Los días vienen entrando con belleza y regocijo de luz por San Pedro donde la Puerta del Sol se va iluminando gracias a ese aire que desde Navidad marca minuto a minuto el nuevo reloj de la vida, aquella que irá dejando las oscuridades.

En el viejo azulejo de la esquina de Jesús de la Pasión se espera la llegada en la madrugada del Señor del Barrio Alto. Mientras en la nueva esquina de la plaza el azulejo del Señor de la Borriquita parece que quiere dar esa zancada tras la revirá para adentrarse a abrir la Semana Santa.

Cada tiempo es distinto y esta Cuaresma que llega viene acompasada de ritmos nuevos pero con tradicionales de siempre. Cuando todavía no hemos comenzado a contar los días que nos llevará al Triduo Sacro, se ha querido imponer delante de todo una tradición muy arraigada en la fe de este país como es el culto al Señor Cautivo. El primer viernes de marzo está escrito en la convocatoria indeleble de la fe más sentida que después irá recorriendo esos otros viernes del año en los que la devoción callada busca el consuelo al acercarse a lo más íntimo.

Este año el primer viernes de marzo ha sido adelanto de Cuaresma, con una mirada más atenta a una tradición que no sólo debe llamar a los fieles de mayor edad, sino que invita a acercarse a los más jóvenes. Muchas hermandades se han unido en los últimos años a esta devoción, no ya las imágenes que veneran al Señor con sus manos atadas en muy diversas advocaciones, sino también aquellos que llevan su cruz a cuesta y aparecen aquí cautivo. No hacen falta conciertos a las puertas porque la llamada del viernes de marzo tiene su propio toque de corneta. No debe tampoco perder este viernes de marzo su sentido más íntimo que da la mano a esa advocación del Señor Cautivo de Medinacelli. En la parroquia mayor de San Pedro está ahí el Señor Cautivo que una vez al año es descendido para que quien lo desee pueda acercarse a besarle los piés. En los distintos barrios está también el Señor Cautivo pendiente de mantener una devoción y una fe. En la parroquia del Rocío la imagen del Señor se coloca en medio de la iglesia y el reguero de gente ya lo quisieran muchos otros actos; si aquí estuviera el Señor un poco más bajo los fieles hasta podían besarle los piés, que de eso se trata y para eso es este su día; mientras resulta hermoso el gesto de las ofrendas es molesto el sonido metálico sobre ese viejo cofre de metal.

Muchos momentos hermosos que se viven en estas horas de sincera devoción y en la que queda reflejada la fe más íntima, que va más allá del circulo de lo cofrade pero que este siente también suyo y ha sabido ofrecerle todo ese arte especial que le rodea de luces de cirios altos, de intimidad o abre las puertas para que la luz se filtre por la nube de incienso o le acompañe la música de capilla.

Esta es una Cuaresma marcada en su víspera por el Señor Cautivo que en su primer viernes de marzo se ha convertido en toque y llamada no sólo a los cofrades, sino a todo el pueblo cristiano. Será el Señor Cautivo quien vuelva a hacer una nueva llamada, en el vía crucis del Consejo con el Cautivo de la Hispanidad, el día 14, y en San Pedro saldrá el Señor Cautivo en vía crucis el día 17.

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