Huelva

La UHU investiga cómo detectar elementos tóxicos en los alimentos

  • El trabajo se centra en la concreción de sustancias que estén presentes en productos cardiosaludables · El objetivo es trasladar el método al sector agroalimentario

Un grupo de investigadores de la Universidad de Huelva (UHU) trabaja en la actualidad en el desarrollo de metodologías analíticas que permitan detectar sustancias de alta toxicidad como el mercurio, el selenio, el estaño o el arsénico en alimentos cardiosaludables como el aceite de oliva.

En un comunicado de la propia universidad, la investigadora principal Tamara García, ha explicado que este proyecto, que pretende extender estos métodos a empresas del sector agroalimentario y medioambiental, aborda el estudio de elementos cuya toxicidad no sólo depende de su concentración, sino también de la forma química (especie) en la que se encuentran.

Estas especies se diferencian en su capacidad de ser incorporada al metabolismo, y toxicidad, por lo que el desarrollo de métodos para su identificación y cuantificación constituye una herramienta importante para el sector alimentario y para la Administración, encargada de velar por la seguridad alimentaria.

Con esta técnica "hemos conseguido medir niveles muy bajos de metilmercurio, que es de las especies más tóxicas y selenometionina que es inocua y, según la bibliografía, contrarresta la toxicidad del metilmercurio", ha apuntado García.

Además, el grupo se encuentra trabajando en nuevos procedimientos para tratar las muestras de alimentos basados en el uso de membranas selectivas que permiten extraer los contaminantes de los alimentos de forma muy eficiente.

Esta técnica se está desarrollando en contaminantes halogenados (clorados y bromados), como plaguicidas o PCB (bifenilos policlorados), que pueden estar en los alimentos, los contaminan y producen efectos tóxicos.

Es una metodología muy novedosa que permite extraer de una manera muy eficiente el analito -la especie que se quiere identificar y cuantificar- "los métodos más tradicionales no permiten llegar a los límites de toxicidad marcados por las normativas o a los niveles que producen efectos tóxicos", ha apuntado.

El proyecto está incentivado por la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía con una dotación de 207.923 euros.

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