Gente Inteligente

Propósitos de año nuevo emocionalmente inteligentes

  • En este próximo e impacientemente esperado 2021, pongámonoslo muy fácil para cuidar de nuestra energía vital con propósitos sanos desde el sentido común y la inteligencia emocional

Propósitos de año nuevo emocionalmente inteligentes

Comienza la cuenta atrás de 2020. Empiezan a acumularse decenas, cientos de resúmenes de este maldito año en televisión, en redes sociales y en nuestras conversaciones. El añito que acaba no ha tenido desperdicio. Y ahora tampoco faltarán los inevitables propósitos de año nuevo, esos que nos proponemos pensando que cuando cambia el año cambian también, como por arte de magia, todas las demás cosas que no nos gustan. Pero no es así. Cambiar requiere nuestro esfuerzo vital, y medir bien nuestras fuerzas en lo que nos proponemos es una garantía de éxito, y una prueba de nuestra inteligencia emocional.

No estoy diciendo que no nos hagamos propósitos de año nuevo. Todo lo contrario. Lo que caracteriza a la gente inteligente de verdad es su capacidad para proponerse cambios y cumplirlos. Lo que sí digo es que formulemos nuestros propósitos desde el sentido común y el autoconocimiento.

Las personas con inteligencia emocional procuran no boicotearse a la hora de asumir compromisos, sobre todo en los retos que se proponen a ellas mismas. Porque nada nos da más energía que cumplir los propósitos de año nuevo, pero nada nos quita más energía que darnos cuenta en febrero de que hemos incumplido.

El año que empieza no va a ser fácil. Pero al menos parece que no va a ser tan complicado como el que acaba. Algo es algo. Y para que sigan mejorando las cosas, necesitamos más gente inteligente que nunca. Gente que se proponga cambios a mejor y que los consiga. Gente que cuide su energía vital para focalizarla en seguir cambiando y reconstruyendo todo lo que 2020 ha destruido. Así que piense, busque sus propósitos, mida sus fuerzas y empiece el año con sus propios retos emocionalmente inteligentes.

Cuatro claves para hacerlo bien

Los propósitos de año nuevo se parecen peligrosamente a los deseos. Tienen ese componente místico del cambio de dígito en el calendario. Por eso es importante tener en cuenta algunas claves para formularlos muy bien.

La primera clave es vigilar la forma de construirlos con palabras. De hecho, toman muchísima fuerza cuando los escribes. Mirarlos en un papel hace más fácil ver la dimensión del propósito sin el filtro de desenfoque que le pone el pensamiento. Eso nos ayuda a no meternos en camisas de once varas y, también, a no olvidarlo, si finalmente nos lo proponemos.

Una vez decidido, construya su propósito en positivo. Evite las negaciones y verbos como dejar, perder, evitar... Tendrá más probabilidades de éxito si en vez de ‘perder equis kilos’ se propone ‘ir tres veces al gimnasio en la semana’ o ‘andar seis kilómetros’. De la misma forma, mejor que ‘evitar conductas tóxicas’ escriba ‘buscar relaciones que me enriquezcan’. Y un ejemplo más, con otro de los propósitos rey en estas fechas: cambie el ‘dejar de fumar’ por ‘vivir sin humo’.

La segunda clave para formular propósitos de año nuevo emocionalmente inteligentes es que no sean muchos. Proponerse uno o dos está bien. Si es usted una persona un poco ansiosa en este sentido, haga esa lista más abundante y ordénela por prioridades. Decida por cuál empezar. No suele funcionar tener demasiados propósitos activos a la vez.

La tercera clave es quizás la más importante: asegúrese de ponérselo relativamente fácil. Calibre bien su propia motivación, voluntad y circunstancias, y divida el propósito en dos más asequibles si es necesario. Asegúrese poder avanzar.

¿Y cómo puedo calibrar mi motivación hacia un propósito? Pues funciona muy bien hacerle muchas preguntas. ¿Qué voy a necesitar? ¿Cómo sabré que estoy avanzando, cómo lo mediré? ¿Quién me puede ayudar? ¿Dónde y cómo se notará que lo estoy cumpliendo? ¿Qué oiré de mi gente cercana cuando lo consiga? ¿Qué veré mientras lo cumplo? Con estas y otras muchas preguntas, será más fácil concretar detalles acerca de su propósito y el esfuerzo que le va a implicar. Eso sí, respóndase con muchísima honestidad.

Pongamos ejemplos. Si su propósito es vivir sin humo, piense: ¿va a necesitar ayuda?, ¿qué va a hacer cuando le asalten las ganas de fumar?, ¿caramelos?, ¿qué caramelos?, ¿dónde los llevará?, ¿qué cree que va a oír de su entorno?...

Si lo que se propone es buscar relaciones que le enriquezcan, ¿qué actividades va a comenzar?, ¿dónde va a buscar nuevas amistades?, ¿quién le puede acompañar?, ¿qué le gusta hacer?, ¿qué actividades le gusta compartir en grupo?...

Ya sólo nos queda la última clave importante para hacerlo perfecto, y es ponerle fecha. Como decía Napoleón Hill, escritor estadounidense de gran influencia en la producción literaria de autoayuda y de liderazgo, “una meta es un sueño con fecha límite”. Pues eso, póngales fecha a sus sueños.

Y sea cual sea el propósito con el que se compromete en este nuevo año, e incluso si no se compromete con ninguno, por favor, tenga en cuenta lo más importante: lo primero es cuidarse usted, para poder cuidar a las demás personas. Este mantra de vida es el que diferencia a la gente inteligente. ¡Feliz año!

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