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Procrastinar, ese trabalenguas que nos desequilibra emocionalmente

  • Aplazar, posponer o evitar nuestras tareas y obligaciones influye negativamente en nuestro equilibrio vital y en nuestra salud emocional

Procrastinar, ese trabalenguas que nos desequilibra emocionalmente

Hay rachas en las que no tenemos ganas de nada. De hecho, muchas personas quizás estemos viviendo todavía estas semanas los efectos de la discutida astenia primaveral. Pero esos supuestos cuadros de cansancio o apatía asociados a la primavera y a sus cambios de horario y costumbres o sus días más largos, no son la única causa que nos lleva a procrastinar. Aplazamos, evitamos o posponemos nuestras tareas por razones muy variadas, y nunca es un acto inocuo para nuestra salud emocional. De ahí la importancia de estar vigilantes.

En la base de la procrastinación, y así ya vamos sacando conclusiones, está casi siempre que no nos gestionamos bien emocionalmente. Y hay momentos del año en los que somos más vulnerables. En primavera, en año nuevo o en la vuelta de las vacaciones, por ejemplo, nos puede pasar. En cualquier cambio vital en los que las obligaciones, los “tengo que” y las rutinas nos pesan más de la cuenta, aparecen nuestros diablillos internos hablándonos al oído para darnos excusas justificadísimas que nos invitan a procrastinar.

Así, hay tareas que se vuelven eternas en nuestras agendas, propósitos que se abandonan, o tareas que se acumulan en listas de cosas pendientes que no paran de crecer. ¿Cómo nos sentimos entonces? Pues sí, bastante mal, y con menos ganas aún de meterle mano a nada.

El cansancio en determinadas épocas del año se hace más que patente. El cansancio en determinadas épocas del año se hace más que patente.

El cansancio en determinadas épocas del año se hace más que patente.

Un círculo vicioso que hay que romper

Procrastinar nos lleva a sentirnos mal. Cuando nos sentimos mal nos falta la energía. Y sin energía hay pocas voluntades que se muevan para evitar la procrastinación. Así se monta el lío.

Es como una batalla cuerpo a cuerpo entre nuestras emociones y nuestra razón, con muchos aderezos que recrudecen esta lid. Por ejemplo, alimenta la lucha el motivador corto plazo frente al casi siempre descorazonador largo plazo. También nos afecta el esfuerzo que imaginamos que nos requieren algunas tareas, que suele resultar muchas veces bastante mayor del real. Así es como suposiciones, prejuicios y estados de ánimo tumban nuestra voluntad y proclaman vencedora de la batalla a la procrastinación.

Para romper este círculo vicioso necesita fortaleza, sobre todo emocional, y también -cómo no- autoconocimiento, es decir, tomar conciencia de cuáles son las causas que le llevan a usted a procrastinar. Porque el diagnóstico y tener claro qué arreglar es un gran parte de la sanación. Por tanto, pase y elija.

Las causas del cansancio responden a múltiples factores. Las causas del cansancio responden a múltiples factores.

Las causas del cansancio responden a múltiples factores.

Algunas causas de procrastinación y sus vacunas

Una primera causa muy habitual por la que usted podría procrastinar es que sobreestima el tiempo que le puede llevar hacer una tarea, o lo subestima.

El peligro aquí es dejarse llevar por esos prejuicios y ceder a la tentación de hacer otras cosas antes, casi siempre más agradables o facilonas. Esto le mete en una enorme paradoja, porque cuando lo que más le preocupa es el tiempo, resulta que lo desperdicia y se vuelve más vulnerable a la presión cuando le atropellan los plazos. En estos casos, lo mejor es saber diferenciar bien cuánto de importante y cuánto de urgente son las tareas que debe acometer, pero evaluándolo así, por separado: importancia y urgencia. Eso le permite ordenar mucho mejor las prioridades.

Otra causa típica de procrastinación se da cuando las personas implicadas en la tarea que debe usted acometer le resultan muy pesadas o muy desagradables o le imponen.

Es todo un reto emocional, eso es cierto. Por eso, fortalecernos y ser muy conscientes de con quién y por qué nos pasa eso, es el mejor primer paso para no procrastinar por esta razón. Otra vez es el autoconocimiento la mejor vacuna, acompañado, eso sí, de una buena dosis de asertividad, que es la que le permite decir lo que necesita decir cuando necesita decirlo, sin faltarle el respeto a nadie, y mucho menos a usted mismo o a usted misma.

Más causas que le pueden llevar a procrastinar: es demasiado perfeccionista.

El cansancio nos limita en la realización de algunas tareas. El cansancio nos limita en la realización de algunas tareas.

El cansancio nos limita en la realización de algunas tareas.

El perfeccionismo limita. Puede llevarle a pensar que algo nunca está suficientemente bien, o a comenzar muchas veces la misma tarea buscando esa perfección que no alcanza. Si esto le suena, debería plantearse rebajar su nivel de exigencia, aunque sólo pensarlo le resulte doloroso. Lo sé. No es fácil. Pero recuerde que “lo perfecto es enemigo de lo bueno”.

Otra causa habitual de procrastinación es no saber cómo empezar a hacer algo que tiene que hacer. Se trata de un terreno abonado para que crezcan las peligrosas suposiciones que le pueden llevar a ver la tarea mucho más compleja de lo que es.

Hay múltiples raíces para este pensamiento: una baja expectativa de sus propias capacidades, miedo al fracaso, perfeccionismo, o puro desconocimiento. Sea cual sea, cambie el enfoque de la tarea, y en lugar de pensar en hacerla, piense: ‘voy a prepararme para hacerla’. Inicie así el desbloqueo que le llevará antes a preguntar, a buscar información o, incluso, a pedir ayuda, que tampoco está mal entrenar nuestra habilidad para pedir ayuda sin sentir que por eso somos inútiles.

Hay muchas más razones para procrastinar. ¿Cuál es la suya? Porque a veces, simplemente es que no nos importa nada, pero nada nada, eso que nos hemos propuesto. Por eso, otra buena pregunta que hacernos cuando nos atrapemos procrastinando es: ¿quiero esto realmente? Y la mejor pregunta: ¿qué quiero? ¿Se ha preguntado esto último usted recientemente? Ya tiene tarea.

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