Huelva

Misa tras 25 años de la presidida por el Papa

  • El obispo celebra la Eucaristía en el mismo lugar en que lo hiciera San Juan Pablo II

  • El Simpecado de la Matriz preside el acto

1. Espléndida imagen del altar instalado para la celebración eucarística. 2. Los coros de Huelva  y Emigrantes fueron los encargados de la parte musical. 3. Imagen de algunos de los muchos asistentes  a la celebración eucarística. 4. El Simpecado de la Matriz flanqueado por los de Huelva y Emigrantes y resto de filiales. 5. Juan Ignacio Reales dirige unas palabras. 6. Gabriel Cruz y Rocío Espinosa.

1. Espléndida imagen del altar instalado para la celebración eucarística. 2. Los coros de Huelva y Emigrantes fueron los encargados de la parte musical. 3. Imagen de algunos de los muchos asistentes a la celebración eucarística. 4. El Simpecado de la Matriz flanqueado por los de Huelva y Emigrantes y resto de filiales. 5. Juan Ignacio Reales dirige unas palabras. 6. Gabriel Cruz y Rocío Espinosa.

Ni las más optimistas previsiones podrían vaticinar lo que se vivió ayer en Huelva. Ese ambiente expectante tuvo un arranque solemne con la celebración de la misa pontifical que tuvo lugar en la rotonda del Papa. Fue el momento en que se hizo muy palpable el recuerdo de algo histórico que se vivió en ese mismo sitio, 25 años atrás: la presencia del ahora San Juan Pablo II quien, asimismo, celebró una misa.

Las más de 4.000 sillas habilitadas para seguir la ceremonia religiosa se llenaron así como el resto de la plaza, que en poco tiempo se completó no sólo de gente sino también de color y luz.

La tarde fue espléndida y todo contribuyó a que los que allí se dieron cita fueran conscientes de llevarse a sus corazones las impresiones de un momento histórico.

La comitiva partió desde la casa de hermandad de Huelva que desde la noche del viernes, albergaba los 30 simpecados de las filiales, así como el de la Matriz. Ya sólo por eso merecía la pena ir hasta el enclave de la Plaza Paco Toronjo. Pero eso sólo fue el principio.

Los simpecados fueron instalándose en el presbiterio para ocupar un lugar conforme a la antigüedad de las filiales, desde las más jóvenes a las más veteranas. Así, abrió la comitiva Alosno y fue desfilando el resto de acuerdo a ese orden, incluidas las invitadas de Madrid, Córdoba y Toledo. El desfile de simpecados lo cerraron los de Emigrantes, Huelva y finalmente el de la Matriz, que fue recibido con una ovación.

El altar contaba con un respiradero del paso de misterio de las Tres Caídas, mientras que los atriles fueron traídos desde La Merced y La Concepción. La parte musical corrió a cargo de los coros de Huelva y Emigrantes, que llenaron la celebración eucarística de onubensismo al son de sevillanas y fandangos.

Otro momento muy emotivo, que fue acompañado de la ovación de los allí presentes, fue la presencia de los cascabeleros de San Juan, de Alosno. Su presencia fue un hermoso guiño a lo que en ese mismo sitio sucedió 25 años atrás, ya que estos danzantes fueron invitados de lujo en la misa de Juan Pablo II. Una nueva generación de alosneros, pero la misma devoción y raíz popular que pasa de padres a hijos.

El color y la belleza se adueñaron del altar. El sol vespertino daba de lleno en todos los simpecados de manera que sacaban todo su esplendor a la vista de los asistentes.

La misa fue presidida por el obispo de la Diócesis, José Vilaplana, y el vicario Emilio Rodríguez. Junto a ellos, los directores espirituales de las filiales y sacerdotes de Huelva que tuvieron a bien contribuir en la ceremonia.

En su homilía, monseñor Vilaplana hizo referencia al lema de este encuentro: Rocío de amor y caridad. Deseó que "estos días intensos de alegría y oración nos lleven al amor, que Jesús sintetiza vinculando el amor a Dios y al prójimo". Vilaplana insistió en que "está inseparablemente unido el amor de Dios y al hermano". Asimismo, el prelado hizo mención a la Virgen María: "Podemos reflexionar mirando a María, que tradujo ese amor en gestos sencillos. Fue un amor oyente al que le siguió su confesión: Hágase en mí según Tu palabra".

Monseñor Vilaplana recordó la visita del Papa "que terminó en El Rocío, donde nos invitó a hacer de este lugar una escuela de vida cristiana para que la fe crezca y se fortalezca".

Tras la celebración eucarística tomó la palabra el presidente de la Matriz, Juan Ignacio Reales, quien asimismo hizo referencia a esta escuela de vida cristiana y confió en que "nos dejemos fecundar por el rocío del Espíritu Santo". Reales señaló que con este encuentro onubense, la Matriz da por concluidos los actos que ha llevado a cabo como consecuencia de la celebración del centenario de la coronación canónica de la Reina de las Marismas. Asimismo, evocó la presencia del Simpecado de la Matriz, "la primera vez que está por las calles de Huelva" para reconocer el protagonismo y la influencia que la gente de Huelva tuvo hace 100 años, así como la fuerte devoción que existe en toda la provincia.

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