Gente Inteligente

Inteligencia emocional contra las conductas tóxicas

  • Empecemos el año cuidándonos, aprendamos a defendernos de las conductas tóxicas de nuestro entorno y, sobre todo, a evitar tener nosotros esas conductas

Inteligencia emocional contra las conductas tóxicas.

Lo siento, pero en 2021 no va a desaparecer esa gente que luce conductas tóxicas a nuestro alrededor. Son personas que con su forma de relacionarse nos generan malas sensaciones. Y cambiar de año tampoco va impedir que usted pueda caer en esas conductas perniciosas que, además de hacerle daño, intoxican su entorno personal o profesional. A veces no nos damos ni cuenta. Por eso, para cuidarnos mucho este año, un buen primer paso es tomar conciencia de qué conductas son las que nos afectan, incluso en la salud, ya sean comportamientos de otras personas o nuestros. Es un sano ejercicio que desarrolla su inteligencia emocional, le hace capaz de ayudar a otras personas e incide directamente en su calidad de vida. Merece la pena.

No hay personas tóxicas

Ya, ya lo sé. Cómo escribo que no hay personas tóxicas si tiene ahora mismo en la cabeza varios nombres. Personas que esparcen negatividad, incertidumbre, agresividad o egocentrismo, y sacan de usted sensaciones, pensamientos e incluso comportamientos que no le gustan nada. Le chupan toda su energía vital. Así que lo que le sale es apartarse de ellas, huir. Pero si se fija bien, no son las personas, son sus conductas lo que le intoxican.

Es cierto que cuanto más tiempo se tienen comportamientos tóxicos, más complicado es salir de esa espiral, y más difícil resulta también separar a las personas de sus conductas. Ya no saben hacerlo de otra forma. Pero realmente pueden cambiar, con mayor o menor esfuerzo en función del tiempo que llevan relacionándose desde donde lo hacen.

Saber que no hay personas tóxicas, sino conductas tóxicas que se pueden modificar, nos da esperanza en los casos en los que las toxinas nos llegan directamente de gente a la que queremos y no nos gustaría apartar de nuestras vidas. Y también nos da esperanza cuando nos identificamos nosotras y nosotros como aspersores de toxinas, que todo puede ser.

Conductas a vigilar

Hay otra forma, muy certera, de denominar a las personas con conductas tóxicas: vampiros energéticos. De hecho, eso es lo que nos roban literalmente: la energía. Y no por casualidad. Nos quitan la energía que ellas necesitan para subsistir. Por eso, en el fondo de esas personas, lo que suele haber es miedo a quedarse sin su combustible vital.

Todas las personas necesitamos energía para vivir, y hay dos formas de conseguirla. Una, la sana, es buscarla en nuestro interior, directamente desde nuestro autoconocimiento, nuestra autoestima y nuestro auto respeto. La otra forma, la que puede derivar en una conducta insana, es robar fuera esa energía para vivir, y con el tiempo, olvidar cómo conseguirla de otra forma.

Por eso, para identificar las conductas que hay que vigilar, empecemos por fijarnos en cuál es la fuente de energía en la que están o estamos bebiendo. Porque si es en el reconocimiento de los demás, malo. Si es en el miedo de las demás personas, malo también. Si de lo que se nutren o nos nutrimos es de la compasión, otra vez mal. Todas estas son formas de ir fuera de nosotros y nosotras a conseguir la energía que ya no somos capaces de generar en nuestro interior.

Así es como se fraguan las conductas tóxicas. Pueden tener diferentes orígenes e intensidades y, sobre todo, adoptar muchas formas: agresividad, victimismo, egocentrismo, soberbia, servilismo, envidia, manipulación, negatividad… Repase y revise.

Autoprotección para proteger

Lo que las personas con conductas tóxicas tienen en común, además de miedo, es que no se aceptan. Por eso buscan fuera de sí mismas, y por eso el antídoto principal es la aceptación. Esa es la clave para obtener la energía interior: aceptarse y respetarse en toda nuestra esencia como personas, tanto corporal, como mental y espiritualmente.

El otro antídoto necesario, especialmente con las conductas tóxicas de las demás personas, es la determinación en nuestra autoprotección. Nada de condescendencia. Cuidarme para poder cuidar. Esto significa evitar que nos roben nuestra energía. Y para eso, lo mejor es identificar a las personas con comportamientos que nos afectan mucho y apartarnos. Pero claro, no siempre podemos quitar de nuestras vidas a esas personas.

En estos casos, imagínese como un surtidor de gasolina al que esa persona, a la que no quiere perder, viene a repostar. ¿Qué conducta suya recarga su depósito? ¿Qué hace usted que a esa persona le sirve para robarle su energía? Pues deje de hacerlo.

Y, además, si quiere y merece la pena, dígale por qué ha cambiado usted su conducta. Cuéntele cómo le hacen sentir sus comportamientos. Acabe con la espiral destructiva evitando promoverla o tolerarla. Dejar de permitirle las conductas tóxicas puede ser la mejor forma de ayudar a quien las tiene.

Y dejemos también de hablar de personas tóxicas. Lo que necesitamos es acabar con las conductas tóxicas, no con las personas que las exhiben. Este sí que es un pensamiento sano y transformador de la gente inteligente.

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