Sanidad

El Infanta Elena incorpora la toxina botulínica en la cirugía de las hernias grandes

  • Este nuevo abordaje permite distender de mejor manera la pared abdominal

Profesionales que están aplicando el nuevo sistema.

Profesionales que están aplicando el nuevo sistema. / H.I. (Huelva)

La Unidad de Cirugía General y del Aparato Digestivo del Hospital Infanta Elena ha incorporado el uso de la toxina botulínica en las intervenciones de reparación de las hernias consideradas magnas por su dimensión y dificultad, con el fin de potenciar la distensión de la pared abdominal y facilitar así la cirugía de reconstrucción de las mismas. De esta forma, se mejora significativamente el proceso de recuperación del paciente y se agiliza la cicatrización de la herida quirúrgica, reduciendo los riesgos de posibles complicaciones.

Este nuevo abordaje, que ha comenzado a implantarse recientemente en varias Unidades de Pared Abdominal de importantes centros hospitalarios andaluces, está ofreciendo resultados muy prometedores, puesto que mejora las posibilidades de curación definitiva en este tipo de operaciones tan complejas, indicadas solamente para aquellas personas que presentan una importante eventración a consecuencia de la aparición de hernias de gran tamaño y difícil manejo.

Los afectados suelen ser personas que se han visto sometidos previamente a grandes intervenciones, en su mayor parte de carácter oncológico o a consecuencia de procesos agudos o que han requerido de operaciones urgentes de gran afectación. En muchas de las ocasiones, los pacientes sufren además de obesidad y suelen llevar asociadas otras patologías que dificultan aún más su resolución, como la hipertensión, la diabetes o ciertas complicaciones respiratorias o cardíacas.

Es por ello que resulta imprescindible la adopción de técnicas y abordajes más innovadores y seguros, con el fin de devolver al paciente una calidad de vida normalizada, sin dolor y con menores dificultades de movilidad, sobre todo en el caso de aquellos que se encuentran todavía en edad activa. En estos casos, y tras el estudio previo por parte de los cirujanos, es cuando se procede a la inoculación de la toxina botulínica unos 30 días antes de la intervención destinada a colocar las mallas de sujeción que corregirán el defecto herniario. Desde el mismo quirófano y siempre de forma guiada gracias a la utilización de un ecógrafo, se lleva a cabo esta primera actuación, fundamental para facilitar la distensión de la pared abdominal gracias a la inyección directa del compuesto en las paredes del abdomen afectadas.

Durante los siguientes días se irá produciendo de forma paulatina y de manera natural la paralización química del músculo abdominal a consecuencia del botox, lo que permitirá su estiramiento o elongación posterior, de manera que pueda llegar a cubrir en su totalidad el defecto de la hernia. En ocasiones, resulta necesario también inyectar aire en el interior del abdomen, con el fin de facilitar la liberación del tejido de los órganos abdominales. Con estas actuaciones se facilita la sutura quirúrgica y el cierre definitivo de la pared abdominal con el uso de una sola malla de sujeción, restableciendo así la autonomía y la función de la misma.

Teniendo en cuenta que la recuperación del tono muscular del abdomen tras la utilización de la toxina no se producirá hasta pasados nueve meses desde su inoculación, la herida quirúrgica se habrá cerrado y cicatrizado totalmente antes de que el músculo vuelva a contraerse de forma normalizada, asegurando así el cierre definitivo de la herida y la curación total de la hernia, que es el objetivo final de todo el proceso.

Desde la Unidad de Cirugía han valorado muy positivamente este nuevo abordaje, que ya se ha utilizado de forma puntual durante los últimos meses, ofreciendo resultados muy positivos para la recuperación de los pacientes, sobre todo de aquellos que se habían visto sometidos a intervenciones anteriores de reparación sin que su problema se hubiera resuelto definitivamente. El riesgo de este tipo de hernias es que continúen aumentando de tamaño, de manera que alcance una dimensión excesivamente grande que dificulte o impida la reparación de la misma o que aumente los riesgos de sufrir un episodio de estrangulamiento, con los riesgos que esto conlleva.

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