Huelva

Gente Inteligente: Inteligencia emocional para gestionar el estrés

  • No podemos evitar estresarnos, es una respuesta natural de nuestro organismo que nos prepara para responder bien y rápido a las situaciones, así que mejor usarlo a nuestro favor

Gente Inteligente

El estrés es inevitable. No es una mala noticia. Lo negativo llega, como en todas las situaciones emocionales, cuando queremos ignorarlo o evitarlo. La adecuada gestión emocional, sea en experiencias emocionales estresantes o no, empieza por atender eso que sentimos, después entender lo que nos dice y cómo actúa en nuestro cuerpo y en nuestra mente, y, por fin, aprovecharlo para conseguir lo que queremos. Por eso, en las situaciones con un alto grado de intensidad emocional, diferenciar el estrés bueno del estrés malo puede ser muy útil.

Las dos caras del estrés

El estrés es otra de las respuestas fisiológicas con las que nuestro organismo se asegura nuestra supervivencia. Nos prepara para dar una respuesta rápida y eficaz en aquellas situaciones que vivimos. Así que, sí, el estrés tiene una intención positiva, esa es su cara buena. Otra cosa es si lo gestionamos mal, porque podemos encontrar su cara fea.

El estrés es útil. Nos focaliza la atención, nos amplía la capacidad resolutiva, nos genera energía y nos predispone a la acción. Eso en su versión más natural, el llamado eustrés, que es el estrés bueno. Se parece mucho a esa inquietud positiva, ese “gusanillo” que notamos cuando nos enfrentamos a un reto desafiante con la sensación de poder superarlo.

Luego está el estrés malo, el denominado distrés. Surge de no gestionar el estrés natural, de acumularlo, y es el que llega a generarnos problemas de salud, a veces muy graves.

Formas de gestionarlo

Hay muchas técnicas para gestionar y no acumular el estrés. Las hay muy cognitivas, que son aquellas en las que reflexionamos, evaluamos las situaciones y tomamos decisiones de forma racional y consciente. Por ejemplo, la gestión del tiempo. El objetivo básico de esta técnica es diferenciar en nuestro día a día cuánto de importante y cuánto de urgente son las cosas que tenemos que hacer, nuestras tareas, una a una, para priorizar bien y administrar mejor nuestras energías. La dificultad está en tener muy claros los conceptos de importante y urgente, que no es tan fácil.

Y, también, hay técnicas para liberar el estrés más físicas. Ejercicios de respiración, meditación, música, aromaterapia, visualizaciones… Y, por supuesto, el ejercicio físico en todas sus modalidades. Son estrategias fantásticas para gestionar el estrés y dejar de acumularlo.

Todas las técnicas, físicas y cognitivas, suponen el desarrollo de nuestra inteligencia emocional. Tomamos conciencia de nosotros y nosotras mismas, atendemos nuestro estrés y nos ocupamos en entenderlo y entendernos mejor, para tomar la sana decisión de ponernos de nuestra parte. Es, sin duda, una cualidad de la gente inteligente.

Fluir o no fluir

¿Conocen la teoría del flujo? Es del profesor en psicología, de nombre impronunciable, Mihály Csíkszentmihályi. Les recomiendo que escriban este complicado apellido en el “todolosé” Google, e investiguen un poco sus trabajos. A mí, su teoría me parece una eficaz brújula para entender y regular nuestro estrés.

La teoría del Flujo se construye comparando la percepción que una persona tiene del reto al que se enfrenta, con la percepción del talento que cree que tiene para superarlo. Y son autopercepciones, así que de nada sirve que otra persona nos diga que somos capaces o que el reto es muy fácil.

Según Csíkszentmihályi, cuando usted percibe un desafío mucho más grande de lo que cree que puede afrontar, su cuerpo genera estrés, más cuanto más alto vea el reto o menos recursos crea tener. Llega así el llamado distrés, que seguramente expresará en forma de ansiedad con somatizaciones leves, o en forma de angustia con somatizaciones más graves si la diferencia que ve entre el reto y su talento es muy grande.

Al contrario, cuando usted percibe que el reto o desafío al que se enfrenta está por debajo de sus enormes habilidades y su talento, sentirá que le infravaloran, y muy posiblemente perderá interés, le surgirá la apatía o, como mínimo, el aburrimiento. Puede llegar incluso la frustración y el cabreo si sigue aumentando la diferencia que ve entre el reto y su gran talento.

¿Dónde está el eustrés, o el estrés positivo, en la teoría del flujo? Pues en aquellas situaciones en las que usted ve el reto un poco por encima de sus habilidades. Es cuando eso que afronta le supone un desafío, más o menos grande, pero siente que tiene recursos y capacidad para afrontarlo, con más o menos esfuerzo. En menos palabras: cuando usted piensa que puede. Ahí es cuando se enciente la motivación, se potencia la creatividad, y todo su organismo se pone en marcha para darle energía y facilitarle la acción y la toma de decisiones.

Una visualización para reevaluar

Después de estas reflexiones, le propongo que imagine el mando a distancia de su estrés. Es un mando que sólo tiene dos botones, el volumen de su reto y el volumen de su talento.

Piense en su reto, ese que tiene cerquita o ese que está retrasando afrontar. Del 1 al 10, ¿cuánto de alto ve usted el reto? Y del 1 al 10, ¿cuánto de grande siente que es su talento?

Ahora piense en el mando, ¿necesita subirle el volumen a su talento? ¿Cómo puede mejorar sus recursos personales? ¿Cuántos retos similares ha superado en el pasado?

Mire el otro botón, ¿necesita bajar el volumen al reto? ¿Puede pensar metas volantes o intermedias que dividan el reto? ¿A quién puede pedirle ayuda?

¿Necesita hacer un poco las dos cosas? Hágalo. Póngase de su parte, no se estrese demasiado y fluya con la vida. Palabra de Csíkszentmihály.

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