Huelva

Gente Inteligente: El peligro de no saber decir que no

  • Trabajar la asertividad nos ayuda a saber decir que no, o que sí, o que quizás mañana, o lo que necesitemos, y además, y sobre todo, cuida de nuestro equilibrio emocional

Gente Inteligente: El peligro de no saber decir que no

El problema no es no saber decir que no, el problema es perder la asertividad por querer quedar bien con todo el mundo. ¿A que sí? De hecho, ya lo sabe, lo que le hace sentir mal no es lo que usted dice, sino las consecuencias que piensa que tiene lo que dice. Eso es lo que le roba su asertividad y con ella el equilibrio emocional que trae consigo. Pues se lo adelanto: asumir el coste emocional de la asertividad es el primer paso para lograrla. El segundo es entrenarla.

No sé cuántas veces - ¡y las que me quedan! -, habré dicho la siguiente frase: es imposible no comunicar. Con palabras, con gestos, con silencios… Con su presencia y su ausencia, por acción u omisión, usted se comunica. La pregunta es: ¿es consciente de su comunicación?, ¿se comunica de forma asertiva? ¿Qué es la asertividad?

Comunicamos lo que somos

Su estilo comunicativo le define como persona. Puede tener una comunicación más agresiva, más pasiva, o más asertiva. Son las tres posturas comunicacionales más típicas que usamos. Existe una cuarta, la manipuladora, que se diferencia de la agresiva en que es menos directa.

Así que tenemos la comunicación agresiva, que es coercitiva y directa. La comunicación pasiva, que no es coercitiva ni directa. La comunicación manipuladora, que sí es coercitiva pero no directa. Y por fin, la comunicación asertiva, que sí es directa, pero no es coercitiva.

En esas cuatro posturas comunicacionales nos ubicamos a lo largo de cada día. De hecho, nos movemos en un peculiar dial, el de la asertividad, buscando distintas emisoras más a menudo de lo que parece. Y nos paramos en un punto u otro dependiendo de con quién nos comuniquemos, de qué queramos conseguir con esa interacción comunicativa, o simplemente de cómo nos sintamos, por ejemplo.

El estilo asertivo estaría en el centro del dial. En un extremo está la emisora ‘Radio Agresividad’ y en el otro ‘Onda Pasividad’. Cuando sintonizamos el primer canal hablamos desde la autoafirmación absoluta, “sólo yo tengo razón” y escuchar no merece la pena, porque aquí quien vale soy yo y no valoro a la otra persona. En el otro extremo, en ‘Onda Pasividad’, nos comunicamos desde la sensación de que lo importante, lo interesante, y lo que merece la pena escuchar es sólo lo que digan las demás personas, que son quienes valen, porque yo no me valoro en absoluto. ¿Ve la relación entre asertividad y autoestima? ¿En qué puntos del dial ha estado usted desde que comenzó el día? ¿Con quién? ¿Por qué?

Entrenar la asertividad

Si quiere entrenar su competencia asertiva, lo primero y más importante es tomar conciencia de cuál es su estilo comunicativo más habitual y diferenciarlo de otros comportamientos. Recabe para eso muchos datos: cuándo logra ser asertivo o asertiva, con quién o con qué temas pierde la asertividad, a qué extremo del dial se acerca cuando la pierde, cómo lo hace cuando logra una comunicación asertiva…

Le propongo un método. Obsérvese durante un par de semanas. No tenga prisa por llegar a conclusiones. De momento, sólo observe y apunte cada día una o dos situaciones en la que se comunicó con otras personas y no se quedó a gusto. Puede que sean esas veces que no sabe decir que no, aunque lo necesite. O puede ser la reacción desproporcionada que tiene con esas personas que le sacan de sus casillas. Quizás sea el momento de desahogo victimista que experimenta cuando le preguntan simplemente cómo va el trabajo. O ese silencio resignado con el que escucha a las personas con las que le cuesta enfrentarse por cualquier motivo.

Hay cientos de situaciones de comunicación cada día. Reconocerá fácilmente las que merece la pena documentar porque son situaciones que normalmente no le hacen sentir del todo bien, aunque haya conseguido lo que quería: que se callara, que se apartara, que no se enfadara, que no reaccionara con otra persona, que le dejara explicarse…

Una vez identificada una o dos situaciones de esas cada día, escriba, en algún sitio donde pueda guardar los datos, tres cosas: ¿qué pensó?, ¿qué sintió?, ¿qué hizo? Y al final, indique brevemente dos datos más: si las consecuencias de esa interacción comunicativa fueron positivas, negativas o nulas, y en qué emisora del dial estaba, ¿más agresiva o más pasiva?

Quedaría algo así. Situación 1: cuando desperté a mi hijo esta mañana. ¿Qué pensé? Que vaya desorden, que le da igual que yo me enfade, que siempre igual… ¿Qué sentí? Tristeza, enfado, impotencia porque se lo he dicho mil veces. ¿Qué hice? Le dije -enfadada- que en cuanto desayunara tenía que recoger, y no le di el beso que me gusta darle cuando tengo la oportunidad de despertarle. Luego se fue, y yo recogí la habitación porque él sólo había “ordenado” las cosas encima de la silla. Las consecuencias han sido, por tanto, nulas, se ha repetido la historia. Y yo estaba en Radio Agresividad, perdiéndome el beso que más me gusta dar a mis hijos, detrás de la oreja, en el calorcito de la cama cuando están todavía medio dormidos.

¿Cómo lo habría hecho de forma asertiva? Le habría dado el beso. Me habría sentado en su cama. Le habría dicho: cariño, cuando veo tu cuarto así me siento mal y triste, no me gusta enfadarme contigo y menos por esto; ya sabes que es importante para mí que tengas tu cuarto ordenado; cuando desayunes lo recoges, y no vas a salir hasta que me avises y yo lo vea recogido.

El coste emocional que hay que asumir de la asertividad radica, llegado el caso, en no dejar salir a su hijo hasta que haya recogido el cuarto, aunque se enfade. O en no pretender contentar a todo el mundo, aunque no le quieran por eso. O en no usar maniobras poco ecológicas para conseguir algo, aunque eso suponga tener que posicionarse.

La asertividad es respetar los límites de las demás personas tanto como los suyos propios. Y atender las necesidades ajenas sin dejar de tener en cuenta las suyas propias.

Sepa además que no puede estar en la asertividad pura todo el día, por la misma razón que hace unas semanas le aseguraba que no puede evitar mentir. Pero sí que puede procurar moverse en las emisoras menos extremistas del dial. Pruebe, y disfrute.

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