Crónica urbana

2011: Ficciones de final abiertoHaciéndose con el callejero desde la Plaza de Las MonjasEstaban condenados a entenderse

Nos quedan aún dos años de puntos suspensivos, pero cada vez es más patente el duelo de titanes que auguraba aquella foto tan comentada por los analistas, la impronta de la noche electoral de 2007 en el Hotel Monteconquero: con Huelva al rojo vivo, Javier Barrero y Petronila Guerrero tomaban el mejor sitial de la victoria en unas municipales que dejaron la Costa "limpia de gaviotas." A empujones borraron del escenario a Manuela Parralo tras el fiasco en la capital y la cuarta goleada periquista. La olontense aguantó el tirón en el banquillo del Ayuntamiento hasta que todo cayó por su propio peso y sus fichajes electorales aceptaron destinos mejores en la Administración socialista. Viendo que lo único que queda de la rosa es el nombre, Manuela decidió volver a la cátedra de Literatura. Tomó el relevo Tobar y se puso a picar piedras con una tenacidad y cercanía que se han convertido en el sello de su oposición. Eso sí, las quinielas le reservan un rol transitorio, calentar dignamente la silla reservada a alguien de más veteranía y escaparate institucional, porque el propio partido, desde la sede del Conquero es el primero que no está promoviendo el antagonismo Pedro Rodríguez-Elena Tobar, reservado al golpe de efecto postrero. Se escucha ahora que el camino hasta 2011 es de evasión o victoria, pero lo cierto es que en todos los frentes la presidenta de la Diputación, desde aquella foto del 27-M, ha ido sedimentando una imagen de alternativa necesaria al alcalde, en esta tierra que acude mucho más a los personalismos que a las siglas partidistas.

En esta línea, los últimos días han sido especialmente sintomáticos: Guerrero se ha afanado en que el Palacete de la Plaza de Las Monjas, el reconstruido Hotel París, verdaderamente se consolide como "espacio abierto a la ciudad y a lo mejor de la cultura". Como en toda ficción, en política los espacios tienen una potente carga simbólica, a veces subliminal. Desde su propio discurso de investidura ya avanzó la presidenta que una de sus obsesiones, aparte del aeropuerto, sería "defender su propia concepción de la Cultura" en oposición a las connotaciones folklóricas de pan y circo que el PSOE tiende a atribuir al alcalde. La exposición de Miquel Barceló, un evento de primer nivel en la ciudad, es botón de muestra del camino que ha tomado Guerrero desde que se le cerrara de un portazo el Gran Teatro tras su reivindicación inicial de la co-propiedad.

El padrinaje de Callecedario, el libro de Domingo Martín -interesante glosario- es otro ejemplo de esta estrategia de alteridad capitalina, al margen de que es sabido que la situación económica del Ayuntamiento de Huelva no es para tirar cohetes, ni mucho menos para muchos patrocinios (ya es bastante si se cubre la ingente cuota de convenios y subvenciones, como evidenció el conflicto con Valdocco). En la presentación de esta publicación, pues, no faltó quien pensara que la presidenta socialista, más pronto que tarde, desde la Plaza de Las Monjas se estaba haciendo con las calles de Huelva.

Y queda el colofón, o lo que en los tratados de propaganda política se acuña como estrategia del mesianismo: ese afán y la presión pertinaz desde el Polo Químico entregan ahora a la mandataria socialista la bandera de la defensa de Huelva frente a "los ataques del exterior", la misión de crear un lobby con una voz única que nos limpie la cara y atraiga turismo e inversiones. En su soledad institucional, esa cruzada ya la intentó emprender el alcalde hace 14 años, a su manera, apelando a la autoestima colectiva desde el onubensismo (un discurso que a menudo ha bailado al ritmo del club Decano). Muy a conciencia, Guerrero promueve otro enfoque para la empresa justiciera, lamentando que "la falta de ambición y de altura de miras" nos ha traído graves consecuencias. Miren qué casualidad, que el ejemplo que tuvo más a mano hace unos días la presidenta de la Diputación fue el de la polémica estación de Calatrava, esgrimiendo que en el PP piensan que un proyecto firmado por tan prestigioso arquitecto es, básicamente, "demasiado para Huelva."

Un ex alcalde, una veterana con opciones a alcaldable, un autor que despunta con el Callecedario de Huelva, un decano de los arquitectos... No es que el alcalde haya llegado tarde una vez más, es que el Ayuntamiento nada ha tenido que ver con la edición del glosario de Domingo Martín (editado con la colaboración de la Diputación, el Puerto y el Colegio de Arquitectos), a pesar de ser una publicación de perfil 100% municipalista. Es vox populi que la situación económica del Consistorio (tienen el ejemplo reciente de Valdocco) no está para patrocinios extra, con lo que, a la postre, en esta ocasión mediática la ventaja la ha tomado la mandataria socialista y en la presentación del libro no faltó quien pensó que Petronila se estaba haciendo con las calles de Huelva desde la misma Plaza de las Monjas.

Escenario latente: la presidenta de la Diputación estrenó las riendas reivindicando el Gran Teatro al Ayuntamiento. No prosperó el diálogo, a pesar de aquella carta en la que Guerrero instaba al alcalde a un entendimiento que ahora deviene en una guerra fría.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios